ACCIDENTE AEREO, CAJON DEL MAIPO, SANTIAGO, 6 DE FEBRERO DE 1965





El vuelo de LanChile con itinerario entre Santiago y Montevideo, vía Buenos Aires, despegó desde Los Cerrillos a las 08.06 hacia el Cajón del Maipo. Entre las 08.30 y 08.36 horas, se estrelló contra una montaña en la cordillera de los Andes, en el sector de Lo Valdés, falleciendo sus 80 ocupantes.

A bordo viajaban pasajeros chilenos, argentinos, peruanos, uruguayos, italianos, estadounidenses, checos, soviéticos y alemanes.






Testigo del peor accidente de la aviación chilena revive la tragedia de hace 45 años
(Diario El Mercurio, 6 de febrero de 2010)

La mañana del 6 de febrero de 1965, un avión LAN chocó con un cerro en el Cajón del Maipo. Sus 88 ocupantes fallecieron. El empresario Jorge Gómez (80), el primero en llegar al lugar, recuerda la dramática jornada.

Víctor Hugo Moreno Centro de Documentación Hace exactamente 45 años, en la mañana del 6 de febrero de 1965, se escribió el capítulo más negro de la aviación comercial chilena. A las 8:00 horas partió de Cerrillos el avión DC-6B-404 de la Línea Aérea Nacional con 81 pasajeros y 7 tripulantes a bordo, rumbo a Montevideo vía Buenos Aires.

El vuelo 107, piloteado por Mario Bustamante, por razones que hasta el día de hoy se desconocen, perdió el rumbo siguiendo una ruta equivocada, lo que provocó que se estrellara contra el cerro Catedral en el sector Lo Valdés en el Cajón del Maipo, a media hora del despegue.

Ningún sobreviviente dejó el violento impacto.

"Las escenas que se vivieron horas después del accidente fueron dramáticas", relata Jorge Gómez, la primera persona en llegar al sitio del suceso.

Hoy tiene 80 años y guarda aún en su retina las cruentas imágenes que le tocó ver ese día: "La primera impresión fue muy violenta. Era una verdadera carnicería. No había nada, sólo papeles volando. Los cuerpos estaban repartidos".

Miembro del Cuerpo de Bomberos de Quilicura, ese día Gómez estaba de vacaciones en Baños Morales junto a su familia, cuando desde su carpa vio estrellarse la aeronave contra el cerro. Avisó a Carabineros de Puente Alto desde un teléfono magneto de la época y subió junto a 4 arrieros en mula al lugar, de los cuales uno debió abandonar, conmocionado, el lugar inmediatamente.

Gómez intentó buscar documentación de los pasajeros y acomodó los restos de los cuerpos que se esparcían en el suelo: "Tuve un momento de recogimiento y una de las escenas que más me impactó fue la de un niño que estaba clavado en una roca. Era el único cuerpo que pude ver entero. Después de eso me arrodillé a rezar", recuerda.

Dentro de su memoria quedó el silencio que había en el lugar. "No logré identificar de entre todos los restos ni una sola cabeza; sólo había piernas y brazos, que después fueron juntados para ser entregados a los familiares".

En el avión viajaban 15 integrantes de un equipo de fútbol amateur del club "Antonio Varas", del Banco del Estado, quienes iban a disputar un partido a Uruguay. Entre los pasajeros viajaban ciudadanos de seis nacionalidades.

La tragedia conmocionó al país, y los funerales de las víctimas fueron acompañados por gran cantidad de personas que salieron a las calles a despedir a los fallecidos. El gobierno movilizó a sus ministros al sitio del accidente, y el Presidente, Eduardo Frei Montalva, asistió a la misa fúnebre presidida por el cardenal arzobispo de Santiago, monseñor Raúl Silva Henríquez.

Inmediatamente ocurrido el hecho, se designó al fiscal militar Julio Tapia para que esclareciera las razones del accidente.

Se barajaron diversas hipótesis para explicar el extraño cambio de rumbo que efectuó el piloto, pensando en un primer lugar en fallas mecánicas.

Sin embargo, el dictamen del fiscal -que después fue ratificado por la Corte Marcial- determinó que la acción temeraria e imprudente del capitán de vuelo Mario Bustamante ocasionó la tragedia, citándolo como el responsable exclusivo de la colisión, al no seguir la ruta establecida en el reglamento para los vuelos en dirección a Buenos Aires, estando todas las condiciones mecánicas y climáticas óptimas.

El investigador de accidentes aéreos de la Dirección General de Aeronáutica Civil, Patricio Cancino, confía en que la resolución final del caso fue la correcta, tomando en consideración los elementos de investigación de aquellos años: "Los que tomaron la decisión lo hicieron a la luz de las herramientas con las cuales contaban en esa época, en lo científico, en los conocimientos, en las habilidades, en la experiencia y en los datos".

Hoy, explica el experto, se cuentan con otros elementos de seguridad y prevención más integrales que ayudarían a esclarecer con mayor exactitud las reales causas del peor accidente de la aviación nacional.

Las enseñanzas que dejó la caída del DC-6

El fatal accidente, no obstante, se transformó en una importante ayuda para ir mejorando las condiciones de trabajo en la aviación en Chile.

En la década de los 60 hasta la de los 80 el énfasis del trabajo de aprendizaje estaba destinado a lo técnico y la capacitación en esa área. Luego se pasó -hasta el 2000- al capital humano y su formación más integral.

Hoy se está apuntando a un sistema de intercambio de información, aprovechando los avances tecnológicos, en donde se comparte experiencia entre los diferentes países, con diversos sistemas de bancos de datos que permiten un fluido trabajo organizacional.

En la actualidad, uno de los trabajos que se llevan a cabo en la DGAC es la enseñanza en temas como la toma de decisiones y la percepción que deben tener los pilotos en vuelo.

El investigador explica que el piloto del LAN 404 tiene que haber tenido la percepción de que el camino que se estaba haciendo era el correcto, por el paso San José de Maipo, sin haber alcanzado la altura mínima de 2 mil pies que se exige para volar zonas montañosas. En ese tiempo, los aviones debían llegar hasta Melipilla para tomar la altura y el vuelo necesario para cruzar la cordillera, pero Bustamante, por una inexplicable razón, decidió adentrarse en la boca del lobo.

Hoy día, con la caja negra se podría haber tenido la respuesta exacta de lo que ocurrió. Este instrumento comenzó a regir de forma obligatoria para los aviones construidos en la década del 60, pero el LAN databa de 1950, por lo que no contaba con este aparato, clave en la investigación de accidentes aéreos.

Cancino enfatiza en que este tipo de accidentes, como el de 1965 y como otros que registra la historia aeronáutica nacional, han ayudado a generar las buenas condiciones en que se trabaja en la actualidad en Chile: "Si uno mira lo que tenemos hoy a nivel de nuestra aviación comercial, tendríamos que concluir que nos sirvieron todos los fracasos del pasado, para ser considerados un ente de gran respeto a nivel mundial", finaliza.

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EL DOUGLAS DC 6 DE LAN CHILE