CRIMEN DEL CABO DE CARABINEROS DE CHILE, EXEQUIEL AROCA CUEVAS,
CONCEPCION, 30 DE AGOSTO DE 1972
("Breve Historia de la Unidad Popular", Documentos de El Mercurio, 1974)
HIJOS DEL CABO AROCA REMEMORAN. Crimen De Castellón 46 vuelve a escena.
(por SONNIA MENDOZA, agosto 2007, en www.todoporchile.com)
39 años, casado con Margarita Basaur, Padre de 4 hijos.
Natural de Santa Juana.
Mártir número 600 de Carabineros.
El tiro de una Winchester 44 le costó la vida.
Autor fue detenido el 20 de septiembre de 1973.
Héctor Figueroa fue condenado a 15 años por maltrato a Carabineros con resultado de muerte.
En 35 años era la primera vez que se sentaban a hablar del impacto que les causó la muerte de su padre. Y Luis, Humberto, Nelson y Rosa evocaron, se emocionaron y lloraron por el cabo de carabineros Exequiel Aroca Cuevas, asesinado en un día como hoy, el 30 de agosto de 1972, frente a la sede del Partido Socialista, en Castellón 46, a poco de llegar a un procedimiento policial.
Una bala calibre 44, de alta potencia, disparada desde alturas lo hirió de muerte. El proyectil penetró de frente por la parte superior del tórax, casi en la base del cuello y no tuvo orificio de salida.
Era plena Unidad Popular.
El país estaba polarizado y de este crimen político, como consignaron los diarios de la época, se escribieron páginas y páginas.
"Esta bala asesina debe ser castigada", pedía Margarita Basaur Garrido, la viuda.
“Es el resultado de la situación de anarquía que se vive en el país", acusaba la oposición.
Y el ministro del Interior del Presidente Salvador Allende, Jaime Suárez Bastidas, prometía en Concepción: "Se sancionará a los culpables estén donde estén”.
En el masivo funeral Suárez no pudo hablar. A las pifias se sumó una lluvia de monedas.
Horas después, el intendente Wladimir Chávez hacía sus descargos ante la comisión especial de la Cámara de Diputados, encargada de conocer la acusación constitucional deducida por el PDC por haber violado claras disposiciones constitucionales en lo relativo a otorgamiento de permisos para concentraciones públicas.
Luis (45), Humberto (44), Nelson (43) Y Rosa (40) eran niños entonces, pero recuerdan ‑ los mayores ‑ algunas escenas.
Hace dos años (en 2005), la viuda murió de una neumonía, y de pena cuando la institución dejó de rendirle honores al mártir 600 de carabineros. De niña, "me acuerdo de sus llantos. Sufría, creo, porque iba a ser una vida larga y sola", dice Rosa. Era una leona para defenderlos y sacarlos adelante como lo hizo, coinciden, tocando puertas aquí y allá y, aunque hubo apoyo, los dos primeros años pasaron penurias.
Rosa, hoy profesora, era la regalona del carabinero. Por las tardes se dormía junto a la ventana esperándolo. Cada vez que preguntó, su madre le dijo que estaba viajando y se iba a demorar mucho en volver. Pasaron varios años, y “ahí recién entendí que no iba a llegar a la casa".
Y se recrimina por llamarse Rosa, porque ese día, justamente para celebrar su onomástico, su padre que cumplía servicio en Chillán se las arregló para estar de franco. Estaban en casa, en Pelantaro con Las Heras, preparando la fiesta cuando lo llamaron de Fuerzas Especiales. Antes de salir con Luis, el mayor, dejó dinero para que compraran una torta.
EL RELOJ PARA EL MAYOR
Un nudo en la garganta atrapa el testimonio de Luis, hoy analista y contador general.
"Fui el último en verlo', dice. Habían caminado juntos al centro esa tarde y en el trayecto, el hijo preguntó por qué era tan severo con él, a pesar que sabía que conseguía más cosas con él que con la madre.
"Porque eres el mayor, me dijo, y yo asumí que así tenía que ser". En la plaza de los Tribunales se separaron; el hijo esperaría a su madre allí y el carabinero seguiría su camino a la comisaría.
"Me dejó su reloj. Nos despedimos como padre e hijo y me dijo: “Nos vemos más tarde", pero ese más tarde nunca llegó".
En Santa Juana, de donde era su padre y su abuela Hortensia, católica como ninguna y que murió a los 105, quiere dejar sus huesos Humberto,
Y ya compró un pedazo de tierra para este hijo huachipatino que con el primer sueldo, en 1989, compró un teléfono para la casa.
"Uno tiene que quedar donde fue más feliz", y junto al río Loa, donde el padre les enseñó a nadar, él lo fue en su niñez.
¿Siente rencor?
Ha sido grande el dolor; ver llorar a mi madre, crecer sin un padre, pero se lo dejo a Dios.
Hoy, más me preocupa que mi familia siga unida y haciendo las cosas bien, como nos enseñaron nuestros padres.
CASCOS AMARILLOS
El Mayor de Carabineros Hugo Valenzuela Osorio y el radiograma de la Prefectura de Concepción daban cuenta, en la prensa, de los hechos que se sucedieron desde las 18.30 horas, a partir de una concentración autorizada en la Plaza Independencia.
Concurrieron 4 mil personas, de las cuales 2 mil eran mineros de Lota y Coronel. " Nos disparan hombres con cascos amarillos. Recibimos más de 10 balazos", declaraba el jefe policial.
TESTIGO PRESENCIAL
La otra lista que guarda Schindler
Vino de Frankfurt y asegura que sus datos pueden cambiar el fallo de fiscal Villagrán
Por años Jorge Schindler calló.
Esperaba un escenario más propicio para contar su verdad, aunque en su momento, extrañado que el fiscal militar Gustavo Villagrán Cabrera, instructor de la causa, no lo citara, se presentó el 10 de septiembre de 1972 en su despacho.
Habían pasado 48 horas del crimen político.
Otros dos carabineros resultaron lesionados también.
Con el juez, compañero de curso de su padre, Julio (Schindler), en Lebu, intercambió algunas frases y vino el interrogatorio.
En su Fiat 600 azul llevó al carabinero moribundo al hospital. Lo recogió en la esquina de Víctor Lamas y Castellón.
Declaró.
Pasaron los días, se hizo la reconstitución de escena y no lo citaron.
Volvió a la fiscalía. "Yo ya no quiero nada más, dijo el fiscal, y me ordenó salir".
Treinta y cinco años después volvió a la esquina donde cayó herido de muerte el cabo Aroca, e instala interrogantes en el proceso que llevó el fiscal Villagrán.
"Yo no ví quién disparó, pero antes que cayera al suelo corrimos un amigo y yo a sostenerlo. Entre cuatro lo echamos en el asiento de atrás y enfilamos al hospital.
Esa noche, alrededor de las 22.30 horas, se dirigía a su casa, en el barrio universitario y se topó a boca de jarro con la escena.
Era, según Schindler, el resultado de una suerte de conjura: producir un muerto para cambiar la correlación de fuerzas políticas del momento, en plena UP y en el que se habrían involucrado algunos oficiales de Carabineros.
Once meses después se producía el golpe militar y por el crimen sólo respondía el "guerrillero" Figueroa.
“Hay que saber quienes dispararon”, pide Schindler.
Héctor Figueroa: "Yo no apreté ese gatillo” Desde su exilio, en Noruega, Héctor Figueroa Yáñez, quien cumplió 9 años de condena por el asesinato del cabo Aroca dice: "¡Yo no disparé! desde el techo del PS”, cuando Carabineros llegó en dos buses para atender reclamos de vecinos que se quejaban por los piedrazos en sus vidrios, mientras había "caceroleo" en el sector.
‑Y si no fue usted ¿quién lo hizo?
“Yo no estuve en el techo, pero esa noche había disparos por todos lados. ¿Quién lo hizo? No me importa, yo ya pagué, aunque fuera injustamente”.
La situación de Chile no es muy estable como pa ra hablar cosas de fondo"
‑¿Había gente de Patria y Libertad en los techos?
“Yo sé que había gente nuestra arriba; se disparó con botellas vacías”.
“De otros techos de más atrás, le dispararon a la gente nuestra y suponemos que es gente de P y L”.
“Si el fiscal que me condenó hubiese querido saber la verdad, lo habría conseguido, pero no actuó de la forma más correcta”.
‑En una declaración suya, del 26 de septiembre de 1973, usted reconoce "¡Yo disparé!”
“Esa declaración me la hicieron firmar a lo que es golpe”.
“Cuando le dije al fiscal Gustavo Villagrán que no estaba de acuerdo con eso, ordenó que me llevaran de nuevo al cuartel de Investigaciones”.
“Y pasé 25 días incomunicado en la cárcel. En dos ocasiones traté de hablar; después decidí callar”.
‑¿Qué les diría a los Aroca?
“Tendría que ver cómo me miran para poder hablarles y conversar un día, una noche o meses de los que nos pasó. Se quedaron sin papá, pero mi vida no ha sido fácil y yo ni siquiera apreté el gatillo”.
‑En los diarios de la época se hace alusión a las armas que había en la sede del PS. ¿Las había?
“Sí, si había algo para proteger al gobierno de Allende, pero pertenecían a un circulo muy restringido”.
‑ ¿Y a sacarlas fue el intendente de la época como se escribió?
“El (WIadimir Chávez) fue a informarse de lo que había pasado, pero no se bajó del auto. Y aunque haya sido así, los carabineros estaban al lado.¿Cómo iban a poder sacar un paquete siquiera?”
-¿Fue instructor de guerrillas?
“Sí, por eso fui procesado, condenado y amnistiado el 78. Fui detenido el 20 de septiembre del 73. Tenía 2 años, estudiaba comercio y trabajaba en Cantera Lonco”.
Jorge Menchaca:“Las balas las tenían otros”.
Lo que pasó es el fiel reflejo de la tensión que se vivía en Chile, dice el abogado Jorge Menchaca Pinochet, líder estudiantil del Partido Nacional en la época y dueño de una memoria privilegiada.
Y admite que siempre se rumoreó que (Figueroa) no era el responsable; sí Marcelo Merino Mercado (declarado en rebeldía por la Fiscalía Militar), hijo de un dirigente del PS de la época.
"En el ambiente político adulto y juvenil se comentó siempre. Pero para la sociedad es el culpable (Figueroa) aunque para Dios sea otro".
‑Hay voces que dicen que actuó Patria y Libertad.
Es la típica y mañosa historia de extender la duda culpando al adversario.
Sus integrantes eran jóvenes menores que yo ‑ tenía 24 años ‑ y usaban palos y cascos plásticos. Las balas las tenían los que propugnaban la revolución, inspirados en el Che Guevara y la revolución cubana y bolchevique.
‑¿Jorge Souper lo dirigía?
Era idealista y un poco exaltado, pero no participó en luchas. La sede del PN estaba en Lincoyán y él vivía en Plaza Perú.
No tratemos de tender una cortina de humo.
Los disparos vinieron del ex palacio Gidi (hoy, futura sede de Bomberos). La justicia ya dijo su palabra para un hombre de derecho como yo.
‑Figueroa dice que los iban a atacar.
Habríamos tenido más muertos.
Lo claro es que hubo una manifestación de la asamblea popular (sector más radical del PS) y se fueron a parapetar a su sede.
Carabineros fue a disolver la marcha y se produjeron estos disparos.
Y rememora que la violencia tiene su génesis en la Reforma Agraria.
La competencia por tomarse la calle enfrentaba en plena Unidad Popular "a un pueblo que se creía invencible" y a otros, como ellos, que reaccionaban frente a las expropiaciones cuyos reclamos no atendía el Poder judicial.
Pero cuando el conflicto por las expropiaciones del campo llegó a las fábricas y se iniciaba el proceso de la reforma urbana, en la ciudad, el quiebre institucional ya se había instalado en Chile.