¿ASALTO AL HOTEL CIAIKE EN MAGALLANES, 1907 O 1908?



EL SUPUESTO (Y FALLIDO) ASALTO DEL HOTEL CIAIKE

(La Seguridad en el Ambito Rural Magallánico en la Epoca de la Colonización Pastoril (1880-1910), MATEO MARTINIC, Revista  Magallania vol.40, no.1 Punta Arenas 2012, www.scielo.cl)

Una consulta que nos fuera hecha durante octubre 2011 nos ha permitido imponernos de un hecho al parecer ignorado hasta ahora para la historia como fuera el supuesto asalto del hotel rural de Ciaike (Magallanes centro-oriental) en una época indeterminada entre 1907 y 1908.

En efecto, el señor Hugo Jankelevich Wortsman nos solicitó información sobre el antiguo hotel Ciaike, establecimiento que regentara su abuelo Elías Wortsman durante el período mencionado. La consulta versaba sobre un aspecto específico del que no se dispone de mayor información y respecto del cual nos ocupamos hace algunos años en un estudio sobre el ramo mercantil de la hotelería y para satisfacerla debidamente requerimos mayores antecedentes a nuestro consultante. Así hemos sabido de la actividad comercial del abuelo Wortsman en el lugar, circunstancia que le permitió mantener a su familia y, conjeturamos, hacerse de una situación económica de estabilidad.

Sobre el hotel de Ciaike es poco y nada lo que se conoce. Ubicado en lo que había sido un paradero aónikenk (Shaik) sobre la ruta que antaño vinculaba el litoral del estrecho de Magallanes con el valle inferior del río Gallegos (parte del inmenso país estepario que integraba el dominio cinegético de esa etnia) -antecedente inmediato del primer camino tropero practicable por los civilizados antes de la ocupación colonizadora-, fue abierto en simultaneidad con la expansión de dicho proceso por el sector nororiental continental de Magallanes para el servicio de cuantos pasaran por allí por diferentes razones y para los requerimientos de la peonada rural. Así su quehacer era el servicio de comidas y alojamiento para personas, forraje, agua y pesebreras para cabalgaduras, por una parte, y de almacén para la venta de variados artículos necesarios para la gente de campo (incluyendo en primer lugar licores fuertes) y de bodega de acopio para la adquisición de productos de la naturaleza (pieles, plumas de avestruz y, muy excepcionalmente, oro de lavaderos, fruto de algún laboreo ocasional como se dio efectivamente durante el período de entre siglos XIX y XX, época en que la "febre aurífera" contagió a medio mundo en Magallanes.

Entendido así, cada uno de los establecimientos del género pudo ser, tal vez, el objetivo en donde desde la perspectiva de un maleante necesariamente debía haber algún botín que interesara, esto es, dinero o valores que robar y de esa manera proceder en consecuencia. Así queremos explicar el intento de asalto de que habría sido objeto el hotel de Ciaike.

Esta situación pudo darse en el caso de que se trata cuando hacia 1902 llegó a Magallanes Elías Wortsman junto con su esposa Dora Toperberg y una hijita, procediendo desde Buenos Aires, puerto al que habían arribado con anterioridad como emigrantes naturales del Imperio Ruso. Buscando en que ocuparse con provecho, el matrimonio optó por el trabajo hotelero siguiendo una tradición familiar que procedía de ambas partes. Fue así que accedieron a la propiedad del hotel de Ciaike, si Wortsman disponía de recursos para adquirirlo o, si no, a su arrendamiento, en cualquier caso para llevar adelante su explotación comercial. Y de ese modo todo debió darse bien, al parecer, como lo demuestra una permanencia en ese apartado lugar extendida hasta 1908. Aquí la familia aumentó con una niña en 1905 y con dos mellizas nacidas en el hotel en 1907.

Entre otros antecedentes nuestro consultante brindó la siguiente estupenda noticia: Hay una historia vinculada que dice que en esa zona se dejaban caer cuatreros y asaltantes provenientes del lado argentino entre los cuales una de esas bandas era comandada por una mujer. En ausencia de mi abuelo y bisabuelo se enfrentaron con mi abuela con tres niños pequeños y como ella (mi abuela) hablaba muy poco español y con acento argentino increpó a la asaltante diciéndole que "era el colmo que una compatriota asaltara a una de su propia sangre y todavía con niños pequeños" por lo cual la asaltante (que al parecer era famosa en esa época) le perdonó la vida y no se llevó nada.

Ante tan sorprendente -por excepcional-cuanto desconocida información que nos llevó de inmediato a relacionar a los forajidos protagonistas con la banda de Buth Cassidy, Sundance Kidd y Ethel Place, requerimos a nuestro consultante mayor precisión obteniendo la siguiente respuesta:

Lo de los bandoleros dirigidos por una mujer lo tengo directamente del relato de mi madre. Al parecer eran dos hombres y una mujer. Eran extranjeros (al igual que mis familiares), hablaban español con acento argentino (igual que mi abuela). […] Cuando fue asaltada se encontraba con sus suegros y con sus hijos chicos, posiblemente con otras hermanas. […] Los asaltantes deben haber sabido que mi abuelo Elías Wortsman manejaba dinero y oro. Su oficio era comprar oro a los pirquineros que operaban en Río Chico y además comprab a lana. Vendía monturas, riendas, mantas y abarrotes a las estancias cercanas. Tenía una gran visión comercial y era muy trabajador por lo que rápidamente se hizo conocido en la zona.

Cuando la jefa de los asaltantes intimidó a mi abuela exigiendo dinero y oro, bajo la amenaza de muerte, ella (mi abuela) no se asustó y por el contrario la increpó: "es una vergüenza que una extranjera que viene de Argentina venga a asaltar a otra extranjera que también viene de Argentina y a otro país (Chile).Tienes que ver que somos solamente mujeres y niños que están llorando. ¿Qué clase de mujer eres?

[…]Ante esta situación, el valor demostrado por mi abuela por defender a sus hijos y bienes, hizo que los ladrones se marcharan sin llevar absolutamente nada. Al parecer, ellos habían comido previamente en la posada, lo que naturalmente tampoco le pagaron a mi abuela. […] Según entendí el relato de mi madre los ladrones andaban a caballo, armados con armas cortas en el cinturón y con escopetas en la montura. Al parecer esto era normal en esa época entre los viajeros y ganaderos básicamente por la gran presencia de pumas en los caminos y estancias.

La precisión requerida si bien interesante pecaba de incompleta al no brindar la fecha del suceso. Conjeturando que el mismo, de haber ocurrido habría sido recogido por la prensa de Punta Arenas en la época, el paso siguiente era obvio, de modo que decidimos revisar en la hemeroteca de la Biblioteca del Instituto de la Patagonia, concretamente las ediciones del diario El Comercio, uno de los dos más importantes de entre varios que por entonces se publicaban en la capital magallánica. El período comprendido en la revisión fueron los años 1907 y 1908, partiendo de la base de que el hecho debió producirse con posterioridad al nacimiento de las mellizas Wortsman, aunque con holgura temporal como resguardo y hasta el término de 1908 año señalado por nuestro consultante como el de alejamiento de la familia de Ciaike. El resultado de la revisión fue negativo, aunque sirvió para comprobar que en las ediciones tenían acogida aun las noticias menores originadas en el ámbito rural.

Así las cosas, volvimos a solicitar a nuestro amable consultante una información complementaria que ayudara a fechar el suceso de marras. La respuesta obtenida nos ha permitido enterarnos del fallecimiento de su madre (la informante directa) en 1999, a quien sobrevive Una tía de 88 años, que nació en 1923 (Mi abuela falleció en 1945). Esta tía dice que no se acuerda del tema y una prima de 87 años me confrmó que los abuelos vivieron entre 1901 y 1908 en Punta Arenas. También me confrmó sobre el asalto. De este modo la incógnita persiste.

Los campos en los que se encontraba el paraje de Ciaike (lote 25) fueron adjudicados en remate en 1905 a Juan Stuven que lo adquirió para The Patagonian Sheep Farming Company que formó con ellos la estancia homónima y que mantuvo en su dominio hasta la mitad del siglo. Parece ser que el hotel de Ciaike no habría continuado operando mucho más allá de 1910. Quizá fuera adquirido por la entidad ganadera propietaria para ser cerrado de inmediato tal como había acontecido con otros antiguos hoteles (Laguna Romero y Pozo de la Reina), en atención a que su actividad no era mirada con simpatía por los estancieros de la vecindad. Sus instalaciones acabarían reutilizadas por la entidad propietaria y posteriormente serían desarmadas. En pocos años el antiguo hotel rural de Ciaike sería apenas un recuerdo para cuantos pasaron a su vera siguiendo la vieja senda indígena.

Tornando al punto y en procura de una explicación razonable para el suceso proponemos dos hipótesis: una que acepta el hecho como históricamente real y otra como un supuesto sin otro fundamento que una imprecisa tradición familiar.

En el primer caso y sobre la base de la relación conocida, hay una clara referencia a la habilidad sicológica criminal empleada por los presuntos asaltantes que aparentando ser gente decente y honesta se habría dado maña para extraer información de su hospedera acerca de los valores de los que podrían apropiarse en un golpe de mano, obtenida la cual habría procedido según se ha relatado.

Pero, si tal pudo ser ¿cómo ajustar su ocurrencia temporal con la presencia histórica conocida de los bandoleros norteamericano en Río Gallegos (1905), estando como circunstancia determinante del suceso de Ciaike el hecho de haber varios niños pequeños lo que sólo se dio entrado 1907? Esa es la primera cuestión a resolver en la alternativa que se considera.

La segunda hipótesis se refere más que a la condición de "extranjeros" de los supuestos asaltantes, cosa que aparecen aceptable por la descripción de la informante, a que el trío protagonista estuvo integrado por una mujer. Por la historia se sabe (Gavirati y otros) que la única fémina que formo parte de una banda criminal fue la norteamericana Etta o Ethel Place, pero, es igualmente sabido que en el caso del Banco Tarapacá y Argentina de modo comprobado intervinieron dos sujetos de la misma nacionalidad que no eran ni Butch Cassidy ni Sundance Kidd (compañeros de habituales de aquélla), como podía suponerse sino otros dos miembros de la banda según el historiador Gavirati. Sin embargo de ello, en el asalto de marras quedaron cabos sueltos por atar y uno de ellos se refere a la presencia de una mujer no identificada. En efecto, al recibir hace unos años la visita del historiador Osvaldo Topcic, este nos insistió en su convicción de que efectivamente una mujer había formado parte del grupo asaltante, aunque sin intervenir directamente en el suceso del que se trata y que ésta era, precisamente, Etta Place, cuya supuesta presencia motivaba su visita a Punta Arenas en procura de alguna información. El fallecido historiador santacruceño seguía la pista de aquélla para afrmar su presencia en Magallanes en la época del asalto. Así, otra vez y aceptando tal posibilidad, surge de inmediato la duda acerca de cómo conciliarla temporalmente con la existencia de la familia Wortsman, integrada por niños que a la sazón eran de corta edad y que vivían con sus padres y abuelos en el hotel de Ciaike. Y ante la duda nos preguntamos si la razón de esta desfase temporal puede deberse a la debilidad del recuerdo familiar por parte de la informante o, si de verdad y aceptando como real el asalto de Ciaike, que en el mismo intervinieron dos hombres y una mujer extranjeros. Y ellos ¿quiénes fueron?

Y si el asalto nunca ocurrió ¿cómo explicar la tradición familiar de los Wortsman vinculada al establecimiento hotelero de campo que administrara o poseyera el abuelo Elías en el paraje rural de Ciaike? Toda tradición, debe aceptarse, tiene un fundamento siquiera lejano de autenticidad, más inclusive que los mitos. ¿Es por tanto aquella que recogemos de esta especie, en cuanto refeja el conocimiento que los abuelos pudieran tener sobre los bandoleros norteamericanos que hicieron fama por sus malandanzas en la Patagonia de principios del siglo XX y, por consecuencia, refejo también del temor que pudo apoderarse de las poblaciones del vasto ámbito rural ante la posibilidad de ser víctimas de un hecho de violencia que afectara a personas y bienes?

La duda habrá de permanecer mientras no se conozca más informaciones que hagan posible una mejor información y, por ende, una satisfactoria explicación para este, por ahora, supuesto episodio.