TERREMOTO - MAREMOTO, VALDIVIA, 16 DE DICIEMBRE DE 1575


El maremoto de 1575 (www.ligamar.cl)

Ese año se había iniciado con un terremoto en Santiago, en el mes de marzo, sin mayores daños; pero, meses más tarde, el 16 de diciembre, se desencadenó en el sur un violento terremoto - maremoto, que más bien pareció un cataclismo.
Según relatos del cronista Mariño de Lobera, corregidor de Valdivia, poco antes del crepúsculo comenzó a temblar cada vez con mayor violencia y por espacio de 15 minutos, hasta convertirse el fenómeno en un violento terremoto.
El río de Valdivia, con su gran caudal, se dividió cortándose, de modo que una parte siguió fluyendo hacia el mar y la otra río arriba, quedando parte del lecho al descubierto. En Corral se salió el mar entrando una enorme ola a una gran velocidad a través del río hacia Valdivia por unas tres leguas (18.9 kms.), arrojando una gran cantidad de peces.
Las casas fueron todas destruidas y se hundieron dos naos, mientras los habitantes no podían sentirse seguros en lugar alguno, ya que se abría la tierra con los temblores que se repetían cada 30 minutos, actividad que reincidió durante cuarenta días.
El gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, en carta a SMC, del 2 de febrero de 1576, comunicó: “En un momento derribó las casas y templos de cinco ciudades, que fueron: La Imperial, Villarrica, Osorno, Valdivia y Castro y salió la mar de su curso ordinario de tal manera que en la costa de La Imperial se ahogaron casi 100 ánimas de indios y en el puerto de Valdivia dieron al través dos navíos que ahí estaban surtos y mató el temblor veintitantas personas entre hombres, mujeres y niños”, etc.
Cuatro meses después, a fines de abril de 1576, un cataclismo desplomó un cerro aledaño al desaguadero del lago Riñihue, afluente del río Valdivia, formando una represa que taponeó el lago. Pasado el tiempo, esta última se rompió y la avalancha destruyó con gran violencia todo lo que encontró a su paso, anegando campos de pastoreo y poblados vecinos, descuajando árboles y arrastrando casas. Esta catástrofe duró tres días y dejó 1.200 aborígenes muertos, al igual que gran cantidad de ganado, más las destrucciones materiales ya indicadas.



TERREMOTO DE 1575 (www.angelfire.com)

El 17 de Marzo a las 10 de la mañana hubo en Santiago un sismo que agrietó las casas y causó alarma en la población. Antes de finalizar el año, el 16 de Diciembre de 1575, un nuevo terremoto, esta vez de mayor fuerza, arruinó las ciudades del sur del país. El padre Escobar, basado en los manuscritos de Mariño de Lobera, corregidor de Valdivia, relata:
"Hora y media antes del anochecer comenzó a temblar la tierra con gran rumor y estruendo yendo siempre el terremoto en crecimiento sin cesar de hacer daño derribando tejados, techumbres y paredes, con tanto espanto de la gente que estaban atónitas y fuera de sí de ver un caso tan extraordinario. No se puede pintar ni describir la manera de esta furiosa tempestad que parecía ser el fin del mundo, cuya priesa (sic) fue tal, que no dio lugar a muchas personas a salir de sus casa, y así perecieron enterradas en vida, cayendo sobre ellas las grandes machinas de los edificios."
"Era cosa que erizaba los cabellos y ponía los rostros amarillos, el ver menearse la tierra tan a priesa, y con tanta furia que no solamente caían los edificios, sino también las personas sin poderse detener en pie, aunque se asían unos de otros para afirmarse en el suelo."
"Demás desto, mientras la tierra estaba temblando por espacio de un cuarto de hora, se vio en el caudaloso río, por donde las naos suelen subir sin riesgos, una cosa notabilísima, y fue que en cierta parte dél se dividió el agua corriendo la una parte de ella hacia la mar y la otra parte río arriba, quedando en aquel lugar el suelo descubierto; de suerte que se veía las piedras como las vio Pedro de Lobera de quién saqué esta historia, el cual afirma haberla visto por sus ojos. Ultra desto salió la mar de sus límites y linderos corriendo con tanta velocidad por la tierra adentro, como el río de mayor ímpetu del mundo. Y fue tanto su furor y braveza, que entró tres leguas por la tierra adentro, donde dejó gran suma de peces muertos, de cuyas especies nunca se habían visto otras en este reino."
"Aun en campo raso - continúa Mariño de Lobera - no estaban del todo seguras las personas, porque por muchas partes se abría la tierra frecuentemente con los temblores, que sobrevenían cada media hora sin cesar esta frecuencia por espacio de cuarenta días."
Rodrigo de Quiroga, gobernador de Chile en esa época, relataba por su parte, en carta de 2 de Febrero de 1576 al rey:
"En un momento derribó las casas y templos de cinco ciudades, que fueron La Imperial, Ciudad Rica (Villarrica), Osorno, Castro y Valdivia, y salió la mar de su curso ordinario, de tal manera que en la costa de La Imperial se ahogaron casi cien ánimas de indios (ya los indios tenían alma), y en el puerto de Valdivia dieron al través dos navíos que allí estaban surtos, y mató el temblor veintitantas personas, entre hombres, mujeres y niños"... "Yo he mandado a hacer plegarias y procesiones, suplicando a Nuestro Señor aleje de nosotros su indignación."
Los desastres tuvieron también influencia en los huilliches, aborígenes de la zona que habían logrado una buena convivencia con los españoles, pero que al ver sus ciudades y fuertes destruidos se decidieron a rebelarse librándose varias batallas con resultados generalmente favorables a los conquistadores, pero que vinieron a arruinar aún más aquella zona, que era entonces la más próspera del país.

EL LAGO RIÑIHUE SE DESBORDA

Tal como estuvo a punto de ocurrir en Mayo de 1960, el cataclismo desplomó un cerro vecino a la salida del lago Riñihue, afluente del río Valdivia, lo que provocó la acumulación de una inmensa cantidad de agua, al no poder bajar normalmente hacia el mar. Al cabo de cuatro meses, esta "represa" accidental cedió con las consecuencias previsibles para los lugareños. El capitán Mariño de Lobera, corregidor de Valdivia, dispuso la evacuación de todos los habitantes y sus efectos a las partes altas, previendo el desenlace. Esto aminoró un poco los afectos de la avalancha. Dejemos que él mismo lo cuente:
"Tanto por la cantidad de agua acumulada, como por estar el lugar alto, salió bramando y hundiendo el mundo sin dejar casa de cuanta hallaba por delante que no llevase consigo. Y no es nada decir que destruyó muchos pueblos circunvecinos anegando a los moradores y a los ganados, mas también sacaba de cuajo los árboles por más arraigados que estuviesen. Y por ser esta avenida a medianoche, cogió a toda la gente en lo más profundo del sueño, anegando a muchos en sus camas, y otros al tiempo que salían dellas despavoridos. Y los que mejor libraran eran aquellos que se subieron sobre los techos de sus casas, cuya armazón era de palos cubierto de paja y totora como es costumbre entre los indios. Porque, aunque las mesmas casas eran sacadas de sus sitios, y llevadas por la fuerza del agua, con todo eso por ir muchas de ellas enteras como navíos, iban navegando como si lo fuera y así los que iban encima podían escaparse, mayormente siendo indios, que es gente muy cursada en andar en el agua."
Los habitantes refugiados en las partes altas se encontraron pronto rodeados por la avenida. Las casas pasaban arrastradas por la corriente, muchas con sus pobladores encima de ellas, e iban a perderse en el mar. Los indios se desprendían de los ranchos, al aproximarse a los islotes: algunos lograron salvarse ganando a nado su riberas; el golpe de los troncos de los árboles mató a muchos, y los más, murieron enredados en las ramas o arrastrados por el ímpetu de la corriente:
"Esto mesmo hacían los caballos, y otros animales, que acertaban a dar en aquel sitio, procurando guarecerse entre la gente con el instinto natural que les movía"..."En ese tiempo no se entendía otra cosa, sino en disciplinas, oración y procesiones, todo envuelto en hartas lágrimas para vencer con ellas la pujanza del agua, aplacando al Señor que las movía"..."Finalmente, fue bajando el agua al cabo de tres días, habiendo muerto más de mil doscientos indios, y gran número de reses, sin contarse aquí la destrucción de casas, chacras y huertas, que fuera cosa inaccesible."


16 de diciembre de 1575 (www.shoa.cl)

Epicentro del terremoto: latitud 38,5° S; longitud 74,5° W
Magnitud estimada: 8,5 Richter
Variación máxima del nivel del mar: 4metros en Corral

Carta del Cabildo de Nueva Imperial al licenciado M.Calderón sobre el estado de la ciudad después del terremoto que la asoló. Fechada el 8 de enero de 1576 en La Imperial:

“Ilustre Señor, y por causa que Dios fue servido que a diez y seis de diciembre, dos hora antes de que se pusiese el sol en espacio de tres credos con un temblor y terremoto, se cayó toda esta ciudad, sin quedar casa que se pueda vivir ni osar entrar dentro y creyendo que aquí había sido solo el daño, hemos sabido como es verdad que las ciudades de Valdivia, Osorno, Villarrica, no quedó casa ni cimiento de todas ellas, con grandísimo daño de las haciendas y más de las personas que murieron. En Valdivia veintidós personas
fallecieron, murieron también más de cien piezas de servicios y sobre todo salió la mar con tanta braveza y pujanza, que se tuvo por cierto se anegara la ciudad. Perdiéndose dos navíos que estaban en el puerto, sin poderse aprovechar de ninguno. El navío de San Joan de Fontaso le echó la mar en Tenguelén y de Santiago de Uriona se hundió; no había más. Cayéronse dos cerros en la boca de la laguna de la villa en los indios de Arias Pardo, que taparon tan en extremo el Desaguadero que se secó el río Delame. En Osorno murió la mujer de Diego de Rojas y otra moza y algunas piezas. En la Villarrica murieron tres piezas; de Chiloé no se sabe nada hasta ahora. En esta ciudad no murió más que una india, hizo la mar grandísimo daño, en la costa murió de Toltén del repartimiento de doña Esperanza muchas piezas, no les dejó la mar ninguna sementera, salió por el valle arriba más de dos leguas dejó los campos llenos de mucho pescado, subió la marea por este río hasta la isla de Maquehua y así sube hasta y después que la mar ha vuelto a su curso, abrió la mar una boca de puerto de más de dos cuadras de ancho hondable e limpio y esto fue por la parte que los de esta ciudad le querían abrir".
(Publicada en: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, Segunda Serie, vol. II 1573-1580, Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, Santiago, 1957, pp.217-219)

Carta de Pedro Feyjó al licenciado M. Calderón, fechada en Valdivia el 28 de diciembre de 1575:

“Ilustre Señor. El viernes pasado que fueron 16 de éste, dos horas antes que anocheciese tembló la tierra en esta ciudad y hubo un terremoto que creo yo jamás tal se ha visto, fue de suerte que ninguna casa, iglesia ni monasterio quedó en pie que dentro de un cuarto de hora no se arrasase todo por el suelo, algunas gentes murieron, aunque según ello fue yo pensé que todos ibamos, porque no hubo hombre que se pudiera tener en pie, abriose la tierra en tanta manera que parecía que a todos nos quería tragar, el río grande de esta ciudad en lugar de correr hacia el mar corría hacia arriba con tanto ímpetu que no he visto yo correrle hacia abajo por ninguna parte tan recio, fue Nuestro Señor servido que la laguna donde manaba cayese un cerro sobre la boca del desaguadero y lo tapó de tal suerte que no corre agua por el río. Dos navíos que estaban en este puerto para el Perú casi despachados, aunque se halló en ellos mucha gente de marineros que los cargaban de madera, no pudieron remediarlos, que entrambos se perdieron (...). Los indios no han querido venir a servir al puerto por miedo de la mar, que dicen los ha de comer a todos y aquí se ha hecho por cierto que el repartimiento de doña Esperanza, que estaba junto al mar, se le han ahogado mas de mil ánimas (...) y en esta ciudad nos velamos (...) no se suelte la laguna toda el agua de golpe y nos ahogue aquí a todos. Lo mismo que digo de esta ciudad hay que decir de la Imperial, la Rica y Osorno, que todas quedaron sin ningún edificio".
(Publicada en: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, Segunda Serie, vol. II 1573-1580, Fondo Histórico y Bibliográfico J.T. Medina, Santiago, 1957, pp.212-214)



16 diciembre 1575, Terremoto VALDIVIA (www.sismo24.cl)

A cinco años del terremoto de 1570 en Concepción similar calamidad azotaría las ciudades australes de Chile. En los manuscritos de Mariño de Lobera se describe la catástrofe:
"Era cosa que erizaba los cabellos y ponía los rostros amarillos, el ver menearse la tierra tan apriesa y con tanta furia que no solamente caían los edificios, sino también las personas sin poder detenerse en pie, aunque se asían unos de otros para afirmarse en el suelo".
Poco después sobrevino la salida del mar: "Y fue tanto su furor y braveza, que entró tres leguas por la tierra adentro, donde dejó gran suma de peces muertos, de cuyas especies nunca se habían visto otras en este reino".
FUENTE: Historia de Chile Ilustrada, Encina - Castedo, publicación de Las Ultimas Noticias, Santiago

A fines de abril de 1575 llegaba a La Serena el licenciado Gonzalo Calderón, nombrado por el Rey teniente de gobernador del reino. Era un abogado joven e impetuoso que venía envanecido con las prerrogativas de su cargo, y que llegó a pretender que sus facultades no eran inferiores a las del Gobernador. Desde que se trasladó a Concepción a tomar la residencia a la Audiencia, comenzaron a nacer dificultades de detalle, que luego se hicieron extensivas a sus relaciones con el mismo Quiroga. Pero éstos no eran, en realidad, los más serios problemas de la situación. Las necesidades y apremios de la guerra, mantenían la alarma en la colonia, imponían sacrificios de toda naturaleza y preocupaban todos los ánimos. Al poco tiempo de iniciado el gobierno de Quiroga, dos fenómenos naturales, que los supersticiosos españoles llamaban prodigios, vinieron a producir el pavor y a hacer nacer los más tristes presentimientos.
El 17 de marzo de 1575, a las diez de la mañana, se hizo sentir en Santiago un sacudimiento de tierra de poca intensidad, pero de bastante prolongación, que conmovió los edificios y que sin derribar ninguno, abrió algunas paredes. El pueblo tomó este temblor por aviso de Dios.
Antes de terminar ese año, ocurrió en Valdivia otro terremoto mucho más tremendo en sus sacudimientos y en sus estragos. El 16 de diciembre, hora y media antes de oscurecerse, "comenzó a temblar la tierra con gran rumor y estruendo, yendo siempre el terremoto en crecimiento sin cesar de hacer daño, derribando tejados, techumbres y paredes, con tanto espanto de la gente, que estaban atónitas y fuera de sí de ver un caso tan extraordinario. No se puede pintar ni descubrir la manera de esta furiosa tempestad que parecía ser el fin del mundo, cuya prisa fue tal que no dio lugar a muchas personas a salir de sus casas, y así perecieron enterradas en vida, cayendo sobre ellas las grandes máquinas de los edificios. Era cosa que erizaba los cabellos y ponía los rostros amarillos, el ver menearse la tierra tan aprisa y con tanta furia que no solamente caían los edificios sino también las personas, sin poderse tener en pie, aunque se asían unos de otros para afirmarse en el suelo. Demás de esto, mientras la tierra estaba temblando por espacio de un cuarto de hora, se vio en el caudaloso río, por donde los navíos suelen subir sin riesgo, una cosa notabilísima, y fue que en cierta parte de él se dividió el agua corriendo la una parte de ella hacia la mar, y la otra parte río arriba, quedando en aquel lugar el suelo descubierto de suerte que se veían las piedras. Ultra de esto salió la mar de sus límites y linderos, corriendo con tanta velocidad por la tierra adentro como el río de más ímpetu del mundo. Y fue tanto su furor y su braveza, que entró tres leguas por la tierra adentro, donde dejó gran suma de peces muertos, de cuyas especies nunca se habían visto en este reino. Y entre estas borrascas y remolinos se perdieron dos navíos que estaban en este puerto, y la ciudad quedó arrasada por tierra, sin quedar pared en ella que no se arruinase". Los habitantes de la ciudad de Valdivia se vieron reducidos a vivir a campo raso, expuestos a las lluvias, privados de alimentos y sin creerse allí mismo seguros, porque por muchas partes, se abría la tierra frecuentemente con los temblores que sobrevenían cada media hora, sin cesar esta frecuencia por espacio de cuarenta días. Los caballos, los perros, los animales todos, corrían de un punto a otro aterrorizados, y aumentando la confusión y el pavor. El terremoto se había hecho sentir en todas las ciudades australes, y en todas ellas causó los más terribles estragos.
"En un momento, dice el gobernador Quiroga, derribó las casas y templos de cinco ciudades, que fueron: la Imperial, Ciudad rica (Villarrica), Osorno, Castro y Valdivia, y salió la mar de su curso ordinario, de tal manera que en la costa de la Imperial se ahogaron casi cien ánimas de indios, y en el puerto de Valdivia dieron al través dos navíos que allí estaban surtos, y mató el temblor veinte y tantas personas entre hombres, mujeres y niños".
Quiroga agrega que, por su parte, había hecho todo lo posible por reparar aquellos males. "Yo he mandado hacer plegarias y procesiones, dice, suplicando a nuestro Señor aleje de sobre nosotros su indignación".
Como si la cosas no fueran suficientemente difíciles para los conquistadores de la época, los indios de la región, tranquilos y pacíficos hasta entonces, pero hastiados, sin duda, de los malos tratamientos que les daban los españoles, e incitados a la rebelión por las tribus que sostenían con tan buen éxito la resistencia, se aprovecharon de la perturbación producida por el terremoto, tomaron las armas y emprendieron la guerra en marzo de 1576 con poca fortuna en el principio, pero con la más decidida resolución.
En medio de lucha y de la situación precaria y miserable a que los sometía la destrucción de sus casas y los demás estragos causados por el terremoto de 16 de diciembre, los vecinos de Valdivia pasaron todavía por otro cataclismo no menos peligroso y aterrorizador que el mismo terremoto. Al oriente de la ciudad, en las faldas de la cordillera, el sacudimiento de la tierra había desplomado un cerro, precipitándolo sobre la caja del río que sale del lago de Riñihue y va a formar el río de Valdivia. Esos materiales formaron una especie de dique que atajaba el curso de las aguas. Subsistió este estado de cosas durante cuatro meses, aumentando considerablemente los depósitos del lago; pero a fines de abril de 1576, las aguas detenidas, engrosadas extraordinariamente con las copiosas lluvias del otoño, rompieron ese dique y corrieron con gran estrépito, desbordándose en los campos vecinos, arrancando los árboles que encontraban a su paso y arrastrando las chozas de los indios de todas las inmediaciones.
En Valdivia, los efectos de esta inundación fueron verdaderamente desastrosos. El capitán Mariño de Lobera, que desempeñaba este año el cargo de corregidor, en previsión de este accidente, había dispuesto que los vecinos de la destruida ciudad, establecieran sus habitaciones provisorias en una altura inmediata. "Con todo eso, cuando llegó la furiosa avenida, puso a la gente en tan grande aprieto que entendieron no quedara hombre con vida, porque el agua iba siempre creciendo de suerte que iba llegando cerca de la altura de la loma donde está el pueblo; y por estar todo cercado de agua, no era posible salir para guarecerse en los cerros, si no era algunos indios que iban a nado, de los cuales morían muchos en el camino topando en los troncos de los árboles, y enredándose en sus ramas. Lo que ponía más lástima a los españoles era ver a muchos indios que venían por el río encima de sus casas, y corrían a dar consigo a la mar, aunque algunos se echaban a nado y subían a la ciudad como mejor podían. Esto mismo hacían los caballos, y otros animales que acertaban a dar en aquel sitio procurando guarecerse con el instinto natural que les movía. En este tiempo no se entendía en otra cosa sino en disciplinas, oraciones y procesiones, todo envuelto en hartas lágrimas para vencer con ellas la pujanza del agua, aplacando al Señor que la movía. Cuya clemencia se mostró allí como siempre, poniendo límite al crecimiento, a la hora de medio día, porque aunque siempre el agua fue corriendo por el espacio de tres días, era esto al peso a que había llegado a esta hora, sin ir en más aumento como había ido hasta entonces. Finalmente, fue bajando el agua al cabo de tres días, habiendo muerto más de mil y doscientos indios y gran número de reses, sin contarse aquí la destrucción de casas, chacras y huertas, que fuera cosa inaccesible".

VERSIÓN MAPUCHE

Cada vez que temblaba, los aborígenes corrían a los cerros (donde habitaba el Ten Ten) con sus hijos y comida para varios días transportada en platos de madera sobre sus cabezas. Le temían al gran diluvio, que ya había ocurrido antes, debido a que el dios de las aguas, una enorme culebra llamada Cay Cay, hacía salir las aguas del mar súbitamente para sorprender y destruir al dios de la tierra (Ten Ten o Tren Tren) acabando de paso con toda la gente. Ten Ten les había aconsejado ascender hasta los cerros más alto so pena de ser convertidos en peces, animales marinos o rocas a los que no lo hicieran. Ya una vez había ocurrido tal cosa años atrás, cuando Cay Cay hizo subir las aguas de tal manera que aún los hombres en las cimas de los cerros peligraban ser inundados. Tuvo entonces Ten Ten que hacer subir los cerros para salvarlos. Tan alto subió los cerros, hasta cerca del sol, que los hombres comenzaron a sufrir insolación, de la que se salvaron cubriendo sus cabezas con los platos de madera en que habían llevado sus víveres. Cay Cay no pudo más y tuvo que replegarse lleno de rabia, con terribles bramidos, prometiendo vengarse. Las aguas inmediatamente volvieron a sus niveles normales.
Cuentan los cronistas que después de ese episodio los mapuches celebraron nguillatunes e incluso habrían sacrificado un niño para ofrendarlo, descuartizado, al Dios de las aguas.
FUENTE: Historia General de Chile, Diego Barros Arana

16 de diciembre de 1575 - VALDIVIA

Cinco años más tarde, el 16 de diciembre de 1575, siendo gobernador Rodrigo de Quiroga, un cataclismo destruyó todas las ciudades del sur y el mismo gobernador lo describe, en carta al rey, de 2 de febrero de 1576, en estos términos:
"En un momento derribó las casas y templos de cinco ciudades, que fueron La Imperial, Villarrica, Osorno, Castro y Valdivia, y salió la mar de su curso ordinario, de tal manera que en la costa de la Imperial se ahogaron casi cien ánimas de indios, y en el puerto de Valdivia al través dos navíos que allí estaban surtos, y mató el temblor veintitantas personas, entre hombres, mujeres y niños".
Por su parte, Mariño de Lobera, que presenció el fenómeno, lo describe así:
"Demás desto, mientras la tierra estaba temblando por espacio de un cuarto de hora, se vio en el caudaloso río (el Valdivia), por donde las naos suelen subir sin riesgo, una cosa notabilísima, y fue que en cierta parte del se dividió el agua corriendo la una parte de ella hacia el mar y la otra parte río arriba, quedando en aquel lugar el suelo descubierto de suerte que se veían las piedras".
No fue el terremoto el único cataclismo que debió soportar la ciudad de Valdivia aquel año.
Como consecuencia del mismo, en el mes de abril se produjo un fenómeno que se habría de repetir casi tres siglos más tarde en el mismo lugar. El terremoto desplomó un cerro vecino a la salida del lago Riñihue de donde sale el río Valdivia, formando una presa que tapó totalmente la salida del lago, el cual, en cuatro meses, acumuló una inmensa cantidad de agua. Al romperse el taco, las aguas se precipitaron al mar derribando cuanto encontraban a su paso.
Mariño de Lobera, que era corregidor de la ciudad, previendo lo que iba a ocurrir, dispuso el traslado de los habitantes a las partes altas con lo que aminoró mucho el número de víctimas. Con todo, la destrucción de la ciudad y de los poblados vecinos fue completa y según el relato del corregidor:
"las mesmas casas eran sacadas de sus sitios, y llevadas por la fuerza del agua, con todo eso por ir muchas de ellas enteras como navíos iban navegando como si lo fueran y así los que iban encima podían escaparse, mayormente siendo indios, que es gente muy cursada en andar en el agua".
FUENTE CONSULTADA: Prensa y Diccionario Histórico de Chile de los autores Srs. Fuentes, Cortes y Castillo, publicado por Las Ultimas Noticias de Santiago, http://sismo24.cl