TRAGEDIA MARITIMA DE AÑO NUEVO, TOCOPILLA, 1 DE ENERO DE 1933
(www.tocopillaysuhistoria.blogspot.com/2008/01)
De la celebración a la tragedia: el siniestro Año Nuevo de 1933
“…ayer en momentos en que todo el mundo se entregaba a celebrar alegremente el advenimiento del año nuevo de 1933, una desgracia de grandes proporciones vino a conmover a la opinión pública de Tocopilla…” (El Proletario 2 de enero de 1933)
En el escenario de celebrar el Año Nuevo, la historia de Tocopilla se tiñó de muerte por un gran accidente ocurrido en las costas locales. Es así que un hecho macabro marcaría un antes y después en la forma de celebrar el Nuevo Año. Del mismo modo, este hecho quedó grabado duramente en la memoria de los hoy ancianos que viven con nosotros.
Finalizado el año 1932, todos los tocopillanos abrigaban la esperanza de recibir un mejor año y olvidar un año difícil, el año de la Gran Depresión Mundial, la cual trajo para el país, especialmente para nuestra ciudad cesantía, pobreza e inestabilidad política y social, una alta tasa de mortalidad, una gran hambruna. Sin embargo la situación de desgracia seguiría entristeciendo al puerto. Una vez celebrada la noche del 31, en donde la comunidad presenciaba los fuegos artificiales, asimismo disfrutaba de las destrezas realizadas en los ejercicios bomberiles, al día siguiente la celebración de muchas familias consistía en el tradicional paseo en bote por la bahía; paseo que se realizaba con la mejor vestimenta, y en donde era infaltable la merienda con consumo de frutas y bebidas. Muchos pescadores trocaban su tradicional actividad y se convertían en verdaderos fleteros recreativos para proporcionar una tarde agradable.
En esa tradicional actividad festiva, el mar enrabiado de un rato a otro se llevó la vida de 12 tocopillanos, quienes perecieron al volcarse la chalupa en la que navegaban.
Las victimas correspondían a dos conocidas familias locales: las familias Soto y Castillo, grupos que encontraron la muerte en el sector conocido como Caleta Vieja, ubicada en la salida costera norte de la ciudad, siendo sus cuerpos hallados a una milla y media de la costa por dos pescadores que trabajaban por dicho lugar.
Ambos grupos familiares no llegaron a la hora esperada al muelle de pasajeros despertando así las sospechas de un integrante de la familia Soto; quien fue el único en no ir y que en el desenlace de esta historia, resultó siendo el único sobreviviente de ese núcleo familiar. Como la chalupa no llegaba, de inmediato se inició la búsqueda…búsqueda que por horas fue infructuosa y que en la noche sólo traería la mala noticia definitiva por ese día: la imposibilidad de encontrar la embarcación y mucho menos encontrar a las familias.
La búsqueda por toda la bahía se reinició temprano en la mañana del 2 de enero, con muchos pescadores, voluntarios, la policías recorriendo toda la costa, pero el resultado era el mismo, hasta que unos pescadores vislumbraron a lo lejos unos extraños bultos negros, el diario El Proletario señalaba que “…acercados los obreros en cuestión a los bultos, se pudo establecer que era el cadáver de dos niños de corta edad, algo así como de cuatro a cinco años". Más tarde se pudo establecer que se llamaban Joaquín Segundo Soto Gallegos e Ismael Demetrio Castillo Maturana…· luego señala que el rescate de estos cuerpos fue bastante arduo “…después de un largo y tesonero trabajo, se logro arrebatar al mar sus dos inocentes víctimas, sin poder establecer nada más respecto a la desgracia a pesar de haberse internado la embarcación en cuestión, hasta algo así como dos millas de la costa y haber hecho activas búsquedas que resultaron infructuosas”. (El Proletario 2 de enero de 1933)
Como señalaba este diario más de la mitad del victimas correspondía a niños, quienes fueron los primeros en ser hallados.
La situación de amargura enternecía a Tocopilla por este mal inicio del nuevo calendario, ante lo cual la búsqueda era intensa con casi la totalidad de los pescadores acompañados tambien de marinos, carabineros y como lo indicaba El Proletario con “expertos conocedores de nuestra rada”
Recién el cuatro de enero fue posible encontrar los diez cuerpos restantes, ya que dos habían sido encontrados al día siguiente del accidente. La identidad de estas personas correspondía a :Joaquín Soto, Florentina Gallegos de Soto, Andolina Soto, Vicente Castillo, Berta Maturana, Humberto Castillo, Zoila Castillo, Maria Castillo, Carlos Espinosa y Humberto Uribe, estos dos últimos eran los fleteros y dueños de la embarcación.
Los cuerpos hallados estaban semidesintegrados debido a la larga estancia en el mar y las razones esgrimidas para explicar esta tragedia fueron varias, pero la que mas predominó – y como era lógico de suceder- fue sobre el bravío estado del mar en ese día, especialmente en el sector de la playa frente al cementerio, actual playa El Salitre. La otra versión hablaba sobre el estado de intemperancia de los fleteros, quienes en su porfía decidieron entregarse a la mar sin ninguna precaución.
La muerte de estas personas fue muy comentada durante mucho tiempo, este caso se hizo conocido como el de los “ahogaditos” , siendo muy concurridos sus funerales y del mismo modo fueron ampliamente visitadas sus tumbas en el cementerio local. Al mismo tiempo este accidente venia a sumarse a la lista de tragedias que han acaecido en el puerto.