LA PESTE DE LA VIRUELA EN VALLENAR, 1921
LA PESTE DE VIRUELA DE 1921 EN VALLENAR
(www.elnoticierodelhuasco.cl, diciembre 11, 2013)
En 1921 la ciudad de Vallenar fue atacada nuevamente por la temible peste de la viruela, enfermedad que arrasó con el 10% de la población de una manera rápida y de consecuencias graves, tanto para los infectados como para los pueblerinos. La falta de apoyo del municipio y sobre todo del gobierno, que al enterarse que la cuidad había sido afectada por tal peste, no tomó la medidas necesarias, causando la muerte de más de 250 personas, hecho que hoy, sigue siendo desconocido para gran parte de los vallenarinos, quienes rara vez se han preocupado por lo nuestro, por lo propio. Con los años, se ha construido una especie que dicta mucho de ser cementerio, lugar donde los cuerpos fueron dejados, al abandono de los años, de nuestra memoria.
Introducción
Vivir sin memoria no es vivir, y más cuando ignoramos nuestro pasado, que nos marca como personas, sea este pasado local, regional o nacional. Parte de este pasado marcó a la ciudad de Vallenar en el siglo XX con muchas situaciones y sucesos no muy agradables, pero necesarios de conocer.
Cómo estudiantes huasquinos, creemos, es nuestro deber dar a conocer aspectos de nuestra historia, de esas que Vallenar esconde en el desconocimiento y que necesario es saber, conocer y recordar para proyectarnos como ciudad.
En nuestra investigación relatamos, desde la consulta de algunas fuentes escritas y orales parte de los hechos ocurrido durante el año 1921, como, fue la peste de la viruela que atacó nuestra ciudad y que hasta el día de hoy es recordado, por pocos, en la memoria de los más longevos de la ciudad.
Antecedentes
Uno de los antecedentes de la peste de viruela que afectó a Vallenar en 1921, se presentó a comienzos del año 1913 y luego en 1918, situación que significó la construcción de un lazareto en la ladera sur de la ciudad, lo que hoy es la Villa Cordillera en la población Rafael Torreblanca, hecho, que por mucho tiempo tildó a este lugar como “la quebrada de los apestados”. Sin embargo, la ciudad ya presentaba antecedentes de la enfermedad entre los años 1835 y 1836, hechos ocurridos en pequeños pueblos del Valle del Huasco, lo que significó, que uno de los acuerdos más importantes tomados por el cabildo de la época (1835) fuera establecer una Recova o Mercado para la ciudad, que dentro de sus motivos, tenía, también como finalidad:
“Evitar en lo posible la falta de higiene, y conjurar la reaparición de pestes como la escarlatina y la viruela, que solían con cierta frecuencia, visitar la población.
Quedaba prohibido terminantemente expender “toda clase de pescados, mariscos, aves y huevos, ni clase alguna de verduras y hortalizas, ni frutas frescas fuera del recinto de la “Recova”. (Ramos, 2007, p.28)
Pero, fue en 1921 cuando un temible brote afectó a más del 10 % de la población de Vallenar, lo que significó, que en ese año la epidemia de la viruela golpeara con más fuerza que nunca a nuestra localidad. Esta enfermedad no fue en todo mediática, ya que cuando se alertó de los primeros brotes, las autoridad comunales no actuaron a tiempo para proteger a la población, aduciendo la falta de recursos para la compra de vacunas e insumos sanitarios, para el control de la misma.
Esta enfermedad habría tenido su origen en Huasco, no obstante, el primer infectado no provino de allí, sino que habría llegado en tren desde La ciudad de la Serena, y como no existía ningún control preventivo, ni nadie que estuviese alerta, el infectado ingresó a la ciudad, sin pasar por ningún control ni medida sanitaria.
La información acerca de este paciente cero, se torna un poco confusa, según las fuentes consultadas. En los libros “La Historia del Valle del Huasco” (Ramos, 2007) y “Noche triste” (Rojas, 2012, p. 43) “el primer infectado era una criatura en brazos de su madre”, mientras, según fuentes orales la versión es otra: “el primer infectado fue un adulto entre los 40 a 50 años de apellido Arancibia”. (Urqueta, 2013)
La prensa de la época comienza a indagar e informar a la ciudadanía, sobre el brote y sus posibles consecuencias. Es el diario ElTrabajo, que un 21 de abril de 1921 alerta sobre la aparición de la peste en la ciudad de La Serena, por lo que se pide a las autoridades tomar medidas para prevenir un posible contagio. El 8 de mayo de ese año, en el mismo periódico se lee:
“Un valorioso en Vallenar: un pasajero del tren desembarcado en Vallenar procedente de la Serena, es una criatura en brazos de su madre…lo reconocieron, y vacunaron a todos los pasajeros. Se aisló al pestoso y a su familia, hasta esperar la cuarentena”. (Ramos, 2007, p. 84)
Ante los hechos que afectaban la ciudad, la ilustre municipalidad, bajo el mandato del primer alcalde de la época Don Martin González Ossandón, determinó crear una oficina de desinfección con su correspondiente personal y con un acuerdo sanitario. Pese a los esfuerzos de las autoridades y la comunidad por controlar la epidemia, es el mismo periódico que el 23 de junio de ese año señala, en palabras del vacunador, el señor Santa Cruz, lo siguiente:
“la epidemia se ha propagado “por las cuatro puntas” de la ciudad”. Había fallecido fue un niño proveniente de la familia Arancibia, al norte de la calle Escuela (hoy José Joaquín Vallejos), víctima del flagelo temido”. (Ramos, 2007, p. 84)
Seguramente, al no tomar las medidas necesarias dispuestas por el acuerdo sanitario, al no respetar las personas contagiadas los 40 días de aislamientoen los lazaretos alejados de la ciudad y evitar así que la enfermedad infecte al resto de la población, la propagación de la peste fue inevitable, de ahí que un 2 de Julio el Dr. Isauro Torres declara públicamente:
“que por la forma en que se contagia esta enfermedad y por la configuración geográfica de nuestro país, la aparición de la epidemia en Vallenar era inevitable, con tanta mayor razón, cuanto que no escapan a este flagelo, ciudades importantes, como Valparaíso, La Serena y Coquimbo, donde existen grandes desinfectorios, muy bien atendidos, a cargo de personal numeroso e idóneo. Insiste en que los desinfectorios son útiles y que lo que procede es la vacunación”. (Ramos, 2007, p. 85)
Los hechos anteriores, hicieron que se repensara en torno a las medidas que se debían adoptar en el combate y avance de esta epidemia, ejemplo, se desinfectaron los vehículos, se prohibieron los permisos para los vendedores ambulantes, se insistió en denunciar los casos ocultos de enfermos en casas, se dicta un decreto municipal relativos al aseo e higiene de la ciudad, etc…sin duda, ante la indolencia del Gobierno en la entrega de vacunas y dinero para combatir la enfermedad, el municipio toma un acuerdo ilegal –pero justificado-
“de emplear los 20 mil pesos depositados en la Caja Municipal y que debían ser ingresados en arcas fiscales para satisfacer las exigencias impuestas al Municipio por la Ley de caminos, para invertirlos en la lucha contra la epidemia”. (Ramos, 2007, p. 85)
El comité organizado en contra de la viruela y con los recursos económicos disponibles, dirigió su atención, primero a intensificar la vacunación y habilitar en forma humana el lazareto numero uno, ubicado en el Llano de Marañón, detrás de la actual hacienda Cavancha, así como la necesidad de instalar un segundo y tercer lazareto en la Quinta Alvayay, que corresponde al actual Callejón Ochandía.
Según la fuentes consultadas, por una parte, “el lazareto uno y dos fueron cerrados y los enfermos trasladados al tercero de estos, bajo la dirección de la señorita Eufrisinia Montenegro, con un total de 51 enfermos” (Ramos, 2007, p. 86), por otra, es a mediados de septiembre donde queda instalado un lazareto en los llanos de Marañón, a pocos quilómetros al norte de Vallenar, “donde son trasladados los afectados que estaban hasta esa fecha en el Lazareto de Quinta Alvayay”. (Rojas, 2012, p. 47).
La falta de información por saber donde quedaron algunos de los que perecieron por la peste de viruela, aún queda en la memoria de antiguos habitantes vallenarinos, así nos cuenta el siguiente relato:
“fue un momento muy complicado el vivido en esos tiempos ya que como no habían inyecciones (insumos), como las hay hoy en día, donde las personas sí lograron salvarse, no obstante, a la ves, nos señala que su abuela paterna había padecido esta peste, especialmente no sabe en donde la dejaron ya que en esos años era muy pequeño de edad y sus padres nunca le comentaron en donde había quedado”[1].
De acuerdo a las fuentes consultadas, las causas que originaron y favorecieron el enorme desarrollo de la viruela fueron las siguientes:
“El pueblo no estaba vacunado ni revacunado,
Los primeros casos se ocultaron a las autoridades,
Las carencias de los locales apropiados de aislamiento para los enfermos y el estado de desaseo de la población y la indolencia del gobierno de la época”. (Ramos, 2007, p. 87)
El número de personas afectadas por la viruela en Vallenar en el año de 1921, no ha podido ser constatado con exactitud, siendo los datos más próximos un total de 585. De estos, “hombres 146, mujeres 210, niños menores de 10 años 229, más un 10% aproximado que escapó del control del comité”[i]. (Ramos, 2007, p. 87)
Los fallecidos fueron dejados en el cementerio instalado cerca del lazareto en los llanos de Marañón, el registro de sus nombres se ha perdido y sólo sus familiares los recuerdan.
Cabe señalar, que los afectados que sobrevivieron la epidemia, quedaron en general, con secuelas imborrables en sus cuerpos. Otras victimas también quedaron en el cerro “la chinchilla”, actual población Baquedano.
Lo Relevante.
En visita al cementerio de los infieles ubicado en los llanos de Marañón, el 16 de Octubre del 2013, nuestra investigación toco fondo. En dicho lugar hay más de 30 cruces levantadas y anónimas, no obstante, en nuestro recorrido por el sector, nos dimos cuanta que durante el año 2012 una víctima fue reconocida, al dejar a los pies de una cruz, una lápida con el nombre de Rosa López.
María Tronci es el nombre de la persona que habría dejado la identificación, intentamos buscar registro alguno, datos de familiares, preguntarnos ¿quién es María Tronci?…llegando al relato de su bisnieta, quien nos comentó lo siguiente:
“la persona que está identificada en el cementerio de los infieles es mi bisabuela, de nombre Rosa López. Yo tuve información de los hechos gracias a mi abuela María Tronci, quien era una connotada vallenarina y reconocida como una de las administradoras del hospital Nicolás Naranjo. Mi abuela, la señora María Tronci tenía seis años al momento de que ocurriera la peste, quién nos contó, a sus nietos, lo siguiente: mi madre (Rosa López) no murió afectada por la peste de viruela, sino, fue producto de la fiebre puerperal que la afectó como consecuencia del parto. Después de esto, cuando mi madre estaba siendo velada, se acercó la guardia sanitaria en una carreta con caballos, y sin dar explicaciones, y sin pedir autorización a la familia, procedieron a sacarla y TIRARLA a la carreta, llevándola al cementerio de los infieles donde finalmente se perdió su rastro”.[2]
De los antecedentes recogidos en la investigación, no podemos omitir ni desconocer cuestiones de fondo, que en nuestra condición de jóvenes huasquinos nos parece relevante. Primero, pese a los inconvenientes de parte de las autoridades de la época, nos parece inhumano el trato y administración del control de la peste de viruela, enfermedad que por lo general ataca a los sectores más desposeídos de la población. Creemos que en situaciones donde las personas fueron abandonadas y dejadas a su suerte, en lazaretos ocultados, donde la muerte parecía estar muy cerca, donde hoy ni ayer existieron sepulturas dignas a quienes ahí fallecieron.
Investigar este hecho fue para nosotras un antes y un después, marcó nuestra imagen de huasquinos, ya que desconocíamos el tema, lo que nos llamo la atención y nos condujo a internarnos en un problema de nuestro pasado.
No hay historia muda, pero siguen ocultas, ya sea por miedo o falta de información.
[1]Conversación con don Rigoberto Ramos, un vallenarino de 103 años edad.
[2]Conversación con Camila Herrera (27 años), profesora del liceo Pedro Troncoso Machuca y bisnieta de Rasa López.
REFERENCIAS
Ramos Álvarez, J(2007.)”Historia del valle del Huasco.” Editorial Juan Segundo Ramos Álvarez y agrupación cultural paitanasarte.
Rojas, Mario (2012). “Noche triste” editorial mediodía en punto.
FUENTES ORALES
Herrera Camila. Conversación diciembre 2013 .
Ramos Rigoberto. Poblador vallenarino de 103 años. [conversación, noviembre 2013]
Urqueta Franko. Investigador local. [conversación octubre 2013].
Linkcografía .
http://www.youtube.com/watch?v=k_-q1BDARbE
Javiera Aguirre, Jariksa González, Bárbara Pizarro, Valeska Ramos[1].
[1]Educandos, Módulo de Humanidades NM3, “Estudio de la Realidad Nacional” y Lenguaje y Sociedad”. 3º E, Liceo PTM, año 2013.