TRAGEDIA MILITAR, VOLCAN ANTUCO, 18 DE MAYO DEL 2005





La tragedia de Antuco llevaró a la muerte a 45 miembros de un batallón del Ejército de Chile, que desarrollaba una marcha durante una ventisca en mayo de 2005, en una altitud de 1500 m. entre el volcán Antuco y la Laguna de la Laja, en la Región del Biobío.

El 4 de abril de 2005, cerca de 400 conscriptos ingresaron al Regimiento Reforzado Nº17 "Los Angeles" de la ciudad de Los Ángeles, con el fin de cumplir el servicio militar obligatorio.

El regimiento realizaba contínuas expediciones a la zona cordillerana de Antuco, al interior de Los Ángeles. Tres compañías del regimiento partieron el día 17 de mayo de 2005, sin embargo, un frente de mal tiempo de tupida nevada los alcanzó.

Los soldados lograron llegar al Refugio Los Barros, en el faldeo nororiente del volcán.

Se dice, que aunque la mayoría de los soldados no contaban con la vestimenta adecuada para temperaturas bajo los -10°C, el comandante del batallón habría insistido en desarrollar la marcha con otras dos compañías el 18 de mayo. 112 soldados se quedaron en el refugio, para su marcha del día siguiente. La marcha de aquellos que salieron fue una ruta mortal. Algunos soldados llegaron hasta el Refugio La Cortina, de ENDESA. Los que se quedaron en el camino, debido a los errores de sus superiores, murieron congelados.


01.-Sargento 2º Luis Reimundo Monares Castillo

02.-Soldado Conscripto Francisco José Luis Burgos Burgos

03.-Soldado Conscripto David Alejandro Carrasco Yánez

04.-Soldado Conscripto Roberto Antonio Contreras Mellado

05.-Soldado Conscripto Pedro de Dios Díaz Cerna

06.-Soldado Conscripto Guillermo Carmen Gacitúa Quijada

07.-Soldado Conscripto Lizardo Antonio Garcés Forquera

08.-Soldado Conscripto Cristian Marcelo Mendoza Concha

09.-Soldado Conscripto Miguel Aurelio Piñaleo Llaulén

10.-Soldado Conscripto Juan Alfonso Ramírez Jara

11.-Soldado Conscripto Julio César Renca Navarrete

12.-Soldado Conscripto Enzo Moisés Sánchez González

13.-Soldado Conscripto Edgardo Alexis Sobarzo Cruces

14.-Soldado Conscripto Juan Alexis Zambrano Cárdenas

15.-Soldado Conscripto Jaime Alejandro Bizama Palma

16.-Soldado Conscripto Víctor Manuel Aqueveque Erices

17.-Soldado Conscripto Silverio Amador Avendaño Huilipán

18.-Soldado Conscripto Jonathan Ezequiel Bustos Bastias

19.-Soldado Conscripto Robert Hernán Castillo Ruíz

20.-Soldado Conscripto Juan Carlos Castro Balboa

21.-Soldado Conscripto Cristián Javier Chávez Varela

22.-Soldado Conscripto Esteban Andrés Díaz Valderrama

23.-Soldado Conscripto Guillermo Gabriel Foncea Sandoval

24.-Soldado Conscripto Luciano Andrés Fuentes Leiva

25.-Soldado Conscripto Milton Alejandro González Castillo

26.-Soldado Conscripto Cristian Esteban Herrera Henríquez

27.-Soldado Conscripto Arnaldo Isaac Jorquera Jara

28.-Soldado Conscripto Daniel Benjamín Mardones Cuevas

29.-Soldado Conscripto Freddy Alejandro Montoya Fica

30.-Soldado Conscripto Francisco Javier Montoya Montoya

31.-Soldado Conscripto Hugo Javier Muñoz Cifuentes

32.-Soldado Conscripto José Adolfo Ortega Astudillo

33.-Soldado Conscripto Freddy Patricio Pilar Parada

34.-Soldado Conscripto Carlos Patricio Quezada Vejar

35.-Soldado conscripto Ángel Mauricio Saavedra Troncoso

36.-Soldado Conscripto Ricardo Alexis Seguel Herrera

37.-Soldado Conscripto Juan David Valenzuela Riquelme

38.-Soldado Conscripto Ignacio Antonio Vallejos Henríquez

39.-Soldado Conscripto Cristián Alejandro Vallejos Vallejos

40.-Soldado Conscripto José Francisco San Martín Villalobos

41.-Soldado Conscripto Rubén Esteban Reyes Urra

42.-Soldado Conscripto Osvaldo Alexis Contreras Hidalgo

43.-Soldado Conscripto Rolando Escobar Contreras

44.-Soldado Conscripto Cristopher Pérez Sánchez

45.-Soldado Conscripto José Bustamante Ortíz




LA PENOSA BUSQUEDA





LA TRAGEDIA DE ANTUCO, EL COMIENZO DE UNA PESADILLA

El desastre marcará un antes y un después en el Ejército

(Diario Austral de Temuco, 22 de mayo de 2005)

Un verdadero aguacero se dejaba sentir sobre los techos de zinc en la sureña ciudad de Los Angeles. Los más afortunados capeaban el frío junto al calor de una cocina a leña, un brasero o una estufa, cuando repentinamente una voz amiga de la radio entregó los primeros antecedentes del deceso de un número indeterminado de conscriptos del Regimiento Reforzado Número 17 de la citada comuna.

Eran los primeros antecedentes de la tragedia más grande que ha sufrido el Ejército en los tiempos de paz. Aquello sólo era un pequeño botón de lo que vendría, de las noches de insomnio y dolor que vivirían cientos de familias.

Aquella tarde del miércoles 18 de mayo, comenzó el calvario para las familias de cerca de 400 soldados que se encontraban en periodo de instrucción en el sector cordillerano de Antuco, VIII Región.

Las familias, principalmente de zonas rurales, no demoraron en llegar hasta la unidad castrense para requerir información respecto a los suyos, logrando llenar en pocos minutos el gimnasio militar, el que se convertiría en su hogar por varios días y que hasta hoy es escenario de desgarradoras escenas de dolor e impotencia de parientes de soldados que aún están en la más completa incertidumbre, porque aún falta ubicar a 30 desaparecidos, y las esperanzas de hallarlos con vida son muy bajas.

La mayoría de la gente que se cobijaba en este recinto es gente humilde de sectores rurales, padres de jóvenes que el 4 de abril recién pasado ingresaron al Regimiento Reforzado número 17 de Los Angeles a cumplir con su servicio militar, principalmente porque ven en el Ejército la posibilidad para que sus hijos puedan crecer como personas y profesionales.

La tónica desde un comienzo fue la falta de coordinación y de sigilo para mantener informadas a las familias. La mañana del jueves 19 de mayo, el comandante en jefe de la Tercera División del Ejército, Rodolfo González, fue duramente increpado por los familiares de la víctimas y los desaparecidos. Incluso se escucharon los gritos desesperados de algunas madres que gritaban ¡asesino!...¡asesino!...

EN TERRENO

Ese mismo día, desafiando las inclemencias del tiempo, logramos llegar hasta la comuna de Antuco, distante a unos 80 kilómetros del perímetro urbano de Los Angeles. Sus cerca de 2 mil 800 habitantes seguían atentos las informaciones por los diversos medios de comunicación. Había poca gente en la calle principal que estaba cubierta de hojas y mostraba un indefenso paisaje otoñal. La temperatura ambiente llegaba con facilidad a los 3 grados bajo cero y bastaba mirar hacia la cordillera para percatarse que las montañas permanecían tapadas por una densa niebla y que nevaba copiosamente.

En la calle principal de Antuco se ubica en retén de Carabineros. En sus instalaciones permanecían apostadas tres ambulancias y personal especializado del Ejército. A orilla de una estufa a leña al interior de la unidad policial se soportaban las bajas temperaturas y otros sencillamente necesitaban respirar algo de aire para soportar la tensa espera y se ubicaban afuera.

Los efectivos esperaban alguna señal, alguna orden para salir en ayuda de sus compañeros, para brindarles apoyo, pero bastaba dirigir la mirada hacia los cerros para darse cuenta que kilómetros más arriba un grupo de hombres estaba viviendo una de sus peores pesadillas.

Habían quedado abandonados a su suerte en medio de una tempestad de viento y nieve, convirtiéndose en presa fácil del frío y la montaña, que para los novatos puede resultar una trampa mortal.

Decidimos internarnos hacia el sector que el Ejército había instalado como centro de operaciones. Comenzamos el recorrido por unos 20 kilómetros de una ruta que en sus orillas acumulaba varios metros de nieve y que permanecía despejada gracias al trabajo de maquinaria pesada.

De pronto la nieve se tornaba espesa y abundante. Los árboles estaban vestidos de blanco, al igual que las montañas que se levantan a orillas del estrecho camino que por estos días es la senda que conduce al dolor, la impotencia y la muerte.

Allí, frente a la inmensidad, donde la sensación térmica baja considerablemente, llegando incluso hasta los 8 grados bajo cero, sólo quedaba rezar por las vidas de quienes se encontraban unos 20 kilómetros más arriba, ya que sin los conocimientos ni la ropa adecuada era imposible sobrevivir más allá de 48 horas sin caer presa de hipotermia.

A LA BUSQUEDA

Conforme avanzamos divisamos una construcciones a orillas del camino. Lugareños nacidos y criados en el sector que se mostraban impactados por la gran cantidad de nieve que había caído en esta época del año, ya auguraban un final horroroso para los soldados desaparecidos.

Así llegamos hasta el Refugio de Conaf, en el Parque Nacional Laguna del Laja. Allí se distinguían unos 6 camiones militares, vehículos de prensa, de padres de conscriptos que no aguantaron la desesperación de quedarse en el regimiento y una estación de teléfono satelital que facilitó la comunicación de los encargados de las tareas de búsqueda con los refugios de La Cortina, Los Barros y Universidad de Concepción, donde más horas después se lograría establecer que unos 50 soldados de los 94 que estaban desaparecidos en un comienzo se encontraban en buenas condiciones.

Las patrullas especialistas en montaña del Ejército alistaban sus equipos para salir en busca de sus compañeros. Apoyados con trajes para soportar bajas temperaturas, esquís, pieles, carpas, y mochilas con todo lo necesario, comenzaban la travesía. En ese instante el tiempo se tornó nuevamente insoportable, al viento se sumó una fuerte nevazón, precipitaciones que acompañarían las largas jornadas vividas por los efectivos en ese lugar y que se mantienen hasta hoy.

La muestra más evidente de duro escenario que se vivía allá arriba, eran los rostros de los soldados que bajaban tras haber participado en las labores de búsqueda. Llegaban exhaustos, llenos de impotencia por no haber logrado su propósito y con sus rostros quemados y sus párpados hinchados por las bajas temperaturas.

Las patrullas suben a realizar las pesquisas acompañados por canes especialmente adiestrados para estas condiciones. Uno de los conscriptos sobrevivientes contaría más tarde a sus familiares en el Regimiento Reforzado que logró salvar con vida porque la unidad a la cual pertenecía llevaba un perro, al que soltaron cuando quedaron a la deriva y que el animal en pocos minutos se las arregló para ubicar un camino en medio de la tormenta. De no haber sido por este can sus compañeros y él no habrían salvado con vida.

DOLOR

Tras permanecer algunas horas en este lugar, donde queda en evidencia la desolación y cómo la naturaleza nos muestra que somos muy frágiles ante su poder, dejamos a los equipos de búsqueda y el rudo paisaje cordillerano de la VIII Región, deseándoles suerte a un puñado de hombres que intentan lograr lo imposible, recuperar los cuerpos de quienes están desaparecidos en la nieve. Las cifras de muertos podrían llegar a 41, luego que las últimas informaciones del Ejército afirmaran que aún no dan señales de vida un sargento segundo y 40 conscriptos. Las probabilidades de hallarlos con vida son muy escasas o nulas para ser más certeros.