ASESINATO DE SIMON YEVENES YEVENES, SANTIAGO, 2 DE ABRIL DE 1986





El 2 de abril de 1986 es asesinado en Santiago, el comerciante y dirigente poblacional SIMON YEVENES YEVENES, miembro de la Unión Demócrata Independiente (UDI).



(documento de “Chile: Objetivo del Terrorismo”, Pedro Varas Lonfat, Impresores TT.GG. IGM, 1988)


Biografía - Fundación Simón Yévenes 

(www.udi.cl)

“Simón no tomaba alcohol, no salía mucho y era de pocos amigos, era más bien muy apegado a su mamá y a ocuparse de nosotros. Le gustaba mucho escuchar a Frank Sinatra, era un lector empedernido y antes de comer tenía el hábito de leer la Biblia, ya que era muy creyente desde niño”, contó su viuda. 

Poseedor de una encomiable motivación social y humanitaria, el comerciante y jefe de familia fue autor de innumerables obras anónimas y de trabajo en pos de sus vecinos que apuntaban a la búsqueda de una calidad de vida justa para toda persona. 

Visionaros de ese espíritu de servicio y entrega, la trayectoria política de Simón Yévenes comenzó cuando Luis Cordero, unos de los fundadores de la Unión Democrática Independiente, lo invitó a participar en un Comité del Movimiento en el sector sur. 

Lo conoció en la feria libre de Avenida Mayo y lo sumó a un proyecto que tenia como objetivo propiciar la igualdad de clases, entregando una alternativa política con ideas de libertad y democracia con profundos valores gremialistas en sectores más desprotegidos. 

A comienzos de la década de los 80 la expresión política de Simón Yévenes estuvo marcada por un gran deber social y una llamativa devoción cívica, trabajando a la par en sus labores como transportista y comerciante, además de ser uno de los principales referentes para los vecinos a la hora de solicitar ayuda, buscar soluciones y arreglar los problemas más cotidianos de la comunidad. 

Su obra siempre la realizó de forma desinteresada y sin mediar las posibilidades económicas de un vasto sector de la población, tal como lo evoca el actual concejal de Conchalí, Rubén Carvacho, quien por esos años trabajaba en la feria libre San Rafael y que después fue presidente del Comité de Allegados “Nuevo Amanecer”, lo que actualmente es la Villa Gabriela Mistral en La Pintana. 

“Simón se hizo conocido a nivel nacional como un ejemplo social y solidario, un referente obligado para los demás en el ámbito gremial o laboral. Todo el mundo confiaba en él y era muy creíble, nadie dudaba de su capacidad por todos los elementos que integraba: astucia, trabajo y perseverancia. Además que en el contexto histórico y con la efervescencia de la época había que tener mucha fuerza, coraje y energía para trabajar activamente en un sector donde la izquierda dominaba”, contó. 

Sin embargo, el rol protagónico como líder local, barrial y poblacional que adquirió Simón Yévenes tuvo un elevado costo para él, su familia y su entorno partidista, ya que su hogar y propiedades comerciales fueron motivo de constantes ataques y amenazas de parte de facciones terroristas y del vandalismo cobarde y artero. 

"Simón le devolvía la voz a la gente, a los más necesitados, a los más pobres, pero dignos, y nunca se dejó amedrentar. No era rebelarse, sino defender las ideas hasta el final. Con la fuerza que defiende sus ideales, su posición y sus ideas terminó siendo ejemplo. Le costó demasiado caro, pero esos principios de vida son los que hacen rica la vida de un líder", expresó Carvacho. 

La profunda crisis económica del primer lustro de los años 80 y el descontento de algunos sectores de la población con el gobierno del General Augusto Pinochet desataron una sucesión de manifestaciones y protestas en todo el país, mientras que la familia Yévenes Flores sufría los rigores de aquellas concertadas actividades en la intersección de Avenida Las Industrias y Callejón Lo Ovalle en La Granja. 

“Fue un martirio total la época de las protestas. El resguardo policial se hacía poco para evitar las amenazas de muerte, las bombas y disparos cerca de la casa y los saqueos en el negocio”, comentó su hermana, mientras que su esposa asegura que “el costo familiar fue enorme, el cual dejó a mis hijos marcados para siempre. Después de los bombazos seguían apedreando los negocios, nos pasábamos noches en vela cuidando a los niños y con mi cuñada y su esposo haciendo rondas de vigilia de nuestra casa y los locales”. 

La legítima defensa como respuesta a uno de esos tantos ataques en una protesta provocó que Simón Yévenes fuera detenido a mediados de la década del 80, siendo ampliamente respaldado por los líderes gremialistas Jaime Guzmán, Pablo Longueira y Luis Cordero. 

“Él aseguró que no lo iban a hacer claudicar, porque estaba defendiendo lo suyo, a su familia y lo que sus padres habían construido con gran esfuerzo. Ese episodio se tradujo que lo sindicaran como ‘fascista’ y después que nos pusieran una bomba en un local, pero pese a todo jamás se nos pasó por la mente que las cosas llegarían al punto que llegaron”, relató. 

En febrero de 1986 la familia Yévenes Flores disfrutó en Cauquenes de sus últimas vacaciones en conjunto, las mejores según los testimonios de su núcleo familiar, ya sea por los momentos vividos, como por la calidez de la convivencia. Momentos únicos e irrepetibles que se atesoran como testimonio del inmenso cariño que existía. 

Tras un mes de marzo relativamente tranquilo, la muerte de un Teniente de Carabineros y el primer aniversario de la muerte de los profesores comunistas Parada, Guerrero y Nattino enrarecieron el clima político, aunque nada hacía presagiar el triste y lamentable final que estaba por venir. 

Eran las 20:15 horas (00:15 GMT) del 02 de abril de 1986 cuando un grupo terrorista del Frente Patriótico Manuel Rodríguez atentó de manera vil contra la vida de Simón Yévenes, provocándole la muerte de un disparo en instancias que es difícil repasar sin sentir rabia, dolor e impotencia, según propio testimonio sus seres queridos. 

El estruendo sacó de su rutina a la familia Yévenes, quienes rápidamente intuyeron que su vida y la de su familia había sufrido un nefasto giro. Presurosos salieron en busca de Simón y lo encontraron agonizante en el piso, una imagen que ningún miembro del grupo familiar puede sacar de su cabeza y su corazón. 

“Sentí un tiro y me asusté mucho. Salí corriendo hacia el bazar que está al lado de nuestra casa, el cual era atendido por Simón. Lo encontré tirado en el piso y lo recosté en mi regazo suplicándole que resistiera y esperando que llegara ayuda, pero era tarde. Simón murió en mis brazos lentamente. Una imagen que no voy a poder borrar es que nuestros cuatro hijos estaban mirando fijamente como su padre estaba fallecido en el piso. 
Hasta el día de hoy no sé como aguantamos tanto dolor, pues quedamos muertos en vida”, relató su viuda. 

“Nosotros nunca atacamos a nadie en pos de la venganza. Jamás vamos a hacer algo negativo bajo el rencor o la rabia. Nuestros corazones no albergan nada de eso y solamente le dejamos la justicia a Dios”, reflexiona su viuda, mientras que su hermana hizo eco de las palabras de su madre antes de morir el 15 de junio de 200 y hasta ahora solo espera la justicia de Dios.