LA TRAGEDIA DEL LAGO LLANQUIHUE, NAUFRAGIO DEL "MOEWE", MUERTE DE 12 MILITARES MUSICOS DEL REGIMIENTO "CAUPOLICAN", PTO. OCTAY, 28 DE FEBRERO DE 1931
LA
TRAGEDIA DEL LAGO LLANQUIHUE
* Eduardo Vidal Mancilla, Investigación Histórica, 2012 / www.latragediadellagollanquihue.jimdo.com,
(www.biblioredes.cl/puertooctay, Reseña Histórica)
El
28 de febrero de 1931 la bahía de Puerto Octay fue escenario de uno de los
acontecimientos más penosos que registre la historia de la navegación lacustre
en el Lago Llanquihue.
La
pequeña embarcación "Moewe" que transportaba a los músicos militares
de la Banda del Regimiento "Caupolicán" de Valdivia, impactaría con
el Vapor "Chile" frente a la bahía de Puerto Octay.
12 músicos fallecidos más el maquinista de la embarcación sería el penoso resultado de esta colisión denominada años más tarde como: "La tragedia del Lago Llanquihue".
A través de este medio pretendemos dar a conocer aspectos de interés en relación de este acontecimiento y difundir nuestra labor para que este hecho sea valorado y recordado como se merece.
El
28 de febrero de 1931 los príncipes de Inglaterra Eduardo de Gales y Jorge de
Windsor, visitaron la hermosa zona lacustre, hospedándose en la casona de la
Península Centinela.
Su visita motivó que las autoridades de la época quisieran agasajarlos con una serie de actividades, por lo que por disposición del alto mando del Ejército de la época, la Banda del Regimiento Caupolicán de Valdivia, deleitara con sus melodías a tan selecta comitiva.
Sin embargo, debido al carácter apático del príncipe, muchos de los actos que se tenían preparados por la comisión organizadora no se pudieron realizar, suspendiéndose antes de lo previsto, a tal punto de que el príncipe tampoco se encontraba en su estado de salud etílico normal debido a bebidas que había consumido durante su viaje. Esto motivó que los músicos tuvieran que regresar a Puerto Octay, mientras que el príncipe fue directamente a la casona, que años mas tarde sería el Hotel Centinela.
Vapor
Chile
En
aquellos años, solo existía la posibilidad de hacerlo vía lacustre, por tal
razón se tomó contacto con el capitán del vapor Chile, para que éste adelantase
la hora de zarpe para recogerlos en la Península Centinela.
Lamentablemente, el vapor se encontraba sin leña y sus calderas no tenían la presión suficiente para poder zarpar de inmediato, y los músicos, al ver que demoraba la llegada del vapor, e impacientes por regresar a la ciudad de origen, se dieron cuenta que en el muelle estaba atracada la lancha Moewe, la que tenía una capacidad máxima de 20 pasajeros.
Esta lancha era de propiedad de Egon Balduino Martin, y desarrollaba una velocidad máxima de 25 millas por hora, encontrándose en excelente estado de seguridad.
Los músicos se acercaron al patrón de la lancha y le solicitaron que los llevara hasta Puerto Octay. El capitán de la Moewe, gustoso accedió a tal petición, sin embargo, el destino quiso confabularse contra ellos ya que en ese mismo momento zarpaba desde Puerto Octay el vapor Chile.
Lamentablemente, el vapor se encontraba sin leña y sus calderas no tenían la presión suficiente para poder zarpar de inmediato, y los músicos, al ver que demoraba la llegada del vapor, e impacientes por regresar a la ciudad de origen, se dieron cuenta que en el muelle estaba atracada la lancha Moewe, la que tenía una capacidad máxima de 20 pasajeros.
Esta lancha era de propiedad de Egon Balduino Martin, y desarrollaba una velocidad máxima de 25 millas por hora, encontrándose en excelente estado de seguridad.
Los músicos se acercaron al patrón de la lancha y le solicitaron que los llevara hasta Puerto Octay. El capitán de la Moewe, gustoso accedió a tal petición, sin embargo, el destino quiso confabularse contra ellos ya que en ese mismo momento zarpaba desde Puerto Octay el vapor Chile.
En
cubierta, los músicos reían y recordaban jocosamente las duras actividades
durante el día, otros descansaban y disfrutaban del silencio y relajo, y
entonaban melodías con sus instrumentos.
Serían aproximadamente las 22 horas de esa oscura noche de verano, navegando la Moewe más o menos a una milla de Puerto Octay, y el "Chile" viajando en dirección contraria, o sea, dirigiéndose hacia Centinela, los pasajeros de la lancha fueron encandilados con las potentes luces del reflector del vapor, el que hacía uso de éste para orientarse en la oscuridad, sin percatarse de la presencia y cercanía de la lancha. A causa de esto el piloto de la Moewe perdió la noción de la ruta, atravesándose delante del vapor, cuando de pronto estruendoso ruido se escuchó, ambas naves habían chocado !!
Fue tan fuerte el impacto que el vapor Chile partió por la mitad a la frágil lancha Moewe, lanzando a los músicos al agua. En forma desesperada y percatándose de la colisión de salvataje, los tripulantes del vapor proceden a lanzar los botes salvavidas y demás elementos de salvataje, al mismo tiempo el capitán ordena marcha atrás.
Serían aproximadamente las 22 horas de esa oscura noche de verano, navegando la Moewe más o menos a una milla de Puerto Octay, y el "Chile" viajando en dirección contraria, o sea, dirigiéndose hacia Centinela, los pasajeros de la lancha fueron encandilados con las potentes luces del reflector del vapor, el que hacía uso de éste para orientarse en la oscuridad, sin percatarse de la presencia y cercanía de la lancha. A causa de esto el piloto de la Moewe perdió la noción de la ruta, atravesándose delante del vapor, cuando de pronto estruendoso ruido se escuchó, ambas naves habían chocado !!
Fue tan fuerte el impacto que el vapor Chile partió por la mitad a la frágil lancha Moewe, lanzando a los músicos al agua. En forma desesperada y percatándose de la colisión de salvataje, los tripulantes del vapor proceden a lanzar los botes salvavidas y demás elementos de salvataje, al mismo tiempo el capitán ordena marcha atrás.
Muelle
Centinela desde donde zarpó la embarcación
Pero
lamentablemente con esta maniobra sólo fue empeorada aún más la caótica
situación. La hélice del vapor succiona los cuerpos de los músicos los cuales
perecieron despedazados por la infortunada maniobra, tratan de nadar hacia la
orilla pero debido al pánico que se apoderó de ellos, lo hicieron en dirección
equivocada y sus fuerzas se agotaron siendo atrapados por las frías aguas del
Lago Llanquihue. Aunque unos pocos son rescatados por embarcaciones y otros
logran ponerse a salvo llegando a la orilla totalmente agotados y choqueados
por la desgracia ocurrida.
Después de hora de trabajo y cuando llegó la luz del día, vino el recuento de lo ocurrido. Trece hombres habían desaparecido aquella noche, 12 de ellos músicos del Regimiento Caupolicán, además del capitán de la lancha.
Las patrullas de rescates y buzos, sólo lograron recuperar algunos cuerpos sin vida, otros según cuentan en Puerto Octay, aún yacen en las profundidas del lago.
Después de hora de trabajo y cuando llegó la luz del día, vino el recuento de lo ocurrido. Trece hombres habían desaparecido aquella noche, 12 de ellos músicos del Regimiento Caupolicán, además del capitán de la lancha.
Las patrullas de rescates y buzos, sólo lograron recuperar algunos cuerpos sin vida, otros según cuentan en Puerto Octay, aún yacen en las profundidas del lago.
La
"Moewe"
"Moewe"
después del impacto.
Propietario
de esta lancha era don Egon Balduino Martin, quien la destinaba, po rlo
general, para efectuar exucrsiones y paseos lacustres. Constantemente navegaba
entre Puerto Octay y Centinela, conduciendo grupos de turistas.
Su capacidad era de 20 personas cómodamente instaladas, con un motor que le daba una velocidad de hasta 25 millas por hora. Esta embarcación navegó hasta el 28 de febrero de 1931, fecha en que un trágico accidente la dejó inutilizada y naufragada.
Maquinista de esta embarcación era don Sofanor Aguila.
Su capacidad era de 20 personas cómodamente instaladas, con un motor que le daba una velocidad de hasta 25 millas por hora. Esta embarcación navegó hasta el 28 de febrero de 1931, fecha en que un trágico accidente la dejó inutilizada y naufragada.
Maquinista de esta embarcación era don Sofanor Aguila.
Músicos
Fallecidos
Placa
frente a la bahía de Octay en honor de los caídos.
Los
nombres de los músicos fallecidos fueron:
Vicesargento 1ro: Luis Núñez Lazo
Sargentos
2dos : Carlos Riffo Inostroza, Julio Meza Sura, Alfredo Albarracín A.
Cabos
1eros : Eliseo Manso Vásquez, Matías López Quinteros
Cabo
2do : Enrique Bastías Vergara
Soldados
: Teófilo Soto Barros, José Luis Carrasco Valdés
Agregados
: Raúl Casas Triviño, Oscar Palma Salazar y Erich Gnadt Vitális
Recopilaciones
de un valioso material de la época, nos permiten hoy dar a conocer la figura de
un héroe desconocido. Su nombre DAVID OTAY.
En medio de la desesperación del momento, como en las leyendas de la antigüedad, surge un héroe que hasta hoy permanece en el más oscuro de los anónimos. Sin temer a nada y olvidando que la conservación de la especie es innata en el individuo, se arroja con un bote y trata de salvar a los que yacen en la desesperación y logra, mediante su valor y su esfuerzo de asistir a 6 músicos que se debatían entre las aguas, sin lograr encontrar una tabla de salvación.
El héroe que sin ayuda de nadie le cupo salvar a 6 de los miembros de la banda, se llamaba DAVID OTAY, de profesión pintor, hombre modesto, sin más recursos que su energía y su alto espíritu, ignorado de todos. Este servidor pasa desde aquel entonces a ocupar un puesto que solo les está reservado a los que en una u otra esfera exponen su vida en bien de la colectividad.
Los músicos sobrevivientes del Regimiento Caupolicán y sus compañeros de armas del mismo Regimiento, iniciaron una colecta para premiar a este héroe, por la magna hazaña de salvar a seis de sus compañeros.
En medio de la desesperación del momento, como en las leyendas de la antigüedad, surge un héroe que hasta hoy permanece en el más oscuro de los anónimos. Sin temer a nada y olvidando que la conservación de la especie es innata en el individuo, se arroja con un bote y trata de salvar a los que yacen en la desesperación y logra, mediante su valor y su esfuerzo de asistir a 6 músicos que se debatían entre las aguas, sin lograr encontrar una tabla de salvación.
El héroe que sin ayuda de nadie le cupo salvar a 6 de los miembros de la banda, se llamaba DAVID OTAY, de profesión pintor, hombre modesto, sin más recursos que su energía y su alto espíritu, ignorado de todos. Este servidor pasa desde aquel entonces a ocupar un puesto que solo les está reservado a los que en una u otra esfera exponen su vida en bien de la colectividad.
Los músicos sobrevivientes del Regimiento Caupolicán y sus compañeros de armas del mismo Regimiento, iniciaron una colecta para premiar a este héroe, por la magna hazaña de salvar a seis de sus compañeros.
Los
primeros telegramas desde Santiago
Una
vez conocida la noticia en los círculos de Gobierno, S.E. el Presidente de la
República, envió al Comandante del Regimiento Caupolicán, el telegrama de
condolencia que damos a conocer:
Moneda 1°
"Mi profunda pesar por desgracia que cuesta tantas vidas y que seguramente dejará muchos huérfanos. Encarezco la mayor prontitud y esmero en la atención de la familias enlutadas".
(Firmado)
Carlos Ibañez del Campo.
El
Principe de Gales envía condolencia y corona
Los
Príncipes Británicos una vez que se impusieron de la tragedia en que habían
sido víctima la Banda del Regimiento "Caupolicán" que le sirviera de
escolta en su viaje a La Centinela, envió al Gobierno un telegrama de pesar y
ordenó le fuera colocada una hermosa corona en su nombre y en el de su hermano
Príncipe Jorge, en el entierro de las víctimas.
Funeral
en Valdivia
Banda
Regimiento "Caupolicán" de Valdivia. Año 1931
Jamás
la ciudad de Valdivia ha asistido a un cortejo más imponenete que la
sepultación de las víctimas del Caupolicán; nunca un pueblo rindió mejor
tributo a los que, en una hora fatal, inscribieron sus nombre en la historia de
los héroes; 20 mil almas sin distinción de clases, las autoridades civiles y
militares, el comercio, la banca, cuerpo consular, instituciones obreras,
deportivas, colegios públicos y particulares, sindicatos obreros, federación de
sub-oficiales en retiro, cuerpo de bomberos, cruz roja de hombres, club musical
Eleuterio Ramirez, Bandas de Niebla y deCorral, Cuerpo de carabineros, Club
militar Alemán, Club Musical Concordia, delegación del Batallón Zapadores de
Osorno, delegación del escampavia Leucoton, Sociedad Unión de costureras, Sociedad La Fraternidad, Banda Eleuterio Ramirez de Temuco, Congreso Social
Obrero, Unión y protección de Señoras, Triunfo ilustrado femenino, sociedad de
Tipógrafos, Gremio Gráfico, Club musical El progreso, Sociedad La Esperanza,
Club de tiro al blanco General Baquedano, Sociedad Empaquetadores de comercio,
Brigada de Scouts Eleuterio Ramirez, Sociedad Maquinistas y Fogoneros Santiago
Watt, llegaron hasta el cementerio General de Valdivia para darles el último
adios a las víctimas que el día 28 de febrero sucumbieron para siempre, allá en
las lejanas riberas del Llanquihue.
Mientras
el cortejo lentamente se dirigía hacia el cementerio, las campanas de la
catedral anunciaban el publo con su triste sonido, que había llegado la hora,
en que la ciudad de Valdivia de pié, diera el último homenaje a estos
infortunados soldados que en el sagrado cumplimient del deber habían ido en
misión de confraternidad y encontraron la muerte traidora y alevosa lejos de
los suyos. El acto imponente del entierro de las víctimas no podrá borrarse
facilmente de la memoria de la ciudad de Valdivia. Justo homenaje de un pueblo
agradecido, porque eran ellos los que nos alegraban con sus tocatas en las
veladas duras del invierno y en las apacibles tardes del verano.
Cada
28 de Febrero, la comuna de Puerto Octay en compañía de sus Autoridades
locales, Autoridades militares y familiares de los músicos fallecidos
pertenecientes a la Banda del Regimiento "Caupolicán" de Valdivia,
rinden homenaje a los fallecidos en esta tragedia.
Destacamos
la persona del Sr. Alejandro Guzmán Mansilla, jóven músico y gestor
del rescate histórico y memoria de este acontecimiento, quien junto al
Municipio Local, han sabido promover este homenaje.
(* documento original sin corrección)