TRAGEDIA DE LA EXPEDICION DE SHACKLETON EN LA ANTARTIDA CHILENA Y EL RESCATE DE LA ESCAMPAVIA "YELCHO" DEL TENIENTE LUIS PARDO, 30 DE AGOSTO DE 1916




LUIS ALBERTO PARDO VILLALÓN, EL HOMBRE QUE RESCATÓ A SHACKLETON

(Revista Mar N°195, 2009, Capitán de Navío Alfonso M. Filippi Parada, www.ligamar.cl)

El 30 de agosto de cada año, celebramos el rescate victorioso desde la isla Elefante, de los miembros de la expedición imperial transantártica, al mando de Sir Ernest Shackleton, realizado por la escampavía Yelcho, de la Armada de Chile, al mando del Teniente 2º Piloto Luis Alberto Pardo Villalón. En esta oportunidad, más que del rescate mismo, nos ocuparemos del hombre detrás del héroe.

Luis Pardo y su familia





Pardo nació el 20 de septiembre de 1882. Huérfano de madre tempranamente, desde su infancia reveló vocación por las cosas del mar. Estudió en el Colegio Salesianos de San Juan Bosco, en Valparaíso. Con el anhelo de independizarse, en 1900, casi a los 18 años de edad, ingresó a la Escuela Náutica, que en esa época funcionaba en Coquimbo, a bordo de la corbeta Abtao. Esa escuela, dirigida por la Armada, además de oficiales para la marina mercante, formaba Pilotos para la marina de guerra. Pardo terminó sus estudios el 9 de Octubre de 1903 y, hasta 1906, prestó servicios en naves de la marina mercante. El 27 de Junio de 1906 ingresó al servicio de la Armada, como Piloto 3º. Dos meses después, contrajo matrimonio con Elvira Laura Ruiz Gaspar, en la Iglesia de los Doce Apóstoles de Valparaíso. tuvieron cuatro hijos.

El 13 de septiembre de 1910 ascendió a Piloto 2º y fue transbordado al Apostadero Naval de Magallanes, con base en Punta Arenas, correspondiéndole navegar en las escampavías. Su principal misión era ocuparse del aprovisionamiento de los faros y balizas, lo que le permitió familiarizarse con la intrincada geografía de los archipiélagos australes chilenos, aunque lo mantuvo lejos de su familia por períodos tan prolongados que sus hijos, en su primera infancia apenas tenían oportunidad de alternar con él. Tal es así que, al regresar a su hogar en Valparaíso, en la calle de la Virgen del cerro Merced, después de una larga ausencia, se encontró en la calle con Fernando, el mayor de sus hijos y, advirtiendo que éste no le había reconocido, le tendió una moneda de oro. El pequeño se negó a recibirla, replicándole, con toda la formalidad de sus escasos años: -“gracias; no puedo aceptar dinero de un extraño”-. El padre afectuoso sintió esa contestación como una puñalada, aunque observando que el muchacho se ceñía a los preceptos de buena crianza, reiteró:-“tómala y llévasela a tu mamá. Ella te dirá lo que debes hacer”-. Fernando corrió hasta su casa, a entregar la moneda a su madre, quien en seguida entendió y se abalanzó a recibir a su marido.

El 13 de septiembre de 1915 asumió como Comandante de la escampavía Yáñez, con base en Punta Arenas. En estas circunstancias lo sorprende el año 1916, cuando el mundo no sólo está consternado por la Primera Guerra Mundial, sino también por la suerte que corrían los 22 miembros de la expedición de Sir Ernest Shackleton, abandonados a la fatalidad en la isla Elefante.

Como es sabido, el rescate de esos hombres fue intentado cuatro veces. Primero, en uno de los mayores buques balleneros ingleses, el Southern Sky, que fracasó y regresó a las islas Falkland. Después, en el pesquero uruguayo Instituto de Pesca nº 1, en el que, nuevamente fracasados, regresaron a Puerto Stanley.

En estas dramáticas circunstancias, Shackleton comprendió que debía encontrar una base de operaciones que contara con más recursos que Puerto Stanley, así que resolvió trasladarse a Punta Arenas, con la esperanza puesta en chile. Allí fletó la goleta Emma, tercera nave con la cual intentó el rescate. La Armada permitió que la escampavía Yelcho, al mando del Piloto Miranda, remolcara a la Emma hasta dejarla en aguas libres, para ahorrar combustible y aumentar su distancia franqueable. Pero el invierno estaba bastante avanzado, las condiciones de tiempo eran malas y el hielo se movía rápidamente hacia el norte, siempre cerrándole el paso. En esas condiciones no podrían alcanzar la isla, por lo que la Emma se dirigió a Puerto Stanley una vez más. La autoridad naval de Magallanes dispuso que Pardo tomara el mando de la Yelcho, el domingo 6 de agosto, para dirigirse a Puerto Stanley y traer a remolque la Emma a Punta Arenas.

Escampavía Yelcho




La Yelcho recaló en Puerto Stanley en la mañana del miércoles 9, Shackleton y sus dos acompañantes subieron a bordo para saludar al Comandante Pardo y felicitarlo por su maniobra de entrada a puerto sin haber solicitado un práctico; hay que considerar que esto ocurría en plena Primera Guerra Mundial, por lo que era muy posible que la entrada al puerto estuviese minada. Así fue como el destino quiso que Shackleton y Pardo concurrieran a su encrucijada; un encuentro incidental que iba a tener primordial trascendencia, puesto que determinaría el destino de muchos.

Sir Ernest era una persona favorecida por una sorprendente perspicacia para calificar a las personas. Le impresionó bien este marino tan valeroso; congenió con él y sintió que podía confiar en este hombre sencillo, al que presintió íntegro. Pronto, al trabar conocimiento con él, lo respetará por su destreza y competencia; luego aprenderá a admirarlo por su sereno coraje, puesto que ocurre una secreta seducción entre los temperamentos bien definidos, si bien distintos, que se complementan en sus carencias y capacidades.

La Yelcho zarpó el jueves 10, con la Emma a remolque, en medio de un fuerte ventarrón. en el puente de mando, Pardo observaba el rumbo y Shackleton estudiaba a Pardo, intuyendo que debajo de ese aspecto afable y casi apacible, se ocultaba un carácter de acero y una conciencia incorruptible. Presintió pues, que había dado con el protagonista exacto.

Durante la travesía, platicaron. Pardo se enteró del tesón de Shackleton y de sus frustraciones; de cada una de las efímeras esperanzas contrariadas por las subsecuentes decepciones que componían su acaecer cotidiano y lo llenaban de aflicción y abatimiento. De este modo fue naciendo en el espíritu altruista del marino chileno, un intenso y noble sentimiento de solidaridad y deseos de apoyarlo. A sus 34 años de edad, Pardo no era un ávido aventurero, ni un renombrado investigador, sino un hombre con intereses personales, su carrera, su matrimonio y sus retoños que lo aguardaban junto a su esposa en el hogar de Valparaíso, del que faltaba hacía tiempo. Recordó nostálgico a los suyos, preguntándose si le asistía el derecho a arriesgarse por entero, en un salto al vacío. Tendría que explicar a su esposa el motivo que lo animaba. Ella, que lo había acompañado hasta ahora, con cariño y abnegación, era capaz de comprender sus sentimientos. El deseaba ser útil, sabía a cuanto se arriesgaría y lo que podría ocurrir, pero arriesgarse por Shackleton no era emprender un viaje turístico sino, uno a muchos sinsabores y grandes sacrificios. No obstante, admitía que, como oficial de la Armada de Chile, había adquirido la competencia necesaria para realizarlo; además, tenía un sólido concepto del cumplimiento del deber, un acentuado espíritu humanitario y un acrisolado espíritu de servicio. había 22 hombres que se encontraban en una penosa condición, extremadamente precaria y angustiosa, colmada de carencias y desesperanzas. sentía que él podía… ¡debía salvarlos!

Con la Emma a remolque, la Yelcho arribó a Punta Arenas el día 14. Pardo y Shackleton desembarcaron; el primero, para rendir cuenta de su comisión, y el segundo, para solicitar una nave, posiblemente la misma Yelcho, para rescatar a sus compañeros. Pero, ningún buque era apropiado para el viaje a los hielos durante ese crudo invierno.

Todo el mundo estaba preocupado por la ventura que sufrían aquellos desamparados náufragos. Un grupo de personas influyentes de Punta Arenas, encabezado por Francisco Campos Torreblanca, intentaba convencer al gobierno de enviar una nave.

Recordó Shackleton que, a su paso por las islas Falkland, había conocido al Vicealmirante chileno Joaquín Muñoz Hurtado, quien regresaba de una misión en Londres y que ahora era Director General de la Armada de Chile. Recurrió entonces a él. La respuesta fue inmediata; el Almirante dispuso que el Comandante en Jefe del Apostadero Naval de Magallanes,Contraalmirante López Salamanca, le proporcionara un buque a Shackleton.

Había llegado el momento de que la Armada de Chile se hiciera cargo de este rescate. se decidió que fuera la Yelcho.

El Comandante titular de la Yelcho estaba enfermo, por lo que había que reemplazarlo. Considerando lo potencialmente peligrosa que era la misión, el apostadero naval decidió llamar voluntarios.

Piloto Luis Pardo V




El primero que se presentó fue el piloto Pardo. tenía 34 años, plenos de energía, modestia y agradable trato. Frente a su determinación inexorable, a la reciedumbre de su expresión y a la seguridad de su voz, el mando naval pudo darse cuenta de que frente a ellos se hallaba un hombre de carácter. Porque, en verdad, el piloto Pardo no sólo se propuso: se impuso. desplegó las cartas de navegación, determinó la ruta y, enseguida, como si ya estuviese aceptado para el mando de la Yelcho, manifestó que él escogería a los hombres que habían de acompañarlo. No procedía sino transbordarlo a la Yelcho.

La noticia se propagó rápidamente por toda la ciudad. Di la contingencia de socorrer a los náufragos se veía tan incierta y la eventualidad de tener éxito, tan remota, en la misión en la que otras tres naves en mejores condiciones de tiempo ya habían fracasado: ¿qué probabilidad podría tener la Yelcho? En el ambiente marinero del puerto se dudaba, especialmente entre los cazadores loberos, pues era la temporada en que los hielos sitiaban totalmente a la isla Elefante; también se intentaba disuadir, argumentando que la situación meteorológica era más mala que nunca.

Pardo los escuchaba, reflexionando que en esa región las condiciones siempre son las peores y, de tener que aguardar su conformidad, nunca se haría nada. Tenía que sacar prestamente de la isla a esos desdichados.

Antes de zarpar, Pardo dejó una emotiva carta para su padre, en la que le decía: la obra es grande, pero nada me arredra: soy chileno. Dos consideraciones me hacen afrontar dichos peligros: salvar a los exploradores y darle renombre a mi patria. Me consideraría feliz si consiguiere, como creo, hacer lo que otros no han podido. si fracaso y muero, usted cuidará de mi Laura y de mis hijos, que quedarían desamparados y sin más apoyo que el suyo. Si salgo avante, habré cumplido con mi deber humanitario como marino y como chileno. Cuando usted esté leyendo esta carta, o su hijo ha muerto o ha llegado con los náufragos a Punta Arenas. Solo, no volveré…

El viernes 25, a las 00:15 horas, la Yelcho zarpó. No nos vamos a extender en la navegación misma, en la que Pardo era un técnico y todo lo hizo bien, ya que ésta ha sido tratada detalladamente en anteriores publicaciones (véase: revista de marina nº 5/2000: pp 467-480.)

Cuando el 30 de agosto llegaron a la isla y ubicaron el lugar donde se encontraban los náufragos en la playa, Shackleton y Pardo se miraron en silencio, con los labios apretados, pues hay ocasiones en que más vale no hablar. Era el cuarto intento y Shackleton temía lo peor: - “¡están todos!”, le confirmó el Capitán Worsley, llorando.

Mientras Pardo hacía su aproximación, podía escucharse el rumor de las expresiones de regocijo y los jubilosos ¡hurra! de los náufragos. Pardo acercó su nave a menos de un cable de la costa, donde el hielo la detuvo, y allí se mantuvo sobre las máquinas. Ordenó arriar inmediatamente una chalupa, que mandó a tierra con Shackleton, el teniente Crean y cuatro tripulantes chilenos. En su trayecto hacia la playa, la embarcación debió navegar por las grietas que dejaban las resquebrajaduras de la banquisa.

La chalupa de la Yelcho realizando el rescate




Antes de llegar al buque, Sir Ernst avisa que no hay novedades en su gente, a lo que la tripulación de la Yelcho contesta con gritos de ¡hurra!, los que a su vez son respondidos con alegría por los náufragos aclamando a Chile, a la Yelcho y al comandante Pardo.

Cuando Pardo llegó a Punta Arenas con su pequeña y frágil pero, avezada nave, ésta era esperada por las autoridades, las organizaciones locales y toda la población de Punta Arenas, que se había volcado hacia el muelle y las calles colindantes para ovacionar a los que llegaban, demostrando a los rescatados su cordialidad y a los valerosos tripulantes de la Yelcho su admiración y aprecio. Hubo formación de las instituciones públicas y privadas que querían demostrar su alegría. La colonia británica en masa aclamaba con cariñosa admiración a los salvadores de los hombres del Endurance, que tan en alto habían dejado el nombre de Chile y de su Armada. Las familias se disputaban a los náufragos, para vestirlos y agasajarlos.

La Yelcho regresando victoriosa




El piloto Pardo, con su acostumbrada sencillez, parecía dudar de merecer los justos agasajos con que la población de Punta Arenas los recibiera tan triunfalmente.

El martes 5, Pardo presentó su parte de viaje. En su texto, con la lealtad propia de un líder, Pardo atribuía el éxito a su gente. Por su parte, Shackleton escribirá en su libro “South”: Finalmente, el gobierno chileno fue el responsable directo por el rescate de mis camaradas. Esta República austral fue infatigable en sus esfuerzos para hacer un rescate victorioso y a ellos les debemos la gratitud de todo nuestro grupo. Menciono especialmente la benévola actitud del Almirante Muñoz Hurtado, Jefe de la Armada de Chile, y del capitán Luis Pardo, quien comandó a la Yelcho en nuestra última y victoriosa aventura.

Por sus servicios distinguidos, Pardo recibió varias medallas. Fue publicado que, con cortesía pero con firmeza, rechazó un obsequio de 25.000 libras esterlinas que le habría ofrecido el gobierno británico, pues estimó que no era acreedor a ese premio, ya que, como marino de Chile, sólo había cumplido con su deber en una misión que le había sido encomendada.

Recepción popular en Punta Arenas




En abril de 1930, el gobierno chileno nombró a Luis Pardo en el cargo de cónsul adscrito de chile en Liverpool. en su misión consular, resultó ser un agente de lujo para el país, aunque no pudo gozar de la estadía. Estaba angustiado por la salud de su esposa que, a pesar de las atenciones de los mejores especialistas consultados en Europa, declinaba sensiblemente. Ella era su apoyo moral. Este matrimonio tan unido resolvió regresar a chile, para que Laura Ruiz pudiera morir en paz, cerca de sus seres queridos. No obstante, en 1934 ella fue intervenida quirúrgicamente en Chile y, aunque siempre delicada, llegaría a vivir dieciocho años de inconsolable viudez, junto a sus hijos, pues el 21 de febrero de 1935, a los 54 años de edad, víctima de una bronconeumonía de la cual no pudo recuperarse, falleció en Santiago el Teniente 1º piloto Luis Alberto Pardo Villalón.

Teniente 1º piloto Luis A. Pardo V. 




Pero su deceso y el desguace de su Yelcho no significaron la desaparición de sus nombres en la memoria colectiva nacional. Los nombres de nuevas unidades de la armada, distritos, unidades geográficas, topónimos, sub-bases y refugios antárticos, faros, calles, centros de estudios marítimos, bustos, monumentos, fundaciones, escuelas de navegación, escuelas básicas –como la Escuela Básica “Piloto 1º Luis Pardo Villalón” de Valparaíso y el Colegio “Piloto Pardo” de Santiago-, recordarán sus nombres para siempre.




SALVAMENTO DE LA EXPEDICION SHACKLETON POR EL PILOTO LUIS PARDO V.

(www.histarmar.com.ar, Carlos Mey Martínez, Argentina; Guillermo Barros González, publicados en la Revista Marina de Chile, www.revistamarina.cl y reproducido por amable permiso de su director, CNIM Jaime Sepúlveda Cox - Marzo del 2010)




Introducción.

El 30 de agosto de 1916, la escampavía Yelcho de la Armada de Chile, al mando del Piloto 2º Luis A. Pardo Villalón, efectuó el rescate de 22 miembros de la expedición científica inglesa de Sir Ernest Shackleton, que se encontraba aislada en la isla Elefante, del Territorio Chileno Antártico.

La temeraria acción de intentar el salvamento de los marinos británicos, fue una proeza que tuvo una repercusión mundial tanto por su alto fin humanitario, como por las difíciles y extraordinarias circunstancias en que se realizó, hazaña que hoy se confunde con la gloriosa historia de nuestra Armada y que dejó en evidencia, una vez más, el temple de los marinos chilenos que saben vencer a la adversidad, gracias a su completa preparación profesional y al elevado y sólido espíritu que los anima.

A fines de 1914 el Endurance, después de cruzar el mar de Weddell, intentando recalar en bahía Vahsel, quedó atrapado por el Pack y los expedicionarios vivieron una verdadera odisea durante el año 1915, hasta que en abril de 1916 lograron instalarse en isla Elefante. Desde aquí Shackleton se dirigió, en una embarcación, a pedir auxilio; primero arribó a la isla Georgia del Sur, después a puerto Stanley (islas Falkland) y luego a Punta Arenas, donde obtuvo la autorización del gobierno de Chile para que la Yelcho cumpliera el rescate de los 22 náufragos ingleses.

La nave que se puso a disposición de Pardo, era un buque de fierro sin doble fondo, de reducido tonelaje, sin instalaciones de radio y completamente inadecuado para soportar presión de hielos o colisión con témpanos. Debía atravesar el paso Drake y navegar 500 millas náuticas que median desde la salida del canal Beagle a isla Elefante, en pleno invierno, donde las condiciones de mar y viento se hacen, a menudo, insoportables y extremadamente rigurosas. En esa época tampoco se disponía de predicciones meteorológicas, que permiten hoy, una programación adecuada y oportuna para navegar con éxito esas peligrosas aguas.

Con todo, la orden de ir a buscar y traer los náufragos del Endurance se dio y Pardo, superando todas las dificultades, cumplió su misión a la perfección. Rescató a los marinos ingleses y despertó la admiración universal, impidiendo que los 22 camaradas de Shackleton tuvieran que enfrentarse a un desenlace funesto.

El Piloto Pardo.

Quien fuera el primer marino chileno que dirigió una expedición antártica de la Armada de Chile, nació en Santiago el 20 de noviembre de 1882; su padre, don Fernando Pardo Tagle, en 1879 fue Capitán de Caballería del Regimiento Cazadores y su abuelo había luchado en la guerra de nuestra independencia. A los 16 años ingresó a la Escuela de Pilotines, egresando como Guardiamarina Piloto el 30 de junio de 1903 y por sus relevantes méritos, la Marina de Guerra lo acogió en sus filas. Sus primeras destinaciones las llevó a cabo en el Sur, manteniendo la señalización marítima y aprovisionando faros. Allí se familiarizó con la difícil geografía de los estrechos, canales, pasos y archipiélagos, poniendo a prueba su talento y capacidad. Desde el 12 de septiembre de 1910 era Piloto 2º, habiendo servido en las escampavías Valdivia, Pisagua, Toro y Huemul; en los transportes Maipo y Rancagua, siendo comandante del Porvenir, Yáñez y Yelcho. Casado con doña Laura Ruiz G., fue padre de cuatro hijos, el mayor de ellos, Fernando, llegó a ser Comandante en la Fuerza Aérea. 




A veces los designios del destino son inexplicables y así fue que el 6 de agosto de 1916, el Piloto Luis Pardo asumió el mando de la Yelcho, por enfermedad de su comandante, y su primera comisión fue la de dirigirse de inmediato a puerto Stanley, para traer a remolque a la goleta Ema que había sido fletada por la colonia inglesa de Punta Arenas para que Shackleton tratara de rescatar a sus hombres aislados en la Antártida chilena (?).

En compañía de Pardo, Shackleton viajó a Chile y, junto con conocer al marino chileno, el jefe inglés concluyó que Pardo era el hombre indicado para el salvamento. Ya en Punta Arenas se iniciaron las gestiones ante las autoridades navales; Chile no permanecería ajeno a la tragedia antártica y así Shackleton obtuvo, al fin, la autorización del gobierno para que la Yelcho efectuara el histórico rescate. Pasado el mediodía del 30 de agosto, la Yelcho, con todos los náufragos rescatados, inició el regreso triunfante a Punta Arenas. En reconocimiento por esta gran acción Pardo recibió diferentes distinciones, entre ellas de la Municipalidad de Punta Arenas, del Cuerpo de Voluntarios del Bote Salvavidas, de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, de la Liga Marítima de Chile, de la Liga Patriótica Militar y una condecoración de la Corona de Gran Bretaña.

También el gobierno reconoció su extraordinario desempeño y en septiembre de 1916 Pardo recibió el ascenso a Piloto 1º de la Armada. En julio de 1917, Luis Pardo estuvo presente en Grokon, Connecticut (EE.UU.), participando en la recepción de los seis primeros submarinos tipo Holland y, ya resentida su salud, obtuvo su retiro de las filas de la Armada el 23 de mayo de 1919, habiendo recibido anteriormente, por gracia, un abono de 10 años para efectos de retiro.

Sus últimos servicios al país fueron los de Cónsul de Chile en Liverpool, Inglaterra, en 1930. Falleció en Santiago el 21 de febrero de 1935 y en el severo mausoleo de la familia Pardo, en el cementerio de Santiago, aparece la inscripción siguiente:

" L. A. PARDO V.
" Descansa en paz, aún para la posteridad quede el recuerdo
" " grande e imperecedero de tu hazaña."
" La sombra gloriosa de tu pequeña Yelcho y la audacia de tu"
" mano valerosa son legados de honor que tu dejas a las"
" generaciones venideras."
Piloto Pardo, descansa en paz."
21 de Febrero de 1935.

En reconocimiento de este trascendental rescate antártico, la Armada le dio el nombre de Piloto Pardo, al buque de investigación que fue construido en Holanda y llegó al país en mayo de 1959. A través de los años ha cumplido una intensa labor hidrográfica, participando activamente en numerosas tareas antárticas. La Municipalidad de Valparaíso, a solicitud de la Junta de Vecinos del cerro La Merced, cambió el nombre de la calle Capilla, por calle "Yelcho", en consideración a que en esa arteria estaba la residencia de Luis Pardo y familia y, años más tarde, en 1949, dio el nombre de este intrépido marino a una calle del cerro Polanco.

El Continente Antártico. 

Para formarse una idea de las dificultades y rigurosidad que presenta este continente, ubicado en el extremo sur terrestre, damos a conocer las principales características que lo individualizan:
- Se encuentra circundado por el círculo polar y rodeado por los océanos Pacífico, Indico y Atlántico del sur.
- Presenta las temperaturas más bajas de toda la tierra. La menor que se ha registrado alcanza a -86,8 EC.
- Con una superficie de 14.000.000 Kms2 y una altura media de 2.200 metros, escarpado y montañoso; este continente posee un clima extremadamente duro.
- En sus aguas flotan enormes campos de hielo hasta de 500 millas de ancho, en profundidades que llegan a los 650 metros.
- Las severas condiciones climáticas producen grandes dificultades en el desarrollo de la vida vegetal y animal. Así, la flora es escasa y se reduce a líquenes, musgos y algas. La fauna presenta una total ausencia de especies terrestres y, por el contrario, la fauna marina es rica y abundante en mamíferos, peces y aves.
- Un centro de alta presión en la meseta central del continente y cinco zonas depresionarias distribuidas en su periferia, juegan un papel importante tanto en la circulación antártica como en la circulación atmosférica del Hemisferio Sur.
- Las características oceanográficas presentan dos grandes rasgos:
la corriente "circumpolar" que fluye hacia el Este y la "convergencia antártica" que separa las aguas antárticas con las subantárticas, lo que ocurre en las inmediaciones del paralelo de latitud 60E S.
- Está unido a Sudamérica a través del "arco de las antillas del sur" o "arco de Scotia", de acuerdo a estudios geológicos, de vulcanología, morfológicos, oceanográficos, etc., lo que confirma la prolongación de la cordillera de los Andes a través de la Tierra de O'Higgins e islas Shetland del Sur.

Mencionamos por último, que la geografía política divide a este continente en cuatro cuadrantes o sectores que miran respectivamente a Sudamérica, al Pacífico, a Australia y a Africa; resulta que el sector chileno es el más cercano y sus límites enmarcados entre los meridianos 53E y 90E de longitud Oeste de Greenwich, fueron fijados por el decreto supremo Nº 1747 del 6 de noviembre de 1940.

Expedición del Endurance.

Con el propósito de efectuar el cruce del continente antártico, se inició este proyecto denominado Expedición Imperial Transantártica, cuya preparación demoró más de tres años, ya que no fue fácil su financiamiento. Se adquirió un buque adecuado y apto para regiones polares de nombre Polaris y que Shackleton denominó Endurance. El jefe científico inglés no era un novato en expediciones antárticas; ya en 1901 había ido con Sir Robert Scott hasta las
cercanías del Polo Sur y en 1907 encabezó otra travesía exitosa que le valió que Su Majestad Británica lo nombrara Caballero.

A pesar de haber comenzado la primera guerra mundial, Shackleton zarpó de Plymouth en agosto de 1914 con destino a Buenos Aires, desde donde continuó viaje, en octubre, llevando a bordo un total de 28 hombres entre científicos, técnicos y marineros, con todo el equipo, víveres y material necesario. El 5 de noviembre arriban a Georgia del Sur y al mes siguiente zarpó hacia el mar de Weddell intentando recalar en bahía Vahsel y desde ahí internarse en el Continente Helado. Rodeado de hielos y numerosos témpanos, el Endurance avanzó lentamente hacia su destino y el 10 de enero de 1915 avistaron tierra. Faltaban sólo unas 200 millas para llegar a bahía Vahsel, pero el pack-ice, inmenso campo de hielo, no lo dejó avanzar y quedó atrapado en él. El verano se terminaba y Shackleton decidió invernar y esperar. 




Durante el año 1915 se vivió una verdadera odisea; primero el barco se movía lentamente junto al pack que lo arrastraba, después el témpano que lo sostenía se quebró y el Endurance empezó a deformarse por la presión de los hielos, lo que obligó a Shackleton a sacar todo lo movible y útil del buque, instalando un completo campamento sobre el gran témpano que los cobijaba y, por último en diciembre, el Endurance, no soportando más el castigo de los hielos, se partió y hundió. El jefe científico escribió en su diario: "Ruego a Dios que me permita llevar todo el grupo sano y salvo a la civilización". 






No podían continuar en esas condiciones, de modo que Shackleton decidió navegar hacia el Oeste arriba de témpanos a la deriva en las embarcaciones del Endurance. Casi cuatro meses duró esta penosa travesía, hasta que en abril de 1916 encallaron en isla Elefante y se instalaron con todo lo que les quedaba. 22 miembros de la expedición permanecieron en tierra y el resto, junto a Shackleton, se hicieron a la mar en un bote para pedir auxilio. 




Atravesaron el paso Drake sufriendo un verdadero martirio y a los 20 días llegaron a la isla Georgia del Sur. Repuesto de tan duro viaje, Shackleton se dedicó a tratar de rescatar a sus camaradas, primero en el Schooner Southern Sky, después en un barco facilitado por la república de Uruguay y, por último, en la goleta chilena Emma. Todo fue inútil, unas pocas semanas bastaron para angustiar a Shackleton por sus fracasados intentos de aproximarse a isla Elefante.

Finalmente, en puerto Stanley, el jefe científico inglés conoció al Piloto Pardo, que había recalado con la Yelcho en ese puerto para llevar a remolque la goleta Ema a Punta Arenas. Shackleton viajó en la escampavía chilena y en Punta Arenas inició las gestiones ante las autoridades navales para que Pardo, con la Yelcho, viajara a la Antártica Chilena. Al fin, la autorización del gobierno de Chile llegó y la Yelcho, al mando del valeroso Piloto Pardo, zarpó de Punta Arenas el 25 de agosto de 1916 hacia la isla Elefante.

Viaje de la Yelcho. 

A continuación se da a conocer el parte de viaje de la escampavía Yelcho, en relación al rescate de los náufragos del Endurance, la nómina del personal inglés rescatado, la dotación del buque y notas del mando superior.

Escampavía Yelcho Nº23.

Punta Arenas, septiembre 5 de 1916.
Tengo la honra de dar cuenta a US., de la comisión efectuada por esta escampavía a isla Elefante en socorro de los náufragos de la expedición Sir Shackleton. El Viernes a las 12.15 AM. zarpé de ésta con rumbo a Picton, tomando al amanecer el canal Magdalena y demás pasos hasta fondear a las 5 PM. de esta misma tarde sin novedad en Puerto Burnt. El Sábado a las 06.30 AM. se continuó viaje con buen tiempo fondeando a las 5 PM. sin novedad en Ushuaia. En este puerto fueron muy bien atendidos Sir Shackleton y sus dos compañeros, los que regresaron muy satisfechos a bordo. El Domingo a las 06.30 AM. zarpé con rumbo a Isla Picton donde fondeé sin novedad a las 11.15 AM. Se mandó guardián y equipajes a tierra, principiando inmediatamente después la faena de carbón; embarqué trescientos sacos, se rellenaron carboneras y el resto quedó en cubierta. A las 03.30 AM. terminó esta faena y zarpé inmediatamente a alta mar, por cuanto el tiempo era muy bueno y el barómetro se mantenía muy alto y firme.

El Lunes se navegó sin novedad, a diez millas constantes. El tiempo se presentaba inmejorable; el barómetro continuaba alto y viento fresquito del SW. A medio día se hicieron las observaciones astronómicas correspondientes continuando viaje sin alterar el rumbo. La noche se presentó estrellada y el horizonte bastante claro, el barómetro se mantenía sobre 762 y la temperatura era de 3 grados, siendo la corriente del SE.

El Martes se continuó la navegación en iguales condiciones que el día anterior, después de haber hecho las observaciones astronómicas se comprobó que no había necesidad de alterar el rumbo. La temperatura fue bajando sucesivamente hasta ser a media noche de 9 a 10 grados bajo cero; la corriente continuaba en la misma dirección. A las 5 PM. entramos en la zona peligrosa de las neblinas las que por lo general no son continuas, pues a pesar de ser permanentes en esa región corren según la dirección del viento, dejando siempre algunos minutos de claridad, con lo cual el horizonte se hace visible de 2 a 5 millas. A las 11.30 PM. la neblina fue espesa y constante, por lo que hubo de disminuir el andar a tres millas, ésta continuó en iguales condiciones hasta las 5 AM. del Miércoles, hora en que era menos espesa, que dejaba visible un horizonte de una milla por lo que se puso la máquina a toda fuerza.

Aunque nos encontramos dentro de la zona peligrosa, tanto por las rompientes y bajos desconocidos, como por la niebla y témpanos, se prefirió continuar navegando en esta forma por considerarse ser menor este peligro que el no poder llegar ese día al campamento de la isla, con lo cual nos habría sorprendido la noche y desorientado. A las 8 AM. encontramos los primeros pequeños témpanos; a las 09.30 AM. en la zona de los grandes témpanos y a las 10.40 AM, divisamos los primeros Breakers del extremo norte de la Isla Elefante. A las 11.10 AM. se reconocieron los Seal-Rks a 2 1/2 millas de distancia aproximadamente.

Se extremó la vigilancia en todo el buque para avisar a tiempo los grandes témpanos que en forma de neblina negruzca y de doble altura se divisaban por la proa y costado, vistos en esta forma debido a la neblina y a la refracción combinada. En esta forma se continuó rodeando la isla hasta las 01.30 PM., hora que con gran regocijo de todos se avistaron los náufragos que estaban ubicados en un bajo, teniendo por un lado un grande y notable ventisquero y por el otro notables nevados muy característicos en esta isla. Al acercarnos al punto indicado se oían las manifestaciones de regocijo y los hurras de estos náufragos. Se mandó chalupa a tierra a las órdenes de Sir Shackleton, el que fue recibido por ellos con grandes aclamaciones de júbilo. Regresando el primer bote a bordo que traía la mitad de gente y algunos bultos, aclamaron a Chile y a su Gobierno. El segundo bote que fue por el resto de la gente hizo otro tanto. A las 2.25 PM. se tenía toda la gente a bordo e izado el bote, dándose a esta hora rumbo al norte. A las 4 PM. teníamos Seal-Rks a la cuadra y a las 9 PM. salíamos de la zona más peligrosa, siempre con neblina, barómetro alto y temperatura baja.

El Jueves a las 8 PM. el viento rondó al NW y el barómetro principió a bajar, durante la noche la mar fue gruesa resolviéndose en un mal tiempo que nos molestó bastante y el cual nos acompañó hasta la entrada del Estrecho.El Viernes la neblina nos impidió tomar el canal Beagle por lo que resolví seguir viaje y tomar el Estrecho. El Sábado a las 6 PM. avistamos el faro Dúngeness y Vírgenes; puse rumbo a Dúngeness a fin de anunciar nuestra llegada. Una vez cerca de éste vi que era imposible enviar bote a tierra debido al fuerte viento del W y mar gruesa por lo cual continué viaje fondeando sin novedad y trayendo los 22 náufragos. A las 10.30 AM zarpé con rumbo a ésta, fondeando sin novedad a las 11.30 AM en este puerto.

Me permito hacer presente a US., de que esta comisión se llevó a feliz término por la eficaz cooperación de los Oficiales que me acompañaban, del encargado de la Contabilidad que cooperó con entusiasmo para poder atender debidamente a las 29 personas que se arranchaban en la cámara de Oficiales, que por su poca comodidad se hacía difícil su atención y otro tanto puedo decir a US., del encargado de las máquinas que en todo momento se encontró en su puesto y cumplía fielmente las órdenes impartidas.

Respecto de la tripulación, que en su mayor parte era del Yáñez y que acompañó voluntariamente, su entusiasmo y celo en el servicio es digno de encomio i se ha hecho acreedora a la felicitación de sus jefes.
Pongo término a ésta con una nómina de los 25 náufragos de la expedición de Sir Shackleton.
Saluda a US.
Fdo. L. A. Pardo
Piloto - Comandante
Al Sr. Comandante en Jefe del Apostadero de Magallanes.
Escampavía Yelcho.

Nómina del personal náufrago, que formaba parte de la expedición de Sir Shackleton, el cual venía en la escampavía Yelcho de isla Elefante:

1. Sir Ernest Shackleton
2. Sr. Frank Worsley
3. Sr. Tomas Crean
4. Sr. Frank Wild
5. Sr. W. Backewell
6. Sr. P. Blakboro
7. Sr. A. Cheetham
8. Sr. R. S. Clark
9. Sr. C. Green
10. Sr. L. Greenstreet
11. Sr. E. Holness
12. Sr. W. How
13. Sr. H. Hudson
14. Sr. J. F. Hurley
15. Sr. L. Hussey
16. Sr. A. Kerr
17. Sr. T. H. Orde-Lees
18. Sr. A. Macklin
19. Sr. G. Marston
20. Sr. J. Mc. Iiroy
21. Sr. T. Mc. Leod
22. Sr. L. Hickenson
23. Sr. W. Stevenson
24. Sr. J. M. Wordie
25. Sr. R. W. James


Punta Arenas, Septiembre 5 de 1916.
Fdo: L.A. Pardo
Piloto 2º Comandante
Escampavía Yelcho.

Nómina del personal que forma parte de la dotación del Escampavía Yelcho, en el viaje efectuado a la isla Elefante, para el salvamento de los náufragos de la expedición Sir Shackleton:


Piloto 2º Sr. Luis A Pardo Villalón. Comandante
Piloto 2º Sr. León Aguirre Romero. 2º Comandante
Maestre Vív. Mayor Sr. Jorge L. Valenzuela. Mesa C/cargo contabilidad
Maquinista Mayor Sr. José Beltrán Gamarra. C/cargo Máquinas
Personal de la Armada.
Mecánico 1º Nicolás Muñoz Molina
Mecánico 1º Manuel Blackwood
Guardián 1º Manuel Ojeda
Marinero 1º Pedro Pairo
Marinero 1º José del C. Galindo
Personal del Territorio Marítimo.
Contramaestre 1º José Muñoz Téllez
Herrero 1º Froilán Cabañas Rodríguez
Cabo 1º Fogonero Pedro Soto Núñez
Cabo 1º Fogonero Heriberto Cáriz Cárcamo
Cabo 1º Fogonero Juan Vera Jara
Cabo 1º Fogonero Pedro Chaura
Cabo 1º Fogonero Luis Contreras Castro
Guardián 1º José Leiva Chacón
Guardián 1º Ladislao Gallegos Trujillo
Guardián 1º Hipólito Aris C.
Guardián 1º Antonio Colin Paredes
Guardián 1º Florentino González Estay
Cocinero 1º Clodomiro Agüero Soto
Mozo 1º Bautista Ibarra Carvajal


Punta Arenas, Septiembre 5 de 1916.
Fdo: L. A. Pardo
Piloto 2º, Comandante Nº 674
Punta Arenas, 6 de Septiembre de 1916.

Adjunto tengo el honor de elevar a la consideración de US., el parte pasado por el Piloto 2º Sr. Luis A. Pardo V., Comandante de la Escampavía Yelcho, sobre su viaje a isla Elefante en auxilio de los náufragos de la expedición Shackleton, acompañando una relación del personal salvado y otra del que formaba la tripulación del Yelcho. Al elevar a US., el parte citado, me hago un deber en recomendar calurosamente a la consideración de US., la forma altamente satisfactoria en que este Oficial ha cumplido tan difícil comisión, demostrando en todo momento gran entusiasmo, energía y una preparación profesional digna de todo encomio, según se ha servido expresármelo verbalmente Sir Ernest Shackleton, quien se muestra agradecidísimo por el auxilio prestado y por la forma en que el Piloto Pardo desempeño su difícil cometido.

Al felicitar a US., sinceramente por el feliz éxito de esta expedición, que pone tan en alto, ante el mundo entero, el buen nombre de nuestra Marina, me permito insinuar a US., la idea, que como justo premio a sus servicios se le conceda al Piloto Pardo el ascenso a Piloto 1º ya que es el primero del Escalafón con sus requisitos cumplidos y con seis años en el grado.
Saluda a US.
Luis V. López
Contraalmirante - Comandante en Jefe
Sr. Director General de la Armada, Valparaíso.

A mediados de septiembre la Yelcho abandonó Punta Arenas para dirigirse a Valparaíso, llevando a bordo a Shackleton y a los miembros de la expedición inglesa. La Armada y el pueblo de Valparaíso les dio una calurosa bienvenida; no era para menos, se había llevado a cabo con todo éxito una de las comisiones más peligrosas que puede cumplir un buque de guerra en tiempos de paz. Entre la autoridades y funcionarios que recibieron a Pardo en Valparaíso, le correspondió hacerlo al entonces Capitán de Corbeta Sr. Benjamín Barros Merino, mi padre.

Notas finales.

1. Con motivo de la celebración de las Glorias Navales en mayo de 1970, la Comandancia en Jefe de la IIIª Zona Naval, en nombre de la Armada de Chile, entregó a la ciudad de Punta Arenas un monumento con la proa de la escampavía Yelcho, como un homenaje y recuerdo del histórico viaje de esta nave a la Antártica Chilena en agosto de 1916. Desde el 21 de noviembre de 1977 este monumento fue ubicado definitivamente en puerto Williams.
2. En la sala histórica del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, se encuentran los siguientes elementos relacionados con esta misión:
- Diario de Bitácora de la Yelcho, donde figuran los acaecimientos del viaje.
- Compás magnético de Gobierno (Bitácora, mortero, etc.) instalado en la Yelcho y que fue empleado por el buque en la navegación al Territorio Chileno Antártico.












(ChileCollector.com)