TRAGEDIA DEL MONTE ACONCAGUA, MUEREN DOS ANDINISTAS CHILENOS,
ARGENTINA, 17 DE FEBRERO DE 1937
ARGENTINA, 17 DE FEBRERO DE 1937
La Tragedia del Aconcagua -1937
(www.hitosdechile.blogspot.co.at, 28 de
junio de 2012)
Los andinistas chilenos Fernando Solari y
Ruperto Freile mueren congelado en el Monte Aconcagua en 1937, siendo los
primeros chilenos víctimas de tal montaña. Por varios años se dudó que estos
dos andinistas hubiesen alcanzado efectivamente el techo de América, pero en
1942 se encontró el testimonio de cumbre dejado por ambos, confirmando de esta
forma su ascenso.
Rescatados lo cuerpos de los infortunados escaladores, se les efectuó un masivo funeral. El Cuerpo de Bomberos de Santiago acompañó a su última morada al voluntario Ruperto Freile, quién pertenecia a los registros de la Séptima Compañía "Honor y Patria".
Rescatados lo cuerpos de los infortunados escaladores, se les efectuó un masivo funeral. El Cuerpo de Bomberos de Santiago acompañó a su última morada al voluntario Ruperto Freile, quién pertenecia a los registros de la Séptima Compañía "Honor y Patria".
Aconcagua: Dos Expediciones Chilenas en
la Ruta de Los Polacos
(GRUPO DE MONTAÑA PERROS ALPINOS, www.perrosalpinos.cl/relatoshistoricos-aconcaguapolacos.html)
LA RUTA DE LOS POLACOS: Las banderas
que dejó la expedición anotada en el párrafo anterior permanecieron pocas horas
en la cumbre, pues por el flanco este escalaron los polacos: V.
Ostroswski, S. Osiecki y K. Narkiewics.Con otros dos alpinistas habían cubierto
la nueva ruta este, partiendo desde el Valle de Las Vacas y Relinchos en
un recorrido de 60 kms. en dirección O-N-O, para terminar en el empinado
glaciar.
Los dos grupos no se encontraron y desde
entonces se hizo famoso este nuevo reconocimiento del Aconcagua. Actualmente el
gran macizo presenta 10 posibilidades de ascensión a sus dos cumbres con las
siguientes variantes:
Ruta normal oeste desde el sur por valle
Horcones; normal oeste desde el norte; normal oeste variando por el "filo
Marmillod" hacia la pared sur de 6900 m.; Glaciar de los Polacos
desde el este; variante argentina por el glaciar este; pared sur ruta francesa
en 1954; pared sur variante argentina en 1966; pared sur variante austríaca -
argentina en 1966; pared sur variante Messner en 1974; pared sur hacia la
cumbre sur. Esta última no ha sido realizada.
Después de la expedición de Polonia se
anotan las siguientes: 1, II, 1935 con C. Anselmi, F. Strasse y el arriero
Pastén. El 22, II, 1937 el famoso alemán Hans Jorge Link llega solo a la
cumbre. El 31, I, 1937 el presidente del Club Andino de Chile, Valparaíso, Juan
Schuckert también lo hizo solo, siendo ésta la primera ascensión completa desde
Chile.
Pocos dias después el 17 de febrero
escalaron los chilenos Ruperto Freile, Fernando Solari, Carlos Espinoza y
Alejandro Leiva; Freile del C. Andino de Chile y Solari murieron en el
descenso derribados por un gran temporal.
Desde 1940 comienza la época de afluencia
de expediciones, todas por la ruta normal, hasta que en 1954 cinco franceses
lograron superar la terrible pared Sur, de 3000 mts. casi verticales y grados 6
y 7 de dificultades máximas.
Ascenso del ACONCAGUA
(HISTORIAS DE UN HUASO ARRIERO, www.dedaldeoro.cl/ed61-06_ascenso-aconcagua.html, Revista Dedal de Oro. Nº 61 - Año
X, Invierno 2012, HUMBERTO CALDERÓN FLORES)
Es probable que esta historia sea
desconocida o esté olvidada por los años transcurridos, pero este relato lo
recuerdo yo porque uno de los integrantes –el único que salvó con vida-, Carlos
Espinoza, nos lo contó a un grupo de jóvenes que salíamos con él a cazar
guanacos a la cordillera, al lado argentino por el Cajón del Río Maipo, cerca
de la laguna El Diamante. Debe haber sido en 1950. Por lo impresionante aún
está en mi memoria.
Este suceso fue en 1937. Fueron los
primeros hombres que transmitieron su voz desde pleno monte Aconcagua –el más
alto de la Cordillera de los Andes- y los primeros chilenos que lo ascendieron,
a costa de dos vidas. Esta expedición fue organizada por Radio Hucke de
Santiago y estaba compuesta por Ruperto Freile (jefe), Fernando Solari,
Alejandro Leiva, Víctor Bianchi y Carlos Espinoza, arrieros todos de la
localidad de Los Andes. Su jefe era don Víctor Cortez, arriero que sólo los
llevó hasta el campamento base, en Argentina, y quien posteriormente llegó a
vivir a El Melocotón. Allí se casó con una dama de esta localidad y formó una
familia con dos hijos, un hombre, ya muerto, y una niña, que vive aún en esta
localidad.
Partieron con las mulas y caballos
llegando a Puente del Inca, y de allí siguieron a Plaza de Mulas. Era la primera
expedición que llevaba trasmisor de radio y que logró comunicarse. Esto fue a
mediados de febrero de 1937. Se presentaron a las autoridades de Gendarmería,
en Argentina, y luego se comunicaron desde la altura con Santiago de Chile,
desde donde les comunicaron que el Observatorio Meteorológico había anunciado tormenta
en la cordillera. Pero no hacen caso a esta observación. A medianoche, parten
Freile, Solari, Leiva y Espinoza. Leiva, por quitarse un guante, sufre
congelamiento de la mano y debe regresar al campamento.
Tal como lo habían anunciado, se desató
el temporal. Pasaron las horas y pasó la noche sin que regresaran los que
habían marchado hacia la cumbre. Pero habían logrado alcanzarla, dejando los
testimonios: bandera y medallas. El temporal, la nieve, el viento blanco, los
encegueció. Trataron de sujetarse unos con otros, las ráfagas de viento los
azotaban. Freile se trastornó por la falta de oxígeno y la dificultad para
respirar. Al tratar de sujetarle, Solari se fracturó una pierna, y entonces
decidieron dejar a Freile abandonado a su suerte, pues les era imposible
retenerlo. Se perdió en la montaña en medio de la tormenta implacable.
Carlos comenzó a arrastrar a Solari de la
pierna buena, la fracturada recogida al pecho. Cada cierto espacio descansaba,
temiendo caer a un despeñadero. En una de esas paradas le dijo:
"Descansemos, negro", pero éste se quedó con la pierna en alto. Lo
traía muerto arrastrando. Ese fue un momento de desesperación. Carlos trató de
sacarse los guantes pero no pudo, estaban pegados por la nieve. Se sacó la
mascarilla y siguió deambulando sin saber hacia dónde. Había perdido el rumbo.
Los compañeros los habían salido a buscar
y encontraron a Carlos arrastrándose, sin reconocer cuál de los tres era, pues
había perdido la punta de la nariz, puede ser por los golpes que dio o por
congelamiento, pero ésta le sangraba y le corría sangre por la cara. Sin
conocimiento fue llevado al campamento base, donde recuperó el conocimiento. Le
hicieron curaciones improvisadas en la nariz para luego llevarlo rápido a un
hospital. Tomado de la montura, él trató de montar de salto, pero los pies no
le respondieron. También estaban congelados. Con mayor razón, entonces, se
debía apresurar la hospitalización. Se le trajo a Chile. Al hospitalizarlo se
le amputaron los pies hasta el empeine, debido al congelamiento. Le injertaron
la nariz. No supe de dónde le sacaron tejido, pero después debía afeitársela
cada tres días. Además, estaba casi ciego, con la vista quemada, y al
recuperarla quedó con una secuela extraña, un daltonismo que no he sabido que
alguien lo posea. Carlos veía todo en diferentes tonos de color verde. A los
guanacos en tierras amarillas no los distinguía al estar detenidos, lo hacía
sólo cuando estos estaban en movimiento.
Es grato recordar a un amigo, un hombre
mayor que nos relataba sus experiencias y otras historias de su vida como
andinista. También estuvo administrando el fundo El Ingenio y tuvo otras
actividades que sería largo enumerar. No sé cómo finalizar esta narración que
trae tantos recuerdos de un amigo ejemplar. El Viejo, le llamábamos, en forma
cariñosa y con mucho respeto.