TOMA DE VALDIVIA, LA HAZAÑA DE LORD COCHRANE, 1820



TOMA DE VALDIVIA 1820 

(www.historiadevaldivia.blogspot.com, 8 de mayo de 2009)

Para el año 1820 se hacia necesaria la recuperación de ciertos baluartes hispanos como lo eran Valdivia y Chiloé. Para ello Lord Thomas Cochrane tenia la idea de tomar el sistema de fortificaciones de Valdivia. Este estaba constituido por diecisiete fortalezas (entre castillos y baterías) con más de 120 cañones. Las fuerzas españolas están compuestas por el Batallón Cantabria, 166 soldados; Real Cuerpo de Artillería, 219 soldados; Batallón Valdivia, 417 soldados; y el Batallón Cazadores Dragones de la Reina con 107 soldados. Comandaba estas fuerzas el coronel Fausto del Hoyo.

Valdivia se creía absolutamente inexpugnable por vía marítima e imposible de capturar por tierra. Aunque la pericia de Lord Cochrane y sus hombres daría mas de alguna sorpresa a las fuerzas del gobernador de Valdivia, Manuel Montoya.

El 18 de enero de 1820 Lord Thomas Cochrane, a bordo de la fragata “O’higgins”, llegaría con bandera española al puerto de Corral, confundiéndosele con la fragata “Prueba”. Allí solicito un práctico a las autoridades navales. Estos eran el subteniente del Regimiento Cantabria José Sala, el cabo del Regimiento Valdivia y practico del puerto Ramón Monasterio, y tres soldados. Engañados por la bandera española que llevaba la “O’higgins” subieron a la nave donde fueron capturados. El práctico Monasterio le serviría a Cochrane de guía en el reconocimiento de la bahía.

“El 17 de enero de 1820 descubrimos la Punta Galera, promontorio meridional de la ensenada de Valdivia, en el cual estaba izado el pabellón español. En la madrugada siguiente, el vice - almirante entró al puerto en una chalupa i volvió poco después, habiendo, sin embargo, tenido tiempo para observar el fondeadero i para convencerse de que no estaba allí el navío de guerra que buscaba i que solo había un buque mercante. Para resolverse a hacer una excursión de esa naturaleza, se necesitaba tener el carácter osado i emprendedor de lord Cochrane, si se considera la fuerza de este Jibraltrar de la America del sur, el numero de las baterías que forman una cadena de defensas, casi sin interrupción, coronadas de cañones, cuyas balas pueden atravesar de un punto a otro casi en todas direcciones... A las seis i media de la mañana (18 de enero) vimos acercarse una chalupa con un oficial i tres soldados, engañados por el pabellón español que llevaba la O’higgins”.

“El día 18 de enero de 1820 hice un reconocimiento de la plaza 6ntrando en la almiranta con pabellón español. - Hice señales para que se nos mandase un piloto; los Españoles tomaron la O’higgins por la Prueba, tanto tiempo esperada, y mandaron lo que se les pedía con una escolta de honor, compuesta de un oficial y cuatro soldados. - AI momento que pusieron pie sobre cubierta, fueron apresados. – Al piloto se le mando nos llevara a los canales que conducían a los fuertes. - El oficial y hombres que le acompañaban, conociendo lo difícil que les era poder escaparse, me dieron todos los informes que les pedí, con los cuáles mi confianza se acrecentaba para atacarles con buen éxito. - Entre otras cosas me avistaron que el bergantín Potrillo estaba a1 llegar, trayendo dinero para el pago de la guarnición.

El jefe de la guarnición de la plaza, viéndonos tan ocupados en reconocer el canal, principió a sospechar de nuestro objeto, sospecha en que acabo de confirmarse por la detención del oficial. Al instante los fuertes rompieron un vivísimo fuego contra nosotros, a1 cual no contestamos, poniéndonos fuera del alcance de ellos, por haber completado el reconocimiento que deseábamos”.

(Diario de Lord Cochrane)

Al día siguiente se avistaba desde el sur la llegada del bergantín “San José”, alias “El Potrillo”. El capitán del bergantín Jerónimo Romero no se preocuparía al ver a la fragata creyendo que era la “María Isabel”. Cochrane avanzaría sobre su presa. Esta no podría defenderse ya que sus cañones estaban guardados para facilitar la carga.

El precioso cargamento que transportaba el “San José” era: 20.000 pesos de plata y 40.000 en pertrechos. 29 cajones con balas, 49 quintales de pólvora, 6.299 tablas de Chiloé y 25 cajones de bazar. Una vez capturada la mayoría de los pertrechos serian trasladados a la “O’higgins”. El capitán Romero y el piloto Pedro Argain le entregarían el inventario de la nave a Cochrane después de destruir la mayoría de los documentos que llevaban; no así las cartas de navegación, entre las encontradas estaba la carta del puerto de Valdivia confeccionada por José de Moraleda en 1788.

Con toda esta información de la bahía y puerto de Valdivia le restaba conseguir la tropa para llevar a cabo la toma del antemural del Pacifico. Por ello se dirigiría con sus presas hacia Talcahuano. Desde allí enviaría a “El Potrillo”, bajo el mando del teniente Cobertt, con comunicados a Valparaíso sobre los planes de captura de Valdivia.

En Concepción Cochrane entraría en tratos con el intendente de la provincia, coronel Ramón Freire Serrano, sobre la toma de la plaza y fuertes de Valdivia. Freire se comprometió a ponerle a disposición 250 hombres de los batallones de línea N° 1 Chile y N° 3 Arauco, al mando del coronel Jorge Beauchef. También el bergantín “Intrépido” y la goleta “Moctezuma” se unirían a las fuerzas de Cochrane. Con esta fuerza partiría el 28 de enero de regreso a Valdivia.

En febrero de 1820 una fuerza naval compuesta de la fragata “O’Higgins” al mando del Almirante Lord Cochrane, el bergantín “Intrépido” al mando de Thomas Carter y la goleta “Moctezuma” al mando de Robert Casey. Esta flotilla comandada por Lord Thomas Cochrane tomaba los fuertes de Corral y la ciudad de Valdivia. El 4 de febrero las tropas desembarcan frente a Corral, al mando de Jorge Beauchef y Guillermo Miller, y tomaban el Castillo de la Aguada del Ingles y el de Corral. El día 5 se inicio el avance hacia Valdivia, tomándose los fuertes de Niebla y Mancera. Al ver el avance de las naves patriotas las guarniciones españolas se retiran hacia Valdivia de manera desordenada. Al día siguiente, 6 de febrero, Cochrane recibe a parlamentarios para rendir la ciudad a las armas chilenas y enterarse de los desmanes causados por los perdedores cuando se retiraban hacia el sur.

“Antes de tomar tierra al Sur de Punta Galera traslade con una mar crecida, las tropas y marinos del O’higgins, al Intrépido y Moctezuma, colocando en este último mi pabellón. - Al O’higgins lo mandé se mantuviese a una distancia que lo pusiera fuera de vista de tierra. - Mi intención era desembarcar aquella misma noche y sorprender a los españoles; pero se frustró este plan por haber sobrevenido calma.

Las fortificaciones de Valdivia están situadas a los dos costados de un canal ancho de tres cuartos de milla, dominando la entrada, el surgidero y la ria que conduce a la población. - Los fuegos de ellas se cruzan en todas direcciones, de tal modo, que con poca cautela por parte de la guarnición, ningún buque podría entrar sin ser bien maltratado, como tampoco permanecer a1 ancla. - Los fuertes principales de la ribera occidental están colocados en el orden siguiente: el Inglés, San Carlos, Amargos, Chorocomayo Alto y Castillo del Corral. Los del costado oriental son: el Niebla, frente por frente del Amargos y el Piojo, en tanto que la isla de Manzanera era un fortificado castillo, montado con piezas de grueso calibre y dominando toda la extensión de la entrada del canal. – Estos fuertes con algunos otros, eran quince, los que en manos de una guarnición experta hacían casi inexpugnable la plaza. Las riberas sobre las que están construidos son poco menos que inaccesibles a causa de la resaca, salvo un pequeño desembarcadero que hay en la aguada de los Ingleses.

El día 3 de febrero, nos dirigimos a la aguada, anclando el bergantín y la goleta cerca de los cañones del fuerte Inglés. - Había una mar de leva que nos impidió un desembarco inmediato. - Las tropas las coloramos bajo cubierta y para que nada sospecharan los Españoles, aparentamos que acabábamos de llegar de Cádiz y que teníamos necesidad de un piloto. - Se nos contest6 que mandásemos un bote por uno. - A esto respondimos que no teníamos bote, porque en el cabo de Hornos la mar se los había llevado. - Esto no les satisfizo y principiaron a reunir tropas en el desembarcadero y a tirar cañonazos de alarma, trayendo al fuerte Inglés las guarniciones de los fuertes del Sur, pero sin molestarnos.

Desgraciadamente, uno de los botes que teníamos oculto a sotavento de los buques, se largo por la popa, descubriendo nuestros designios. - En el acto los cañones del fuerte Inglés, bajo los cuales nos hallábamos, rompieron el fuego sobre nosotros. - La primera bala, atravesando los costados del Intrépido, mató dos hombres. - No quedó otro partido que desembarcar, a pesar de la mar de leva.

No teníamos mas que dos lanchas y un esquife, en el cual entre yo para dirigir la operación. - El mayor Miller partió adelante con la primera lancha tripulada por 40 marinos, arrostrando los fuegos de los que defendían el desembarcadero. - El patrón de la lancha cayó herido y Miller ocupó su puesto, recibiendo una bala que le atravesó el sombrero y rozo la coronilla de la cabeza. - Mandando hacer fuego que unos pocos de los suyos, saltó en tierra con su partida, poniendo en fuga al enemigo con una carga a la bayoneta. – En este momento llegó la segunda lancha del Intrépido, y en menos de una hora tomaron tierra 300 hombres.

Faltaba lo mas dificultoso de la empresa, capturar los fuertes. - El único camino que había para acercarse al fuerte Inglés, era un sendero escarpado por donde solo podía desfilarse de uno en uno. - El fuerte no era accesible más que por una escala de mano que los enemigos habían recogido al ser derrotados por Miller.

Al anochecer, una partida de hombres escogidos, dirigidos por un prisionero español, se adelantó en silencio al ataque. - Iba a caer sobre un cuerpo enemigo que se hallaba fuera del fuerte; pero como había vuelto entrar, nuestra gente no encontró oposición. Esta partida tomó posición y entonces avanzó el grueso de la fuerza, dando vivas y disparando al aire, para intimidar a los Españoles, que debían esperar cargas a la bayoneta. -. E1 enemigo continuó un fuego de artillería y fusilería en dirección de donde venia la gritería de los nuestros, pero sin causar daño alguno, porque la oscuridad de la noche les impedía hacer puntería. - Mientras que de este modo iban avanzando los patriotas, un valiente joven oficial, el abanderado Vidal, que ya se había distinguido en Santa, logro penetrar hasta el fuerte por la parte de tierra.

Ayudado de algunos hombres, arrancó, sin ser apercibido, unas palizadas, con las que construyó un puente sobre el foso por el cual pasó con su gente. – Guardando el mayor silencio se formaron bajo unos árboles. -La guarnición tenía toda su atención puesta a1 ruido que hacían los patriotas en una dirección opuesta a la que Vidal ocupaba.

Vidal hizo una descarga y los Españoles a1 sentirse alagados, creyeron ser cogidos por el flanco, y sin examinar el número de los combatientes echaron a correr comunicando el pánico una columna de 300 hombres, que estaba formada tras del fuerte. Los chilenos que iban con buenos brios, los cargaron y pasaron a la bayoneta por docenas inutilizando los esfuerzos que hacían por llegar a los otros fuertes que los aguardaban con 1as puertas abiertas. -Per esta causa, los patriotas entraron envueltos con los españoles y les persiguieron de fuerte en fuerte hasta el Castillo del Corral, derrotando igualmente a otros 200 más que habían abandonado unos cañones que tenían apostados sobre una altura en el fuerte de Chorocomayo. – El Corral fue asaltado con la misma rapidez. Los enemigos huyeron, unos en botes a Valdivia, otros a los bosques; más de cien, sin contar los oficiales cayeron en nuestro poder y otros tantos fueron pasados a la bayoneta. - Nuestra perdida fue de siete muertos y 19 heridos.

Los españoles, sin duda, habían considerado inatacable su posición, en lo cual tenían razón, atendiendo a lo difícil de su acceso, pero contando con que la defendiesen del modo que se debía hacer. – Conocieron su error tarde, confirmándose de este modo mi observación precedente hecha a los oficiales, de que un ataque sobre el punto que menos se espera, es por lo regular coronado de buen éxito.

Lo que menos esperaban los españoles era un ataque de noche, el mas favorable de todos para el que embiste, por requerir unidad de acción, y el mas desfavorable para el que es acometido, porque infunde pánico y duda y concluye casi siempre por irresolución y derrota.
La guarnición se componía de un batallón de línea, el Cantabria de 800 plazas, y de más de 1000 milicianos.

El día 5 entraron en el puerto el Intrépido y el Moctezuma, que habían quedado en la aguada inglesa, recibiendo los fuegos del fuerte Niebla. - Luego que echaron ancla en el Corral, se reembarcaron 200 hombres para atacar los fuertes Niebla, Carbonero y Piojo. -La O’higgins se presentó entonces la entrada del puerto. - Los españoles que habían visto perder los otros fuertes sin la ayuda de la fragata, ahora que esta había llegado, creyeron sin duda no podrían defenderlos con buen éxito y los abandonaron. - Los patriotas desembarcaron, entraron en el Niebla y esperaron hasta que la marea permitiese ir a la villa de Valdivia.

El Intrépido; a1 cruzar el canal, sin tornar la precaución de echar la sonda, baró en un banco y se fue a pique. - La O’higgins no se hallaba en mejor estado y a fin de evitar se fuera a pique en mayor profundidad, fue preciso dar con ella en un banco de légamo cerca de tierra; de suerte que el solo buque que nos quedaba era el Moctezuma.

El día 6, las tropas navegaron río arriba, en persecución de la derrotada guarnición y entonces recibimos un parlamentario que nos informó, que el enemigo había abandonado la villa, después de haber saqueado las casas y almacenes de particulares; que a la vez se había fugado el gobernador y el coronel Montoya con dirección a Chiloé.

A consecuencia de los desórdenes que los españoles acababan de cometer, la villa se hallaba en la mayor consternación, habiendo abandonándola sus habitantes. - En el acto di una proclama para que nadie fuese molestado en su persona y bienes, que produjo el efecto de hacerles volver. - Hice promulgar en seguida un bando para que ellos mismos nombrasen gobernador, lo cual acabó de restablecer la confianza. - Las disposiciones del pueblo eran buenas, y cualquiera inclinación que hubiese quedado en favor de la dominación española, se desvaneció con la presencia de las tropelías que los realistas habían cometido.

En atención a las numerosas que eran las fortificaciones y a lo escaso de las tropas que tenia, pensé en un principio destruirlas y embarcar la artillería ; pues era presumible que los enemigos volviesen de Chiloé con un regimiento que allí tenían y la defensa nos seria dificultosa; pero considerando que el reponer dichas fortificaciones, que habían costado mas de un millón de pesos, seria dificultoso para Chile, resolví al fin dejarlas intactas con su artillería y municiones, prometiéndome antes de mi regreso a Valparaíso, hacer mas completa la derrota de los que se habían fugado.

El valor del botín que cayó en nuestras manos, considerando tan solo el de los fuertes y edificios públicos, fue considerable; pues bastaba atender a que Valdivia era el depósito general de la parte meridional del continente.

Entre los pertrechos militares se encontraban mas de 1.000 quintales de pólvora; 10.000 balas de canon, entre las cuales 230 eran de bronce; 170,000 cartuchos de fusil ; gran cantidad de armas menores; 128 cañones, 53 de los cuales eran de bronce y el resto de fierro; el buque Dolores, que se vendió después en Valparaíso por 20,000 pesos, a la par de los almacenes públicos que rindieron igual valor y de la plata labrada que el general Sánchez había robado de las iglesias de Concepción avaluada en 16.000 pesos.

Por la correspondencia hallada en las oficinas de Valdivia, resaltaba claramente que Quintanilla, gobernador de Chiloé, tenia graves temores de que hubiese una sublevación en San Carlos; por lo que en vez de volverme a Valparaíso, me resolví a ver que partido podría sacar allí.

La pérdida del Intrépido y la inutilidad de la Almiranta que ya no podía navegar, influían en nuestros recursos de movilidad. - No quedándonos mas que el Moctezuma y la Dolores, los atestamos con todas las fuerzas disponibles, dejando las que habían venido de Concepción a1 mando del mayor Beauchef.

Mientras tanto despaché a Valparaíso una piragua llevando la noticia de nuestros triunfos. - Esta inesperada nueva produjo, según supe después, un entusiasmo general cual jamás se había visto. - Lo mas gracioso del asunto fue, que con corta diferencia de la piragua, llegaban los tres buques de la escuadra que despachó al salir de Guayaquil, atribuyendo el capitán Guise y sus oficiales el mal éxito de los cohetes delante del Callao a la incapacidad mía; de la cual deducían que yo no sabia mandar una escuadra. Entonces no se profirió ni una palabra de censura contra el pobre Goldsack, que en justicia no la merecía, pero a quien luego se le imputaba la culpa, causándole su ruina.

A las inculpaciones de mis enemigos, Zenteno agregó una elaborada acusación en mi contra, tratándome de insubordinado por no haberme vuelto, según me lo prevenían las instrucciones. - La camarilla se felicitó de que se me depondría con ignominia. - El pueblo mismo no sabia que juicio emitir, pues le ocultaban todo cuanto podía contribuir a formar una recta opinión y solo le daban a conocer cuanto le forjaba en mi descrédito.

Con la llegada de la noticia de mis triunfos se echó tierra a todo esto; los ministros para recobrar el crédito perdido, se unieron a1 entusiasmo popular que no podían impedir, abrumando de injustos reproches al infeliz Goldsack, por el mal éxito de sus cohetes.”

La noticia sobre la caída del sistema defensivo español en Valdivia a manos de las fuerzas de Cochrane causaría suma conmoción en todos los habitantes de la capital. El 17 de febrero se informaba de los hechos en un número especial de la Gaceta Ministerial.

“El Gobierno acaba de recibir noticias oficiales de la toma de la interesante plaza de Valdivia por parte del Almirante de la Escuadra Nacional, Lord Cochrane. Para satisfacer inmediatamente la curiosidad del publico, nos apresuramos a insertar aquí el parte original del Gobernador Intendente de Concepción, coronel D. Ramón Freire y un extracto de la carta que dirige a este el almirante, ínterin llega el parte detallado que viene por mar.

El éxito feliz de una empresa tan brillante ensalza sobre manera el nombre de nuestro ilustre almirante y de sus bravos y dignos compañeros, sobre todo si se considera la dificultad que presentaban las fortificaciones de Valdivia, tenida hasta ahora por inexpugnable, y lo inadecuado de los medios con que se emprendió tan heroica como importante conquista.

Excmo. Señor

Sin embargo de que por mar recibirá V. E. las comunicaciones del señor almirante Lord Cochrane, sobre la toma de la importante Plaza de Valdivia, tengo el honor de acompañar a V. E. la carta particular que he recibido en este momento. El capitán del puerto D. Fernando Vásquez se dirige a Valparaíso en una piragua conduciendo dicha correspondencia.
Mañana mismo voy a marchar para Arauco con una fuerte división, cuyo movimiento estaba paralizado por falta de víveres.

El coronel Alcazar se halla desde el día 10 a la otra parte del Bio Bio en persecución de Bocardo y demás, que se abrigan frente de la Plaza de San Carlos y Santa Bárbara. Esta de acuerdo con los indios del Bultamapu de Angol, que no hay duda proceden de buena fe. La división que tiene a su mando se compone de seiscientos caballos y cuatrocientos infantes con cuatro piezas de artillería. Estoy esperando por momentos el resultado, que no dudo sea en todo muy favorable.

Los Pehuenches de Antuco han traído a la Plaza de Los Ángeles dos niños de los que tomaron cautivos los enemigos en su incursión por Alico contra la Villa de San Carlos y se espera que facilitaran la devolución de los demás que se hallan en poder de esos bárbaros.
Dios guarde a V. E. muchos años. Concepción y febrero 14 de 1820.- RAMON FREIRE.- Excmo. Señor Director Supremo del Estado de Chile.

Extracto de la carta del almirante Lord Cochrane, fecha 11 de febrero, a bordo de la O’Higgins, en el puerto de Valdivia:

“Tengo la mayor satisfacción en comunicar a V. S. el feliz resultado del ataque sobre Valdivia, cuyos castillos, fuertes y baterías, montando mas de 100 piezas de artillería, están ya en nuestro poder junto con todos los pertrechos de la guarnición y el deposito del ejercito del Sur. El coronel, las banderas, lo mas de las reliquias del Regimiento de Cantabria, y todo cuanto contenía su cuartel general en la ciudad de Valdivia ha caído en nuestras manos. Solo unos 100 hombres pudieron huir a los llanos pero han sido tan mal recibidos por los paisanos y los indios, que vienen a presentársenos todos los días algunos de ellos. Hemos tomado la fragata Dolores, que estaba en el puerto; un bergantín, que también había en él, lo quemaron los enemigos.

El ataque fue de noche, toda nuestra perdida ha consistido en 6 muertos y 18 heridos.
He resuelto embarcar una parte de la tropa para atacar Chiloé. Con unos hombres tan bravos como los que me acompañan, no tengo el menor temor del feliz éxito de esta empresa.
Deseo que la piragua, conductora de esta, proceda inmediatamente a Valparaíso, con los pliegos para el Gobierno Supremo.”

(Archivo O’Higgins, Tomo, págs. 301 – 302)