ACCIDENTE CARRETERO, LAUTARO, 21 DE ENERO DE 1987



El accidente de tránsito que más vidas ha cobrado ocurrió el 21 de enero de 1987.

En esa oportunidad, a las 7:45 horas de la mañana y a 5 kilómetros de Lautaro, en la Ruta 5 Sur, un bus de la empresa Flecha Sur que se dirigía de Santiago a Puerto Saavedra adelantó a un camión con acoplado impactando de frente con otro camión cargado con madera.

Fallecieron 44 personas.




En las cercanías del ingreso a Lautaro se encuentra el monumento levantado en nombre de las personas que murieron en la colisión. Decenas de cruces son parte de este cementerio improvisado formado por una lápida que contiene el nombre de todas las víctimas.



La tragedia de "La Cantera del Diablo"

(www.australtemuco.cl, 18 de mayo de 2006)

Uno de los accidentes carreteros más grandes que recuerde la historia policial se registró la mañana del 21 de enero 1987 en La Araucanía. Ese día decenas de personas que se dirigían hacia el sur de nuestro país encontraron la muerte en una violenta colisión que enlutó a la nación.


Una mala maniobra de uno de los conductores involucrados provocó que 44 pasajeros perdieran la vida en forma instantánea en una triple colisión ocurrida en el kilómetro 654 de la Ruta 5 Sur, al norte de Temuco.

"Al observar el retrovisor lateral del costado derecho de mi camión, divisé al bus Flecha Sur que iniciaba una maniobra de adelantamiento. También advertí que a unos 300 metros en sentido contrario avanzaba un camión hacia el sur, entonces me abrí hacia la berma para dejar el paso al bus. En forma incomprensible para mí, el camión en vez de abrirse hacia su derecha se acercó aún más a la franja divisoria del centro, entonces primero impactó mi camión y luego al bus", relató a El Diario Austral, Sebastián Quintana, el único chofer sobreviviente de una de las tragedias carreteras más grandes que se recuerde en el país.

El bus de la empresa Flecha Sur, conducido por Raúl Páez Villalobos (48) que se dirigía desde Valparaíso hacia el sur se estrelló de frente con un camión que guiaba Regino Casanova Garcés. Este último transportaba listones de madera elaborada, que producto del impacto ingresaron a gran velocidad por el parabrisas del vehículo de pasajeros, generando la muerte de decenas de personas.

Un ensordecedor estruendo movilizó a los lugareños que habitan algunas improvisadas viviendas cercanas a la carretera. Sin imaginar la magnitud del accidente llegaron a presenciar la dantesca escena. Algunos de los cuerpos estaban diseminados en kilómetros y era inevitable escuchar los desesperados gritos de los pasajeros moribundos que intentaban incorporarse, despertar de la pesadilla e intentar continuar un viaje que a esas alturas había llegado al peor de sus destinos: la muerte.

El hecho quedó al descubierto gracias a un conductor que pasaba por el lugar. Al ver la magnitud de la tragedia no tardó en operar un radiotransmisor de su vehículo lanzando una señal que fue recogida por radioaficionados de Temuco.

Esta maniobra fue la que alertó a profesionales de Bomberos y de los Servicios de Urgencia de los Hospitales de Temuco, Lautaro, Victoria y Collipulli. El ensordecedor ruido de las balizas de los vehículos de emergencia daban a conocer que un episodio sin precedentes en los accidentes carreteros se estaba escribiendo en una de las rutas de La Araucanía.

Ex comandante recuerda la tragedia carretera.

En cosa de segundos el kilómetro 654 se convirtió en el epicentro del dolor, la desesperanza y el asombro. La vía estuvo cortada durante dos días, ya que los cuerpos de las víctimas quedaron diseminados en un radio no precisado. Se rastreó el perímetro de la zona de impacto por más de veinte horas, tiempo suficiente para establecer la cantidad de muertos en el lugar.

Este hecho dejó una dura lección no sólo para las familias, sino también para las autoridades encargadas de los operativos de emergencia.

El actual director de la Octava Compañía del Cuerpo de Bomberos de Temuco, Fredy Rivas, estuvo en esta tragedia como tercer comandante. Este hombre recuerda que fue el primer accidente de envergadura ocurrido en La Araucanía.

"Cuando llegamos era un choque frontal, estaban fundidos los metales, daba la impresión que todo era una masa. La cantidad de cuerpos mutilados era impresionante. El trabajo por varias horas consistió en retirar y retirar cadáveres, para agruparlos en la berma. Hacer ese trabajo nos llevó la mañana completa".

Agrega que tuvieron que armar los cuerpos, porque estaban cortados. "No había los adelantos técnicos que hay ahora. Ese accidente obligó a que se introdujera un trabajo fuerte en las unidades de rescate con las que hoy cuenta el Cuerpo de Bomberos de Temuco, no estábamos preparados para una emergencia de esa magnitud".

El ex comandante del Cuerpo de Bomberos de la capital regional sostiene que el hecho generó problemas en los voluntarios, un especie de schok post-tragedia. "Fue tan fuerte el impacto, que semanas después hubo bomberos que debieron ser atendidos con apoyo sicológico".