ACCIDENTE AEREO, EMPERADOR GUILLERMO, COIHAIQUE, 8 DE ABRIL DE 1968


Accidente aéreo en Emperador Guillermo
 
(http://ivansiminic.blogspot.com)

El que se lleva las palmas en relación a la cantidad de víctimas fatales sin duda es el acontecido el 8 de abril de 1968 al Douglas DC-3 CC-CBM de la recordada LADECO, vetusto avión que vio como su ala izquierda se le desprendía por efecto de las fuertes vibraciones que producían las tremendas corrientes orográficas que azotaban la zona en aquel momento, yendo a estrellarse en la zona del monte Emperador Guillermo, al norte de Coyhaique, con 36 muertos. Fallas técnicas se habían registrado en el avión poco antes, pero el zamarreo propio del vuelo terminó por sellar su destino.

 
El fatal accidente de Emperador Guillermo

("El Divisadero", Aisén, Sábado 24 de Julio del 2010, Oscar Aleuy Rojas)

Es frecuente que un accidente aéreo sin sobrevivientes marque profundamente a toda una comunidad. El caso del avión Douglas DC-3 CC-CBM de Ladeco de dos motores que se precipitó a tierra chocando contra una ladera del cerro Emperador Guillermo el lunes 8 de abril de 1968 pasadas las dos de la tarde, no es una excepción.

Aquella vez se constituía en el lugar de los hechos el fiscal designado para instruir el sumario de rigor, don Pedro Campos Gardenia, y aunque su llegada causó gran revuelo, igual se llenó el sitio de curiosos, alcanzando unos doscientos, los que provocaron muchas molestias y obstrucción al procedimiento, tanto a la fuerza pública, como al intendente don Gabriel Santelices y al Gobernador Carlos Echeverría.

El avión cumplía el vuelo 213 entre Santiago y Coyhaique y los testigos, todos lugareños, vieron cómo se desprendía el ala y el aparato comenzaba a descender no en spín, pero con mucha velocidad, absolutamente descontrolado y desprendiendo una negra humareda. Después se supo que cayó en pleno sector selvático y que muchos ramajes de árboles penetraron los cuerpos de las víctimas como si fueran lanzas mortíferas.

Murieron 36 personas, tanto por el incendio de la nave como por el impacto. La lista fatídica fue entregada al día siguiente por la compañía aérea. Tripulaban el avión José Valencia Maggi, piloto; Edecio Rivera Lorca, copiloto y Germán Moreno Laulie, sobrecargo. Los pasajeros eran Narciso Alvarez Alvarez de La Serena, los catchers (deportistas de lucha libre) Francisco Javier Gómez Marín, Jaime Véliz Farías, Florencio González Hernández, Eduardo Puente Arias, Renato Briones Pozo, Luis Molina Bañados, Luis Gómez San Martín, Miguel Ramírez Gaete y Mario Ramírez Rivas. También iban Edmundo Valdés Hotting y Gonzalo Bobadilla, funcionarios de Fach; Graciela Cantuarias Bernal, Ruediser Kroper, Claudio Mujica Moreno, el grupo familiar compuesto por Raúl Oyarzún Quintana, su esposa Renata Muñoz de Oyarzún y sus hijos Raúl, Luis, Claudio y Marcelo; Violeta Solís de Fuentes, Francisco Araya, Ruth Cañón, María Villarroel de Arriagada e hijita Florida Arriagada Villarroel; el grupo familiar formado por Nelson Vera, Blanca Bernabé de Vera e hijos Nelson, Verónica y Andrea y Francisco Pérez Vergara, que residía en Coyhaique.

Los cuerpos de los infortunados pasajeros de aquel fatal vuelo y lo que quedó de ellos, eran sólo restos sanguinolentos y calcinados la mayoría de los cuales fueron cuidadosamente envueltos en bolsas plásticas que fueron depositadas en urnas y velados en el gimnasio chico del Liceo San Felipe Benicio. Don Carlos Echeverría nos mostró aquellas fotos cuando habían transcurrido unos treinta y ocho años y quedamos verdaderamente impresionados por el arduo trabajo de los efectivos del Cuerpo Militar del Trabajo, que por muchas horas se enfrentaron al horror del rescate e identificación de los cuerpos. Algunos de ellos recuerdan lo de las ramas de árboles incrustadas en los calcinados cuerpos, en la cantidad de desorden del lugar de la tragedia y en el inmenso pasadizo que dejó la nave al avanzar en su caída a través del boscaje, carbonizando todo a su alrededor.

Los cadáveres quedaron diseminados en un radio de seiscientos metros y sus cuerpos, que estaban en sitios muy escarpados, debieron ser bajados a la planicie a lomo de mulas.

Yo me encontraba en Valparaíso junto a mi amigo Paco Franch asistiendo a una clase de Derecho Romano en la Facultad de Leyes, donde entonces estudiaba. Cuando escuchamos la noticia durante el recreo, creo que nos pusimos a llorar. Ignoro qué será de mi amigo Paco, hijo del recordado hombre de los vinos y licores, Cándido, el vasco de Lérida, que tenía su negocio en Parra con Moraleda.

Uno de los más importantes testigos de la caída del aparato fue el agricultor del sector Noel Flores, quien junto a su familias fue el único que se pudo percatar de que algo anormal le sucedía a la aeronave, dando de inmediato cuenta del hecho a los carabineros de Coyhaique. La causa del accidente se debió al desprendimiento del ala izquierda del avión que se encontraba en pleno vuelo y en el momento del suceso, llovía y estaba cerrado entre Coyhaique y el cerro Emperador Guillermo. Las noticias hablan de un violento zamarreo que dio cuenta en pocos minutos de una de las alas, arrancándola de cuajo, a pesar de que ya el vetusto aparato había presentado otras fallas técnicas durante la semana anterior al accidente, hecho que lamentablemente no se atendió ni se le dio importancia alguna.

Comentarios

Escrito por: Ricardo E. Ortiz Barrìa, el Tue Jul 27 00:03:51 2010
El accidente del avión Ladeco, fue la mayor tragedia ocurrida en la región en nuestra época de estudiantes. Al respecto hace algún tiempo, escribimos una columna titulada \" Y Mújica no llegó\" en recuerdo de el silencioso agricultor del sector del Rió Claro don Claudio Mújica, quien fuera por largo tiempo, nuestro silencioso compañero en los diarios almuerzos en el Hotel Central administrado en aquel entonces por don Luis Laibe Mansilla, el recordado \"Guatón\" Laibe. La Sra. Graciela Cantuarias Bernal, fue la madre de nuestra profesora de inglés, la Sra. Ximena Montellano Cantuarias y además, el entonces Cabo del Ejercito quien perdió en el accidente a su Sra. e hijita, el \" cheyo\" Arriagada, era amigo de nuestra familia y nos visitaba en la casa de Baquedano Nº 9. No podemos dejar de recordar al sobrecargo Germàn Moreno Lalie, con quien habíamos viajado poco antes de regreso de las vacaciones de verano desde Santiago y cuya fotografía publicada en solitario, en el primero de dos reportajes consecutivos de la revista \"Vea\" nos conmovió profundamente. Finalmente respecto a la delegación de catchers, todavía recordamos con claridad, el homenaje tributado algún tiempo después en el Gimnasio Fiscal al \"Huaso\" Briones\" ex luchador quien encabezaba la malograda delegación y su gente, por un nuevo grupo que visitara la ciudad dirigido por el luchador conocido como \"Barba negra\", fue impactante el momento en que por un minuto fueron apagadas las luces del gimnasio, el cual quedó iluminado solo por la luz de una vela

Escrito por: Romilio Villalobos, el Sat Jul 24 14:22:35 2010
Yo fui uno de los que ayudo a recoger los restos de los cuerpos, embolsando y haciendo los pilcheros en los caballos, solo habia arena y pequeñas matas.

Escrito por: Alberto Brautigam Echevarría, el Fri Jul 23 20:55:12 2010
Mi padre,volo en ese avión entre Santiago y Puerto Montt.Tenía vuelo hasta Coyhaique,pero debía hacer trámites en Pto.Montt.Al volver a Tepual,el Ladeco estaba pronto a despegar,finalmente se fue en un Lan que iba a Pto.Aysen..Solo pudo identificar al Señor Mujica que era compañero de asiento- Paco Franch,hoy abogado trabaja en Impuestos Internos de Rancagua





Y Mujica no llegó

("EL Divisadero", Aisén, Viernes 13 de Junio del 2008, Ricardo E. Ortiz Barría)

La noticia del rescate de nueve de las diez personas que viajaban a bordo de una avioneta Cessna 208 modelo Caravan monomotor, desaparecida en la región de Aysén desde el sábado O7, que sobrevivieron al accidente, ocurrido en el sector de La Junta, y el sensible fallecimiento de su piloto Sr. Nelson Bahamonde (Q.E.P.D.) un experimentado aviador y conocedor de la región, y a quien los sobrevivientes calificaron de héroe porque sus maniobras evitaron que el monomotor se destrozara.

Sin duda alguna gracias a él, asistimos a un desenlace cuyas características, ha conmocionado a miles y miles de chilenos a lo largo y ancho del país,

El ejemplo y la experiencia de este héroe de la aviación patagona, quien pese a sus mortales heridas, responsablemente, logró infundirles animo y tranquilidad a sus pasajeros, instruyéndolos además, para que sobrevivieran a la adversidad y fueran rescatados, nos motiva a recordar hoy, un trágico suceso que los ayseninos y muy particularmente los coyhaiquinos, vivimos hace ya cuarenta años.

En el Coyhaique de los 60, los otoños transcurrían lánguidos y serenos y, como emergidos de unas rosas cromáticas, nos brindaban unos nostálgicos e inolvidables atardeceres, con la ciudad en medio de una escenografía mágica, decorada por una interminable sucesión de tonos amarillos. Por aquella época, nuestra rutina diaria al final de nuestra jornada estudiantil, era el concurrir invariablemente pasado el mediodía, a almorzar junto a nuestra madre y nuestros dos hermanos menores, al Hotel Central, un desaparecido establecimiento, ubicado entonces, en calle Moraleda entre General Parra y Condell, el cual era administrado por un popular personaje de la ciudad, don Luis Laibe Mansilla, el ya legendario “guatón Laibe”.

Eran los tiempos del puerto libre y a la ciudad llegaban a veces por breves periodos de tiempo, funcionarios públicos, vendedores viajeros, agentes y representantes de empresas privadas etc., publico habitual en los hoteles de la época, esos eran en parte, nuestros ocasionales compañeros de almuerzos; pero también, los había quienes desde sectores rurales llegaban a la ciudad y después de sus tramites rutinarios, concurrían a disfrutar de los almuerzos del “guatón Laibe”, entre ellos, recordamos con su tradicional pañuelo al cuello y barba de varios días a don Antonio Jalife Sellan y familia, y muy especialmente al Sr. Mújica, quien desde su predio en el sector de El Claro, llegaba durante la semana, a formar parte del heterogéneo mosaico diario de pasajeros en tránsito, del céntrico y concurrido establecimiento hotelero .

Por aquel entonces, quienes éramos de la casa, gozábamos de ciertos privilegios, como el de contar con mesas inamovibles. En el comedor ubicado en forma perpendicular a Moraleda, nos esperaba a diario, entrando a mano izquierda muy cerca de los ventanales, una insustituible mesa para cuatro; en frente, se ubicaba solitario y silencioso, un señor de estatura mediana, calvo de bigotes y ya entrado en los sesenta años, a quien imaginábamos entonces, como el abuelo chilote que hacía décadas, había anclado definitivamente en Santiago. Su soledad nos parecía rara y contrastante con su rostro bonachón, sin embargo, nos alegraba calladamente su habitual compañía. Un día, a comienzos de Abril, notamos con preocupación su reiterada ausencia, el mozo de aquel entonces un argentino de basta experiencia en el rubro de nombre Abel, nos explicó rápidamente que el Sr. Mújica había viajado al norte a ver a su familia, la noticia nos tranquilizó y por fin supimos que, no estaba tan solo como pensábamos.

En medio de la hoy inimaginable quietud coyhaiquina de entonces, el 8 de Abril de 1968 nos estremeció la noticia, en Sanjón Feo sector cercano a Emperador Guillermo, había caído un avión Douglas DC-3 con 36 pasajeros a bordo de la empresa aérea LADECO procedente de Santiago y Puerto Montt. La tragedia fue tremenda, pues no hubo ningún sobreviviente; en ella, perecieron entre otros, al menos dos familias coyhaiquinas completas y la madre de la Sra. Ximena Montellano Cantuarias, quien era por entonces, nuestra profesora de inglés en el Liceo Fiscal, además de un grupo de exponentes de la lucha libre profesional, disciplina deportiva que por primera vez sería vista en la provincia y la ciudad, todos pertenecientes al corral del legendario “Huaso Briones”, quien viajaba junto a ellos. En alguna crónica futura, escribiremos acerca del homenaje póstumo que poco tiempo después, les rendirían una segunda delegación de luchadores capitaneada por “Barba Negra” en el Gimnasio Fiscal de nuestra ciudad.

Inenarrable resulta hoy, el describir todos los pormenores del inmenso drama que aún vive en nuestra memoria, el paso por Av. Baquedano frente a nuestra casa, de los camiones transportando los restos mortales de los fallecidos hacia lugar del velatorio, el gimnasio cubierto del Liceo San Felipe Benicio, entre otros tristes recuerdos.

Transcurrida la tragedia, debimos seguir con nuestras rutinas diarias en el Coyhaique de aquel entonces, ese con menos de diez calles pavimentadas, el de los Almacenes Brautigam, la casa Naser, Eclelfield y Aleuy, las librerías Mac kay y Guillard, la carnicería Àlvarez, la talabartería Mansilla, la Bandera Blanca, la casa Brito, las casas fotográficas López y Brevis, las ferreterías de Alvarito y La Nueva, la frutería y el mítico bar restaurante “El Saquero” de la familia Riffo, la tienda y ferretería de los hermanos Teodoro y Ernesto Holmberg etc.,de esta breve reseña de tiendas y casas comerciales del sector céntrico, en su mayoría de Calle Condell, solo permanece aun en su ubicación original, el querido Café Oriente. Un día después, el garzón, nuestro amigo Abel, nos estremeció con la noticia, nuestro habitual compañero venía de regreso en el avión, ese día, el tradicional tercero “asado a la cacerola con ensalada de berro”, no nos supo igual, el Sr. Mújica no llegaría más al almuerzo.



En trágico accidente aéreo en Cerro Pérez, iglesia de Aysén recuerda la muerte de su segundo Obispo

(www.iglesia,cl, Fuente: Comunicaciones Aysén Coyhaique, 16/06/2005)

El 16 de junio de 1963 recuerda a los ayseninos la tragedia aérea de Cerro Pérez, donde perecieron 19 personas, dentro de las cuales se encontraba el segundo Obispo del Vicariato Apostólico de Aysén, Monseñor Cesar Gerardo Vielmo, quién había recibido su ordenación episcopal tan solo tres años antes.
Recordando este trágico accidente, Monseñor Luis Infanti de la Mora, destacó la labor pastoral y organizativa desarrollada por el malogrado obispo en el breve tiempo que estuvo a cargo de la Iglesia de Aysén. Agregó que este dio un gran impulso al ámbito educacional en la región y que se caracterizó por ser un pastor muy cercano a la gente.
A su vez, el Obispo de Aysén señaló que todas las eucaristías que se celebren en el Vicariato durante el día de hoy serán ofrecidas en memoria de Monseñor Vielmo y anunció que en el mes de septiembre sus restos serán trasladados a la Catedral de Coyhaique, en el marco de la celebración de los 50 años del Vicariato Apostólico de Aysén.
Desde el punto de vista de su labor pastoral, recordado es el hecho que fue el quién pidió al papa Juan XXIII que reconociera a la Virgen Inmaculada como Patrona de la Iglesia de Aysén. Además en el año 1963 inició la construcción de la Catedral de Coyhaique y poco antes de fallecer concibió el proyecto de realizar una gran misión en todo el territorio de Aysén.
Finalmente, cabe destacar que dos meses antes de su trágica muerte, Monseñor Cesar Gerardo Vielmo, escribió su testamento en el cual se despide de su feligresía con estas palabras: “¡Dios bendiga nuestro Vicariato, como yo os bendigo de corazón!