GOLPE DE ESTADO Y SUICIDIO DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
SALVADOR ALLENDE GOSSENS, SANTIAGO, 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973








SALVADOR ALLENDE
(1908 - 1973)
TRAYECTORIA DE UN LÍDER

(Centro de Documentación Fundación Salvador Allende)

Salvador Allende nació el 26 de junio de 1908 en Valparaíso, aunque sus primeros años transcurrieron en Tacna, ciudad en cuyo liceo aprendió las primeras letras. Los años de infancia coincidieron con la incubación de profundos problemas económico-sociales, marco bajo cuyas condiciones creció y estudió.
En 1918 su padre decidió enviarlo a Santiago, al Instituto Nacional. Años más tarde, cursando el 4° año de humanidades, el joven Salvador Allende escuchó hablar de un suceso destinado a transformar el mundo: la Revolución de Octubre. En el acto se abrieron profundas interrogantes y sería un maestro ebanista, perteneciente a la cultura de los anarquistas, llamado Juan Demarchi quien lo introduciría en los problemas de la "cuestión social".
Tras el servicio militar ingresó a la universidad, donde pronto se transformó en líder. Asumió la presidencia del Centro de Alumnos de Medicina y la vicepresidencia de la FECH, situación que coincidió con un conflictivo cuadro histórico, caracterizado por el fin de una fase dorada, basada en los beneficios del excedente salitrero y por un agudo conflicto en todas las áreas de la sociedad, período tenso y convulso que culminó con la irrupción de los militares y la posterior dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931).

El surgimiento de un líder

A principios de la década del treinta, tras sucesivas manifestaciones populares que estremecieron al país, cayó el régimen. Allende asumió a cabalidad sus responsabilidades como dirigente estudiantil y poco después apoyó activamente el episodio de la República Socialista (1932), actitud que le costó la comparencia ante tres Cortes Marciales. Bajo estas circunstancias y estando detenido, le comunicaron la noticia del inminente fallecimiento de su progenitor. Acto seguido, haciendo uso de un permiso de dos horas, llegaría ante el moribundo sólo para despedirse.
Durante esta fase el pensamiento del novel dirigente adquirió matrices rectores y definiciones conceptuales y teóricas. En su primera etapa de conciencia social se entrelazaron razonamientos provenientes de la teoría marxista del conocimiento, producto de las tertulias universitarias y de su adscripción al grupo "Avance", y aspectos del ideario anarquista por la irradiación y embrujo del fascinante ebanista J. Demarchi.
En 1929, adoptando la tradición familiar, ingresó a la masonería.
En este período, el mérito radicaba en la lucha por la imposición del sistema democrático que logró perdurar entre 1933 y 1973, excepción hecha de los desbordes del gobierno de Arturo Alessandri Palma y de Gabriel González Videla. Es en esta etapa juvenil cuando despuntaron sus dotes de conductor y líder del ideario socialista. Una de las expresiones más significativas pronunciadas por Allende, luego del triunfo de la Unidad Popular, fue: "No puedo ni podré olvidar jamás que todo lo que he sido y todo lo que soy se lo debo a mi partido". La organización política lo dotó de parámetros analíticos y paradigmas teóricos que le acompañaron durante toda la vida. El nexo entablado es tan sólido que sólo la muerte pudo romper la relación entre Allende-persona y Allende-militante. De militante pronto se trasformó en jefe del núcleo, para luego asumir la secretaría de estudios sociales y la dirección regional de su partido. Desde esta trinchera y vinculado familiarmente con Marmaduke Grove, apoyó la experiencia de la República Socialista (1932), febril actividad política que no pasó inadvertida porque pronto recayó sobre él la ira de los sectores dominantes, quienes lo calificaron como un "peligroso agitador". Fue detenido y luego relegado a Caldera, en medio del desborde represivo desencadenado por Arturo Alessandri. Tenía entonces 27 años.

Alianza de la izquierda

Un año más tarde, ya de vuelta en el puerto, contribuyó a la formación de una alianza de profundo contenido histórico para la causa popular y el desarrollo de la nación, como fue el Bloque de Izquierdas, antecedente inmediato del Frente Popular, episodio histórico-político que contribuyó a su acceso a la Cámara de Diputados en 1937.
La formación del Bloque de Izquierdas en Valparaíso antecedió al Frente Popular, alianza de gravitantes consecuencias en la que Salvador Allende tuvo una destacada participación como Ministro de Salubridad (1939), en representación de un partido del cual se había transformado en subsecretario general. Entre las múltiples actividades y responsabilidades, destaca la participación en la fundación de las Milicias Socialistas.
El rango ministerial fue asumido en una particular coyuntura. El presidente Pedro Aguirre Cerda, lo incorporó al gabinete con el objetivo de reforzar posiciones ante un intento de golpe de Estado perpetrado por el general Ariosto Herrera, aunque tras bambalinas se ocultaba Carlos Ibáñez del Campo, el antiguo dictador.
Días antes había estallado la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En Chile las repercusiones no se hicieron esperar, pero el gobierno mantuvo una benevolente neutralidad favorable al eje. La izquierda demanda la ruptura de relaciones diplomáticas con el eje nazi fascista, exigencia retrasada por la muerte del Presidente Aguirre Cerda, a quien sucedió Juan Antonio Ríos. El Ministro de Salubridad presentó su renuncia por desacuerdos en la conducción de la política nacional e internacional.
En 1940 contrajo matrimonio con Hortensia Bussi, una joven profesora de Historia y Geografía, a quien había conocido el 25 de enero de 1939 bajo las circunstancias aciagas del terremoto de Chillán. Un par de años más tarde (1943) asumió la Secretaría General del Partido Socialista, para luego ser electo senador (1945) por la antigua 9° circunscripción de Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes.
Independiente de la suerte corrida, los gobiernos de Frente Popular repercutieron significativamente en la historia de Chile, al modernizar las estructuras del Estado, desarrollar infraestructura económica y acelerar cambios en el sistema político. La característica de esta fase es la normalidad progresiva y normativa político-institucional en el funcionamiento de los aparatos del Estado, cuestión que floreció a partir del 1958. El fundamento histórico y político de la estrategia política de Allende era la profundización democrática, el robustecimiento del desarrollo y un nuevo modelo de democracia social sustentada en el Estado.

Del FRAP a la UP

En 1951, el "Mussolini del nuevo mundo", como gustó hacerse llamar Carlos Ibáñez del Campo, presentó su candidatura presidencial siendo apoyado por un sector democrático. Ante esta situación, Salvador Allende, junto a comunistas, radicales doctrinarios y la izquierda socialista fundaron el Frente del Pueblo, alianza calificada como "una conciencia en marcha".
Los 52 mil votos obtenidos por Allende en las elecciones presidenciales de 1952 inauguraron un período que 17 años más tarde culminó en la Unidad Popular. Pero lo central de estos acontecimientos radica en la aparición de un proyecto que contenía un programa y una concepción de sociedad. La participación en la justa electoral no fue un mero simbolismo, porque en el centro de la escena histórica comenzaban a tomar posición nuevas fuerzas sociales, que irrumpieron en el sistema político a través de un electorado de masas que se amplió (1958), marco en que se configuró la estrategia político-institucional.
Salvador Allende, en esta coyuntura, terminó por convertirse en el pericentro de cualquier alianza, proyectando su figura por sobre la izquierda. Era ya el líder natural de los desposeídos y un dirigente respetado cuando en 1953 fue reelegido senador por Tarapacá y Antofagasta. Tres años después, el Frente del Pueblo dio paso a una alianza más amplia, con la incorporación de nuevos grupos sociales y políticos al conglomerado. La aparición del FRAP coincidió además con la unificación de la clase obrera en torno a la CUT (1953), el reingreso de la FECH y un nuevo nivel de desarrollo del campesinado organizado, mientras la sociedad civil experimentaba la ampliación del derecho a voto y la solidificación del sistema político, curso fortalecido además por la unificación del PS (1957) y los desacuerdos del 10° congreso del PS (1956). Todos estos acontecimientos se materializaron en la extraordinaria votación alcanzada por su candidatura presidencial en 1958, ocasión en que lo derrotó J. Alessandri por un escaso margen de votos.
En 1961 nuevamente fue elegido senador de la República, esta vez por su natal Valparaíso. Un par de años más tarde, la Asamblea Nacional del Pueblo lo proclamó abanderado de las aspiraciones populares, asumiendo por tercera vez la responsabilidad de la candidatura presidencial. En esta ocasión (1964), enfrentó a Eduardo Frei, líder histórico de la Democracia Cristiana. A poco andar la campaña fue ganando fuerza, hasta que en marzo de 1964, pocos meses antes de la elección presidencial, en una elección complementaria por Curicó, el FRAP, contra toda previsión logró un triunfo con la elección del doctor Oscar Naranjo. La derecha, profundamente alarmada, optó por entregar sus votos a Eduardo Frei, considerándolo como mal menor.
A principios de la década del setenta despunta en América Latina un fenómeno de gravitantes consecuencias, como fue el triunfo de la revolución cubana, de la que Allende fue un decidido partidario y defensor. Se abrió así un período particularmente convulso, caracterizado por la agudización de los conflictos internacionales, especialmente en el Tercer Mundo, influjo ante el cual una gran parte de la izquierda latinoamericana y chilena rindió tributo, suscribiendo la tesis de la vía armada y de asalto directo al poder político del Estado. Entre 1966 y 1969, Allende ocuparía el cargo de presidente del Senado, siendo reelecto este último año por la circunscripción de Chiloé, Aysén y Magallanes.
Desempeñó un destacado lugar en el ámbito de la política internacional al participar en la Conferencia Tricontinental y, posteriormente, en la fundación de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), episodio que sumado a su apoyo a la guerrilla del Che Guevara lo pusieron en el centro de los ataques de la derecha.

Gloriosa inmolación

Pese a circunstancias poco favorables, Allende persistió en su postura analítica, teniendo presente las características históricas de Chile. El resultado sería la exigencia de vastos sectores para que Allende asumiera nuevamente la representación de la izquierda, de manera que en enero de 1970 fue proclamada su cuarta candidatura a la presidencia de la República. A diferencia de las ocasiones anteriores, contaba con el apoyo del tronco radical y con el especial concurso de actores de raíz cristiana que dieron un peso particular a la alianza esta vez denominada Unidad Popular. Acto seguido, el 4 de septiembre de 1970, se llevaron a cabo las elecciones presidenciales más disputadas de la historia nacional, bajo un clima tenso y febril. La madrugada del 5 de septiembre el triunfo de Salvador Allende era una realidad.
Luego, por espacio de mil días, se desarrollaría la experiencia de la Unidad Popular. El balance de ese agitado período es hoy patrimonio exclusivo de la historia. Lo cierto es que una vasta conspiración, en la que tomaron parte activa el capital nacional y transnacional, el imperialismo, las fuerzas políticas del centro y la derecha y los gremios empresariales y profesionales, creó las condiciones que condujeron a las Fuerzas Armadas a interrumpir a sangre y a fuego el 11 de septiembre de 1973 la democracia chilena.
Salvador Allende pagó con su vida su profunda vocación democrática y su inquebrantable lealtad con su pueblo. Previo al instante supremo con el que será recordado para la posteridad, denunció las dimensiones de la traición y vaticinó con clarividencia el período gris que se abatía sobre Chile. Sin embargo, en su conmovedora alocución final, hubo lugar a la esperanza al anunciar que más tarde que temprano se abrirían las anchas alamedas.








EL VERDADERO ALLENDE

(Hermógenes Pérez de Arce, www.exteriores.libertaddigital.com)

El centenario de Allende se ha prestado a una recanonización de las que gusta la izquierda y que acata la siempre medrosa derecha. Hemos leído apologías delirantes a cargo de gente que abusa de la catalepsia irrecuperable de los chilenos. En realidad, silenciar piadosamente la verdad sobre Allende podría justificarse en aras de la concordia, pero la izquierda no la quiere. "Ni perdón ni olvido", dice.
Así las cosas, los cultores del odio deben enfrentar ciertas verdades, empezando por la de que Salvador Allende fue el peor presidente de la historia de Chile. En lo material, legó una inflación de tres dígitos y una producción decreciente durante 13 meses consecutivos. Quedaba harina para "pocos días más", según sus propias palabras.
Aparte de menoscabar el bienestar material del pueblo, destrozó el tejido social. Nos dividió fratricidamente; carecía del sentido de la unidad nacional, y no vacilaba en advertir, amenazador: "Yo no soy el presidente de todos los chilenos". Patrocinó grupos armados para imponer su ideología con la muerte. Cohonestó el contrabando de armas, y cuando un avión cubano fue descubierto trayéndolas clandestinamente, ordenó llevarlas a la mansión presidencial mientras hacía escarnio de la opinión pública declarando, burlesca y sucesivamente, que eran "obras de arte", "artículos folclóricos" y "helados de mango".
Que se sepa, Allende ha sido el único jefe del Estado chileno reclutado por una potencia externa, según reveló Vassili Mitrokin, ex jefe del KGB, en su libro The World Was Going Our Way (El mundo seguía nuestro rumbo). Su nombre en clave era Líder. Entregaba a los rusos información política sensible, a cambio de la cual recibió un subsidio directo de 50.000 dólares. Además, el KGB pagó a otros aspirantes de izquierda, rivales de Allende, para que retiraran sus candidaturas. Del otro lado, el ex embajador norteamericano Edward Korry detalló, en el periódico La Segunda (22-X-96), los sobornos que recibió Allende a cambio de indemnizaciones a compañías mineras nacionalizadas.
Contra lo que exigía la Constitución, Allende permitió el ingreso en el país de tropas castristas sin autorización del Senado, como confesó el general cubano Patricio de la Guardia en Vindicación de Cuba 1989 (Editorial Política, La Habana). Los cubanos cambiaron esa página, la 291, en ediciones posteriores.
Cuando era presidente del Senado, Allende posaba como demócrata, mientras usaba su inmunidad para contrabandear armas cubanas a Bolivia, según reveló el guerrillero Benigno en sus "Memorias de un Soldado Cubano".
Como gobernante, incluso toleró que se torturara a opositores pacíficos, como denunciaron los diputados democráticos al convocar a las Fuerzas Armadas en 1973. Allende nada hizo ante las denuncias de un político, recogidas por El Mercurio en 1972, que apuntaban al subdirector (comunista) de Investigaciones.
Allende se retrató cuando amenazó al dueño de Clarín por no seguir sus dictados: "Te hago matar, culpo al imperialismo, te declaro héroe nacional, te rindo honores de general en el cementerio y hablo en tus funerales. Ya lo sabes". Tras huir el amenazado, el amenazador adquirió el referido diario.
En estos días, la TV estatal se apresta a consagrarlo Gran Chileno de Todos los Tiempos. ¿Cómo quedamos los demás? Juzgue usted: España no nos deja entrar ni siquiera con los papeles en regla.


Hechos del gobierno de la Unidad Popular




EL FIN DE ALLENDE

(Editorial de la revista británica "The Economist" , titulado "The end of Allende", publicado el 15 de septiembre de 1973. Traducción de Proyecto Chile 2010; en www.josepinera.com y www.fbningenieria.com/chilemp/galeriahistorica.html)

La muerte transitoria de la democracia en Chile será lamentable, pero la responsabilidad directa pertenece claramente al Dr. Allende y a aquellos de sus seguidores que constantemente atropellaron la Constitución.

El Presidente Allende no se convirtió en mártir, aun cuando fuera cierto que se suicidó el martes. El bombardeo y asalto de su palacio presidencial y la toma del poder por los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile pusieron un fin amargo al primer gobierno marxista libremente elegido en Occidente.

Y la batalla parece apenas haber comenzado. Con la mayoría de los canales de comunicación de Chile con el mundo exterior aún restringidos, es difícil tener una idea más completa de la violencia que aparentemente continúa. Pero si una sangrienta guerra civil comenzara, o si los generales que ahora controlan el poder deciden no llamar a nuevas elecciones, no habrá duda alguna respecto de quien tiene la responsabilidad por la tragedia de Chile. La responsabilidad es del Dr. Allende y de aquellos en los partidos marxistas que aplicaron una estrategia para controlar el poder total, al punto que la oposición perdió las esperanzas de controlarlos por medios constitucionales.

Lo que ocurrió en Santiago no es un golpe típicamente latinoamericano. Las fuerzas armadas

toleraron al Dr. Allende por casi tres años. En ese período, él se las ingenió para hundir al país en la peor crisis social y económica de su historia moderna. La expropiación de campos y empresas privadas provocó una alarmante caída en la producción, y las pérdidas de las empresas estatales, según cifras oficiales, superaron los $ 1.000 millones de dólares. La inflación alcanzó a 350% en los últimos 12 meses. Los pequeños empresarios quebraron; los funcionarios públicos y trabajadores especializados sufrieron la casi desaparición de sus sueldos por causa de la inflación; las dueñas de casa tenían que hacer interminables colas para obtener alimentos esenciales, y si es que encontraban. La creciente desesperación originó el enorme movimiento huelguístico que los camioneros iniciaron hace seis semanas.

Pero el gobierno de Allende fue más allá de la destrucción de la economía. Violó la letra y el espíritu de la Constitución. La forma en que sobrepasó duramente al Congreso y a los Tribunales de Justicia debilitó la fe en las instituciones democráticas del país.

El mes pasado, una resolución aprobada por la mayoría opositora en el Congreso señalaba que "el gobierno no es responsable sólo por violaciones aisladas de la Constitución y la ley; ha convertido tales violaciones en un método permanente de conducta". El sentimiento de que el Parlamento era ya irrelevante aumentó por la violencia en las calles y por la forma en que el gobierno toleró el surgimiento de grupos armados de extrema izquierda que se estaban preparando de manera abierta para la guerra civil.

Las fuerzas armadas intervinieron sólo cuando estuvo claramente establecido que existía un mandato popular para la intervención militar. Las Fuerzas Armadas tuvieron que intervenir porque fallaron todos los medios constitucionales para frenar a un gobierno que se comportaba de modo inconstitucional.

El detonante para el golpe fueron los esfuerzos de los extremistas de izquierda para promover la subversión dentro de las fuerzas armadas. El señor Carlos Altamirano, ex secretario general del partido socialista, y el señor Oscar Garretón del Movimiento de Acción Popular Unitaria, ambos líderes de la Unidad Popular de Allende, fueron señalados por la Armada como los "autores intelectuales" del plan de amotinamiento de los marinos en Valparaíso. Los comandantes de la Armada en Valparaíso iniciaron el movimiento esta semana. Pero el rápido éxito del golpe y la participación en él de todas las fuerzas armadas (incluyendo a los Carabineros, entrenados militarmente) sugiere que los planes para el golpe fueron cuidadosamente preparados. Todavía habrá que esperar para comprobar que las fuerzas armadas continúan sólidamente unidas en su oposición al derrocado gobierno. La desaparición de dos comandantes, el Almirante Raúl Montero y el general Sepúlveda, comandante de carabineros, quienes fueron reemplazados por sus subordinados anti-marxistas, hace pensar que no todos los altos oficiales estaban a favor del golpe.

El peligro real de un derramamiento de sangre provendrá de unas fuerzas armadas divididas, o si ocurrieran serios motines entre la tropa. Esto podría producir una guerra civil. Puede esperarse una fuerte resistencia de los comités de trabajadores y de las brigadas paramilitares que el Partido Socialista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria dirigen en Santiago así como de grupos guerrilleros en el sur. Pero si no consiguen apoyo militar significativo, estos grupos probablemente podrán ser contenidos.

Cualquiera sea el gobierno que surja del golpe militar, no se pueden esperar tiempos fáciles. También aquellos que sufrieron bajo el gobierno de Allende sentirán la tentación de ajustar cuentas con el bando derrotado. Pocas personas creen que Chile pueda retornar a su forma tradicional de administrar sus asuntos.

El trabajo de reconstrucción costará un enorme sacrificio, de la misma forma que ocurrió en Brasil cuando Roberto Campos era responsable de la planificación económica durante los años posteriores al golpe de 1964. Esto no significa que Chile se convertirá en otro Brasil. Por una parte, Chile es probablemente un lugar menos violento --aún en estos momentos-- que Brasil y, por otra, los generales chilenos tienen una concepción bien distinta de su rol comparada con aquella de los generales que apoyan al señor Campos. Ellos aceptan que es demasiado tarde para revertir muchos de los cambios impuestos por el Dr. Allende; por ejemplo, en su intento por reconstruir el sector privado, ellos pondrán más énfasis en traer de regreso a los inversionistas extranjeros y en crear nuevas industrias que en devolver lo que fue expropiado.

El General Pinochet y los oficiales que lo acompañan no son peones de nadie. Su golpe fue preparado en casa, y los intentos por hacer creer que los norteamericanos estaban implicados son absurdos, especialmente para quienes conocen la cautela norteamericana en sus recientes tratativas con Chile.

El gobierno militar-tecnocrático que está aparentemente tomando forma intentará reconstruir el tejido social que el gobierno de Allende destruyó.

Esto significará la muerte transitoria de la democracia en Chile, lo cual será deplorable, pero no debe ser olvidado quien lo hizo inevitable.
 

Momentos del combate por La Moneda





La completa destrucción del Palacio Presidencial





Cronología del DIA 11 SEPTIEMBRE DE 1973

(www.terrorfileonline.org/es/index.php)

6:00 Los barcos de la Armada, que habían zarpado el día anterior para participar de la Operación Unitas, regresan a Valparaíso. Efectivos navales ocupan las calles del puerto, la Intendencia y las plantas de la Compañía de Teléfonos de Viña y Valparaíso. En Santiago, el Comandante en Jefe de la Armada es detenido en su domicilio.

6:30 Un oficial de Carabineros de Valparaíso informa a la residencia presidencial de Tomas Moro de la situación en el puerto. En el Ministerio de Defensa ya se encuentra reunido todo el alto mando golpista presidido por el vicealmirante Carvajal. El general Pinochet se ha instalado en la escuela de Telecomunicaciones de Peñalolen y el general Leigh, en la Academia de Guerra de la Fach en Las Condes. El general Mendoza, que ha dado su propio golpe en Carabineros, se encuentra en el edificio de la institución en calle Amunategui.

7:30 Acompañado de su guardia personal, Allende llega a La Moneda que ya se encuentra rodeada por las tropas rebeldes. En los minutos siguientes, numerosos funcionarios de gobierno ingresan al Palacio.

8:00 En su primera alocución por radio, Allende informa al país del levantamiento que el supone restringido a la Armada en Valparaíso. Quince minutos después las radios de oposición transmiten en cadena la primera proclama de las Fuerzas Armadas. Efectivos militares destruyen los equipos de Radio Nacional y allanan la radio de la Universidad Técnica. Las torres transmisoras de radio Corporación y radio Portales son bombardeadas.

9:00 Después de tratar inútilmente de comunicarse con los tres Comandantes en Jefe, Allende tiene claro que todas las fuerzas armadas están coludidas en el golpe y que han sido decapitados los mandos de aquellas armas cuyos jefes le guardaban fidelidad. Entonces empiezan a sentirse los primeros disparos como producto del enfrentamiento entre efectivos golpistas y francotiradores instalados en los edificios públicos del sector.

9:20 Allende habla por última vez a través de Radio Magallanes. Con emotivas palabras, en lo que sabe será su último discurso público, Allende se despide del pueblo que lo eligió Presidente.

10:00 Los tanques comienzan a disparar intensamente contra La Moneda desde donde los defensores responden el fuego, obligando a los asaltantes a replegarse. Allende rechaza las intimaciones de rendición de Carvajal y el ofrecimiento de sus edecanes militares de un avión para partir al exilio. La guardia presidencial de Carabineros abandona el Palacio. Sólo el Director de Carabineros, general Sepúlveda Galindo, permanece hasta minutos antes del bombardeo.

11:00 A instancias del Presidente, un grupo de mujeres, entre las que se cuentan sus hijas, y algunos funcionarios de gobierno abandonan el Palacio. En Sumar, el Comité Político de la UP decide no resistir: los trabajadores deberán abandonar sus centros de trabajo y regresar a sus hogares.

12:00 Bombarderos de la Fach arrojan durante quince minutos mas de veinte bombas explosivas sobre el viejo edificio, el que empieza a arder por el ala norte, frente a la calle Moneda. En tierra, las tropas lanzan bombas lacrimógenas al interior: el ambiente se vuelve irrespirable. El periodista Augusto Olivares se suicida en una de las dependencias del Palacio. Minutos más tarde, los aviones proceden a bombardear la casa presidencial de Tomas Moro. Enfrentamientos en la Universidad Técnica, en industrias y poblaciones arrojan decenas de muertos y cientos de detenidos. Las embajadas comienzan a llenarse de asilados.

13:30 Al mando del general Palacios, efectivos militares entran en La Moneda mientras una larga fila de detenidos comienza a abandonar el lugar. En el segundo piso, después de una intensa balacera, el Presidente Allende muere con una metralleta en sus manos en el Salón Independencia.

15:00 Un nuevo bando de la Junta Militar conmina a 92 personeros del gobierno y políticos de la UP a entregarse en el plazo de una hora en el Ministerio de defensa. Arsenio Pupin, Claudio Gimeno, Eduardo Paredes, Enrique Huerta y todos los guardias personales de Allende, son trasladados al regimiento Tacna de donde desaparecen para siempre.

16.00 Bomberos llega a sofocar el incendio de La Moneda que solo lograra ser extinguido al anochecer. El cuerpo de Allende, cubierto con un choapino boliviano, es retirado por efectivos militares y trasladado al Hospital Militar.

18.00 Comienza el toque de queda en todo el país. Los detenidos de Santiago empiezan a llegar al Estadio Nacional y los de Concepción son trasladados a la Isla Quiriquina.

A esta hora, todos los focos de resistencia han sido aplastados y la Junta de Gobierno controla todo el territorio nacional.





VICTIMAS DEL GOLPE MILITAR DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973


FALLECIDOS DE LA IZQUIERDA  

(www.archivochile.com y "La Memoria y el Olvido Detenidos Desaparecidos en Chile,
Elias Padilla Ballesteros, 1995)

AEDO HIDALGO Luciano

AGUIRRE VASQUEZ Antonio GAP

ARENAS DÍAZ Guillermo

AVILES JOFRE Oscar Luis del Carmen

BARRIOS MEZA Jaime Antonio Asesor Presidencial

BLANCO TARRES Domingo Bartolomé GAP

CARRASCO AYALA Juan Carlos MIR

CASTRO ZAMORANO Manuel Ramón GAP

CHAMORRO ACOSTA Nicanor MIR

CONTRERAS CONTRERAS Sergio GAP

DOMÍNGUEZ JARA Gustavo Efraíh

DOMÍNGUEZ JARA Tomás Rogelio

ESCOBAR CRUZ Daniel Francisco

FERNANDEZ FERNANDEZ Julio César

FREIRÉ MEDINA José GAP

GARCES PORTIGLIATI Pedro Juan GAP

GÓMEZ ARRIAGADA Sergio Arturo

GUTIÉRREZ AYALA Daniel Antonio GAP

HUERTA CORVALAN Enrique Lelio Asesor Presidencial

JIMENO GRENDI Claudio Raúl Asesor Presidencial

KLEIN PIPPER Jorge Max

LAGOS RÍOS Oscar Reinaldo GAP

LIZARDI FLORES HUMBERTO MIR

LLABULEN PILQUINAO José Domingo

MAZA CARVAJAL Enrique Antonio MIR

MIRANDA SEPULVEDA Iván Octavio

MONTIGLIO MURUA Juan José GAP

MORALES JARA Rubén Eduardo MIR

MORENO PULGAR Julio Hernán GAP

MUÑOZ CORNEJO Manuel del Carmen

NAVARRETE LEIVA Arturo Alejandro

NEIRA SALAS Máximo Segundo MIR

NORAMBUENA INOSTROZA Domingo Antonio

NUÑEZ ALVAREZ Luis Francisco

OJEDA DISSELKOEN Eduardo Manuel MIR

ORREGO GONZÁLEZ Jorge Osvaldo GAP

PAREDES BARRIENTOS Juan Antonio Eduardo

PARÍS ROA Enrique Médico Presidencial

PINCHEIRA NUÑEZ Héctor Ricardo

POUPIN OISSEL Arsenio Subsec. Gral de Gobierno

RAMÍREZ BARRÍA William Osvaldo GAP

RAMOS RIVERA Osvaldo del Carmen GAP

RODRÍGUEZ RIQUELME Luis Femando GAP

ROJAS MÉNDEZ José Adolfo

SEGOVIA VILLALOBOS Luis Orozimbo

SOBARZO SEPULVEDA Javier Enrique

SOTELO OJEDA Jaime Gilson GAP

SOTO CHANDIA Luis Alberto

TAPIA MARTÍNEZ Julio Femando GAP

URRUTIA MOLINA Héctor Daniel GAP

VALLADARES CAROCA Oscar Enrique GAP

VARGAS CONTRERAS Juan Alejandro GAP

YAÑEZ FRANCO Juan Miguel

ZARATE ALARCON Pedro Antonio

 
FALLECIDOS DE LAS FUERZAS ARMADAS DE CHILE
 
("Chile, Crónica de un Asedio", Luis Heinecke Scott, 1992; "La Verdad Olvidad del Terrorismo en Chile 1968-1996", FF.AA. y Carabineros en Retiro, 2007; "Chile: Objetivo del Terrorismo”, Pedro Varas Lonfat, 1988; “Chile, Crónica de un Rescate”, Rafael Valdivieso Ariztía, 1988;  "Pinochet, Las Incómodas Verdades", Mario Spataro; www.10septiembre.cl, www.fundacionpinochet.cl, www.carabineros.cl, www.despiertachile.cl. SE COMPROBARON NOMBRES Y HECHOS, PUESTO QUE DIFIREN EN PUBLICACIONES Y EN INTERNET)

EJÉRCITO

Sgto. 2º WALDO NOELL MORALES/IBANEZ

Suboficial RAMON TORO IBAÑEZ

Cabos 2º HUGO MORA NARVAEZ, AGUSTIN LUNA BARRIOS y LUIS CASTILLO ASTORGA

Soldados Conscriptos SERGIO ESPEJO PLAZA, JOSE SAN JUAN NAVEAS y
JUAN SEGURA SEPÚLVEDA


FUERZA AÉREA

Sargento MARMADUQUE GONZALEZ NÚÑEZ


CARABINEROS

Mayor OSVALDO MARIO MUÑOZ CARRASCO

Capitán HECTOR JOSE DAVILA RODRÍGUEZ

Teniente RAMON JIMENEZ CADIEUX

Sargentos JOSE HUMBERTO WETLING WETLING y ANSELMO AGUAYO BUSTOS

Cabo 1º ORLANDO ESPINOZA FAUNDEZ

Cabo 2° ROBINSON ROJAS VILLANUEVA

Carabineros MARIO BARRIGA ARRIAGADA, PEDRO CARIAGA MATELUNA, MARTIN VEGA ANTIQUERA, RAUL LUCERO ARAYA, JOSE APABLAZA BREVIS, JOSE MALDONADO INOSTROZA, JUAN HERRERA URRUTIA, ESTEBAN MANUEL CIFUENTES CIFUENTES y FABRICIANO GONZALEZ URZUA


ARMADA

Tenientes CARLOS MATAMALA y VÍCTOR PARADA

Cadete de la Armada ALIAN MURPHY

Marineros MANUEL YAÑEZ y CARLOS GONZÁLEZ

Marineros conscriptos MOISÉS PÉREZ, JUAN NUÑEZ y FERNANDO MONTENEGRO



"LA BATALLA DE LA LEGUA"
Enfrentamiento entre izquierdistas y unidades de Carabineros

("Chile, La Conjura, Los Mil y Un Días del Golpe", Mónica González, 2000)