TRAGEDIA ESTUDIANTIL EN EL CAJON DE MAIPO, SANTIAGO, 7 DE JULIO DE 1953



El 7 de julio de 1953, en el sector Lo Valdés del Cajón del Maipo, a 90 kilómetros de Santiago y a 2.000 metros de altura, la alegría de 23 estudiantes de Sexto Humanidades del liceo salesiano Juan Bosco, que realizaban su gira de estudio, fue borrada de un plumazo por una avalancha que enterró el refugio donde acampaban, construido en la década del '40. También perdieron la vida el padre Livio Morra y el profesor Juan Alcaíno, quienes estaban a cargo del grupo. Es quizás una de las mayores tragedias que aún hoy es recordada por un Monolito en Lo Valdés que tiene grabado el nombre de todas las víctimas.


(www.hitosdechile.blogspot.co.at, junio 2012)





(www.revisteros.cl, tragedia de miembros del Liceo San Juan Bosco de Santiago en Lo Valdés)




Antuco y Volcán Maipo: las tragedias que Chile quiere olvidar

(Televisión Nacional de Chile, www.24horas.cl)

A casi 7 años de la tragedia de Antuco, en la que murieron 44 soldados y un sargento, los sobrevivientes acusan al ejército y al gobierno de haberlos dejado solos. Lo mismo ocurrió en la tragedia del Volcán Maipo en el año 1953 en que murieron 21 estudiantes del Liceo Juan Bosco, junto a un profesor y un sacerdote, tragedia que hoy muy pocos recuerdan.




En mayo del año 2005, cuarenta y cuatro jóvenes soldados encontraron la muerte en las cercanías del volcán Antuco. Murieron enterrados en la nieve intentando encontrar un refugio que los protegiera de la tormenta, en un episodio de la historia de Chile que hasta hoy se conoce como “la marcha mortal”. Sin embargo, este hecho, lamentablemente ya había sucedido antes. En el 1953, durante un tradicional paseo que realizaban año a año los alumnos de IV y V de humanidades del Liceo Juan Bosco a las faldas del Volcán Maipo, murieron en las mismas circunstancias veintiún jóvenes estudiantes, junto a un profesor y un sacerdote que servían de guía.

El día martes 7 de julio de 1953, al segundo día de haber comenzado la excursión en el Volcán Maipo, partieron temprano estos jóvenes de paseo a un lugar llamado “La Yesera” con la intención de volver a almorzar a las 16:00 hrs. Según el testimonio de los sobrevivientes, llegaron a “La Yesera” las 14:00 hrs. Ahí descansaron, prendieron fuego y algunos escribieron sus nombres con tiza en las paredes, como se puede comprobar en las fotografías de la época. Pronto, emprendieron el regreso al refugio, sin embargo, nunca llegaron hasta él.

El Sr. Alfredo Rivas, Coadjutor Salesiano, fue el encargado de tener preparado el almuerzo para la llegada de los excursionistas, por lo cual no los acompañó en el paseo. Él, uno de los pocos sobrevivientes, señaló para la revista del Liceo Juan Bosco en homenaje a las víctimas: “Yo los esperaba tranquilo y confiado […] pero, a medida que el tiempo transcurría, comencé a pensar que podían haber decidido pasar la noche en La Yesera, ya que el cielo se encapotaba, y comenzaba a nevar recio y a soplar un fuerte viento que, por momentos, se tornaba huracanado. Tenía la persuasión de que al día siguiente llegarían… pero la tormenta arreciaba. Jamás podré olvidar esa noche interminable en que las roncas ventadas de la tormenta me golpeaban en pleno corazón”.

Al llegar la mañana y ver que los alumnos aún no llegaban al refugio, Rivas dio aviso a Carabineros, por lo que en pocas horas llegaron tres rescatistas del Volcán, con el fin de encontrarlos. El día jueves 9 de julio, los rescatistas decidieron llegar hasta “La Yesera” en la búsqueda, sin embargo a su regreso afirmaron sólo haber visto señales de fuego y los nombres escritos en las paredes. La noticia se propagó rápidamente y los diarios de la época consignaban ya en sus titulares “Perdidos en la nieve excursionistas salesianos”. Recién el día viernes 10 se realizó el hallazgo de los primeros cuerpos enterrados en la nieve y con ello se confirmó la sospecha de que un rodado los había arrollado y que no existía ningún sobreviviente.

A más de cincuenta años de esta tragedia y a punto de cumplirse siete de “la marcha mortal” de Antuco, muchos afirman que Chile busca olvidar estos negros episodios de su historia. A estas alturas, muy pocos recuerdan lo sucedido con los alumnos salesianos, con excepción de quienes fueron testigos protagonistas de ese tiempo. Y lo mismo parece suceder con respecto a los soldados, ya que los pocos sobrevivientes de la tragedia, denunciaron recientemente para el noticiero central de TVN que tanto el gobierno como el ejército los han dejado solos.

Muchos de ellos, reconocen haber caído en el alcoholismo y sufrir un estrés post-traumático que les impide establecer relaciones amorosas y encontrar trabajo. Si bien, en los primeros años tuvieron un tratamiento psicológico costeado por el ejército hoy aseguran no contar con ninguna ayuda ni apoyo por parte de las instituciones, a pesar de que algunos incluso no pueden salir a la calle por miedo a ver a sus compañeros muertos caminando a su lado, tal como reconocieron para el noticiero.