TEMPORAL, VALPARAISO - SANTIAGO, ALUVION DE REÑACA,
1 a 11 DE JULIO DE 1984
En las regiones Santiago-Valparaíso, en 11 días de lluvia ininterrumpidas, cayó el equivalente a un año completo de precipitaciones, que alcanzó los 350 mm. Fue el peor período climático de mal tiempo del siglo XX en la zona central del país, según estimó el Instituto Geográfico de la Universidad Católica de Valparaíso.
El saldo final en la Quinta Región fue de 32 fallecidos, 38 mil damnificados y 1.500 viviendas destruidas.
REÑACA
La gran inundación de Reñaca y Viña del Mar se debió principalmente a causas no naturales. En Reñaca Alto, la zona de la cuenca del estero había sido urbanizada y su vegetación eliminada. Se pavimentaron las dunas, aumentando el volumen de escurrimiento de las aguas lluvia. El pequeño paso de agua bajo la carretera en Reñaca Alto se hizo insuficiente, formándose un embalse, que se transformó luego en una avalancha de agua y lodo que arrasó Reñaca Bajo y su zona residencial. El agua de la avancha y el material de arrastre, se estrelló finalmente contra los muros del puente carretero Reñaca-Viña del Mar, causando un gran taponamiento que dejó la parte baja residencial sumergida bajo 2 mts. de agua.
30 junio de 1984
Comienza a llover torrencialmente con vientos huracanados en toda la zona central de país. Comienzan los anegamientos en Viña y Valparaíso.
4 de julio de 1984
Revienta el embalse formado por la lluvia y material de arrastre en Reñaca Alto bajo la carretera, formando un aluvión que arrasa con todo a su paso y cae finalmente sobre Reñaca Bajo.
5 de julio de 1984
La crisis generalizada en las ciudades y líneas telefónicas impedian hasta hoy, la movilización de equipos de rescate y la búsqueda de víctimas en Reñaca.
6 de julio de 1984
En Reñaca se confirma la desaparición de dos menores de edad que murieron ahogados al caer al caudal y de la parvularia Verónica Rodríguez Grossi, cuyo cuerpo nunca fue hallado.
11 de julio de 1984
Comienzan a declinar las precipitaciones.
SANTIAGO
En un día cayeron 100 mm. de agua, cifra muy superior al promedio-día de lluvia. Esta lluvia coincidió con el aumento anormal de la temperatura en la cordillera, que impidió la acumulación de la nieve caída. El resultado: el río Mapocho y el Canal San Carlos experimentaron un gran aumento de caudal. Colaboró en el desastre: la debilidad de las defensas fluviales, el relleno de las riberas del Mapocho para construir estacionamientos y la reducción del cauce en la zona alta al ampliar la zona residencial y la construcción de obras viales.
REÑACA
VIÑA DEL MAR
VALPARAISO
VIA FERREA VIÑA DEL MAR - QUILPUE
LAMPA
AVALANCHA EN ADUANA LOS LIBERTADORES
EL DIA QUE REÑACA NO OLVIDA
(Diario El Mercurio, 20 julio del 2007)
El estruendo se elevó por sobre la lluvia torrencial y los vientos huracanados. El 4 de julio de 1984, más de 20 mil toneladasde barro, piedras, desechos y escombros se precipitaron desde las quebradas de la parte alta deViña del Mar, y embistieron con una fuerza descomunal el tramo final del estero de Reñaca. Diez personas murieron, 50 casas quedaron totalmente destruidas, 14 autos fueron engullidos por el lodazal y un cuartel completo de bomberos desapareció bajo el agua que inundó varias cuadras.
El estruendo se elevó por sobre la lluvia torrencial y los vientos huracanados. El 4 de julio de 1984, más de 20 mil toneladasde barro, piedras, desechos y escombros se precipitaron desde las quebradas de la parte alta deViña del Mar, y embistieron con una fuerza descomunal el tramo final del estero de Reñaca. Diez personas murieron, 50 casas quedaron totalmente destruidas, 14 autos fueron engullidos por el lodazal y un cuartel completo de bomberos desapareció bajo el agua que inundó varias cuadras.
Lluvias torrenciales y sin respiro azotaban la zona central del país desde el 30 de junio y un temporal elevaba las olas del mar sobre los cinco metros, sembrando con esto, la semilla de un desastre que ni los más avezados observadores pudieron anticipar.
Los residentes de Balmaceda, Vicuña Mackenna y calles aledañas del plan de Reñaca hacían esfuerzos esa mañana del miércoles 4, por contener la entrada del agua que desde el estero desbordado parcialmente, amenazaba sus pertenencias.
SORPRESIVO ALUVIÓN
Sorpresivamente, pasadas las 10.30 horas, un aluvión que había recorrido cuesta abajo 7 kilómetros desde el Camino Internacional, se dejó caer con fuerza y sin clemencia sobre el plan, convirtiendo a los vecinos -en cosa de minutos- en protagonistas de escenas que muchos recuerdan como dantescas y apocalípticas .
PÉRDIDAS IRRECUPERABLES
El Club de Leones de Reñaca, según rememora el rector de la UVM, Barham Madaín, por entonces integrante de una comisión especial para evaluar las pérdidas, calculó en cerca de 2 mil millones de pesos los daños materiales. Más allá de la pérdida lamentable de vidas humanas, hubo un daño gigantesco en casas que nunca más pudieron ser habitadas, donde el lodo llegaba hasta el segundo piso, recuerda Madaín. Costó semanas recuperar lo que pudo ser recuperado , precisa Regina Cohen de Elton, vecina y afectada.
Hay que pensar que días después era insoportable el olor a descomposición... a podrido... Mucha gente se fue para nunca más volver. Muchos vehículos, incluido un furgón Suzuki, fueron arrastrados por la masa de agua que cayó a una velocidad incontenible.A la altura del origen de este aluvión, en el Camino Internacional, donde se conformó una especie de piscina por días de lluvia, a la hora del colapso lo arrastró con su conductor que falleció; una camioneta que fue encontrada muchos metros más abajo de las quebradas.
En su incontrolable bajada al plan, el alud arrasó con lo que pilló y pasó por encima de los tres puentes del estero (los Canelos, Viejo y Nuevo) hasta llegar dificultosamente al mar, donde quedaron sumergidos varios autos y el cuerpo de una de las víctimas que nunca apareció: el de la parvularia Verónica Rodríguez Grossi.
En el fondo del mar en el sector Cero de Reñaca y Las Cañitas, hay una docena de carrocerías que a 23 años de la tragedia, siguen como mudas testigos de esa mañana.
LA HORA INFAUSTA
Nadie recuerda con exactitud la hora en que el aluvión se dejó caer en Reñaca Bajo. Se dice que fue entre las 10.30 y las 11 horas. Nadie estaba para detenerse a mirar el reloj.
Era más importante para los reñaquinos salvar enseres de la crecida del estero que aumentaba con lluvias que caían como si se tratara de un diluvio. A eso de las once , recuerdan los contados testigos, llegó el destructor aluvión.No hubo sirenas ni avisos ni advertencias. Nadie estaba preparado.
A esa altura no era posible acceder a Reñaca. El camino costero a la altura de la Virgen Negra estaba obstaculizado por rodados de barro, y los informes por radio se limitaban a dar los reportes de anegamientos que afectaban a toda la región. Para empeorar el cuadro, hay que situarse en el contexto de la época y de la emergencia que venía hacía días. Las comunicaciones eran lentas y la zona estaba en emergencia climática. Cerca de 2 mil teléfonos fijos sufrían interrupciones a ratos en Viña y Valparaíso por la caída de postes; desplazarse por las calles era complicado; el estero de Viña figuraba desbordado y tenía a buena parte del comercio y sectores residenciales anegados.
Las principales avenidas como calle Valparaíso, Uno Norte y Libertad estaban colapsadas. Pocos se acordaban de Reñaca. Si hubiese habido celulares o internet Wi Fi para haber advertido oportunamente la caída de 8 mil camionadas de lodo y piedras al estero, que terminaron sepultando al plan de Reñaca, la historia hubiese sido distinta.
10 MUERTOS
Sin duda el saldo más doloroso fue el de 10 personas muertas en el estero. Dos de las más sentidas fueron las de la educadora de párvulos Verónica Rodríguez Grossi, de 30 años, hermana del ex ministro Jorge Rodríguez Grossi, cuyo cuerpo fue arrastrado desde la altura del Mackay (nunca fue hallado); y la del menor Francisco Radrigán Verschueren, de 7 años, quien también fue succionado en la calle Balmaceda por la fuerza arrolladora del alud, pese a los intentos de su padre por retenerlo de la mano.
A 23 años de ocurrida la desoladora inundación de Reñaca, algunas de las personas que sobrevivieron cuentan su historia en este reportaje. Recién el 6 de julio, cuando la información ya estaba siendo más precisa y confirmada a medida que pasaban los días, El Mercurio de Valparaíso titulaba: Desborde del estero fue como un terremoto. Catástrofe en Reñaca . Había que movilizarse en bote o bien en vehículos de Infantería de Marina por Balmaceda, Fresia, Torreblanca y Vicuña Mackenna, que fueron las calles enterradas bajo el lodo, para poder verificar lo ocurrido.
Pese a que en otras partes del país hubo pérdidas aún mayores (como lo ocurrido en el complejo fronterizo Los Libertadores, que sepultó bajo la nieve a 27 personas), Reñaca acaparó la atención mediática.
El alud que pasó por el estero, demorando en su arrolladora carrera no más de veinte minutos, había causado tal destrozo que todos los ojos estaban puestos en Reñaca y en la búsqueda de personas desaparecidas.
DRAMA EN PRIMERA PERSONA
Uno de los testimonios más gráficos de lo que debieron pasar los reñaquinos es el de Mercedes Bengoa.
No había parado de llover en días y fui a buscar a mi hijo al Mackay cuando me entero que lo tenían en otro lado porque lo habían evacuado. Tomé mi auto y cuando intenté cruzar el puente Los Canelos, se me detuvo el motor. Me bajé y en eso empiezo a sentir un ruido extraño profundo cada vez más fuerte que venía de aguas arriba .
El relato prosigue con la providencial escapada que tuvo esta mujer.
Me acuerdo que había un señor en la esquina que me gritaba desesperado que dejara el auto botado y huyera. Alcancé a agarrar la cartera y me alejé como pude hacia el Club Español fueron apenas unos metros porque el agua me llegaba arriba de la rodilla y vi esta mole enorme de agua que se venía encima fue impactante si no me muevo, no estaría viva para contarlo .
Su auto Peugeot fue arrastrado por el enorme alud que traía además de agua y lodo, piedras, troncos y enseres que fue recogiendo el curso de agua por las quebradas. Tras llegar Mercedes Begoa a su casa en Los Almendros, no se quedó tranquila.
Salí a buscar en qué casa estaban los niños evacuados del colegio. Vi en techos a vecinos que gritaban desesperados pidiendo ayuda. Me devolví entonces a buscar una soga a la casa. Un jardinero me ayudó. Un matrimonio desde un segundo piso me rogaba que salvara a su guagua. Mientras el jardinero me afirmaba, me pasaron a esta criatura de meses envuelta en una bolsa de basura negra la agarré y con una fuerza que uno no sabe de dónde proviene, la logramos sacar y dirigirnos afirmándonos de las rejas y muros, a un lugar más seguro .
SENTÍ GRITOS
Luz Ibáñez de Ducó también vivió una experiencia que refleja el dantesco paso del alud. Según recuerda, durante la mañana había estado junto a su hijo en su casa protegiéndose del mal tiempo y conteniendo la entrada de la crecida el estero hacia el interior de su vivienda.
Mi hijo me comenzó a decir mamá el agua sigue subiendo... está entrando por la cocina mamá... el agua llegó al living ¡mamá!... ¡sube por favor! En un minuto me asomé a la ventana con el agua que me llegaba arriba de la cintura y sentí gritos de gente que pedía auxilio sin entender lo que venía. En ese minuto empecé a subir, pero me devolví. Me faltaba Argos, mi perro el pobre flotaba arriba de un colchón que navegaba literalmente por el living lo tomé en brazos y cuando estábamos subiendo por la escalera, sentí un estruendo espantoso Todo se remeció y por un ventanal entró un tronco enorme. Por poco me pilla.
Luz todavía se emociona al recordar esa vivencia.
Cuenta que una vez en la mansarda vieron pasar el aluvión. Fue cosa de quince minutos o más. Tan rápido como vino esa masa gigantesca de agua que arrastró de todo, hasta la profesora que creo haber visto, se fue, dejando una calma después extraña .
COMO ARCA DE NOÉ
Al otro lado de la ribera, por Vicuña Mackenna, Regina Cohen de Elton, vivía algo similar.
A mi casa llegaron niñitos evacuados del Mackay. Por suerte estábamos más cerca de la ladera así es que el aluvión no nos llegó. Me los habían pasado desesperados los profesores por encima de la pandereta. Venían mojados y se pusieron a jugar así es que no captaron el aluvión. Yo sí. Vi que arrastraba personas, autos, cocinas. Fue espantoso. Me sentí como en el arca de Noé y pensé: acá nos morimos.
Testimonios de un día funesto que marcó un antes y un después en Reñaca, y que nunca se ha olvidado.