ACCIDENTE AEREO, EL TEPUAL, PUERTO MONTT, 24 DE JULIO DE 1977



En 1977, otro duro accidente conmocionó a Puerto Montt y al resto de país, cuando el día 24 de julio el transporte Douglas DC-6B, número 989 de la FACh, que hacía un vuelo de régimen entre Punta Arenas y Santiago, se estrelló a unas tres millas al este de El Tepual, en una zona de pantanos llamada San Antonio, desintegrándose e incendiándose al tocar tierra a las 19.00 horas, falleciendo 38 del total de 82 personas a bordo. El cuatrimotor hacía un descenso instrumental en Puerto Montt, mientras caía una intensa lluvia.
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989, EL TEPUAL, 24 de Junio de 1977

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La tradicional seguridad de vuelo de los DC-6 se vio bruscamente quebrantada el 24 de Junio de 1977, cuando el FACH 989 regresaba de Punta Arenas y mientras aproximaba por el sur al aeropuerto de El Tepual en Puerto Montt, se encontró con una micro ráfaga o efecto cizalla que lo precipitó a tierra en el sector denominado San Antonio a un par de kilómetros de la pista, chocando con los altos árboles y partiéndose en dos el fuselaje; la sección delantera y las alas se incendiaron inmediatamente, pereciendo gran parte de sus ocupantes y los Pilotos, en tanto que la sección trasera resultó menos dañada, salvando la vida sus ocupantes.

Escenas de dramatismo y heroísmo se mezclaron bajo la lluvia, aún cuando eran cerca de las 19:00 horas, ya estaba oscuro y sólo las llamas del incendio iluminaban el desastre; uno de los tripulantes salvó varias vidas que luchaban por salir de la sección incendiada, simplemente lanzándolas hacia el suelo, mientras otros aviadores sobrevivientes le gritaban que saltara, pero la explosión final lo lanzó a él mismo fuera del infierno, salvando su vida. Luego acudieron los nobles S-55T del Grupo 5, al tanto que comenzaban a llegar las Compañías de Bomberos de Puerto Montt, encabezadas por la Segunda «GERMANIA», especializada en manejo de este tipo de incendios. Los pasajeros eran en gran número aviadores o familiares de miembros de la Institución, un General perdió la vida, otro General perdió parte de su familia, entre ellos a su señora esposa; mas quizás el evento más triste de todos, si es que puede haberlo en estas circunstancias, fue la desaparición de un bebé de escasos meses. La tragedia continuó con la recuperación de los caídos y su traslado al Grupo N° 5 donde fueron amortajados en las urnas que se ubicaron en el hangar Junker.

De los 83 ocupantes, incluida la tripulación, sólo salvaron con vida 45 personas, entrando en los anales de la historia del transporte nacional como el accidente con más víctimas, tanto en el ámbito civil como militar; dando cuenta de lo que es capaz de provocar la naturaleza y de la importancia del establecimiento de estaciones de monitoreo y estudio de ese tipo de fenómenos meteorológicos, que aún cuando ya había sido citado en algunas revistas especializadas, era poco conocido.

Fueron los mismos DC-6 implementados como ambulancias aérea los encargados de trasladar a los sobrevivientes al hospital institucional, así como acercar los féretros de los caídos a sus tristes familias. En un sencillo homenaje a tan triste recuerdo, pero que forma parte de nuestra historia aeronáutica, es recordar la escena de sublime amor de un joven Suboficial que portaba la blanca urna de su hijo bajo el brazo, pero que pronto y como todo buen aviador pondría todo su esfuerzo en defensa de su otro gran amor: la Patria amenazada.